El terrorismo pone en jaque la estrategia europea de seguridad
La UE se encuentra, por primera vez, sin instrumentos para evitar los ataques terroristas indiscriminados. La alarma por lo ocurrido agrieta la unidad de los dem¨®cratas
Europa asiste at¨®nita a una pesadilla dif¨ªcil de combatir. El continente que ha pasado casi 60 a?os levantando barreras interiores y abriendo ¡ªlimitadamente¡ª sus puertas exteriores a poblaciones extranjeras se enfrenta a un fen¨®meno inesperado. Acostumbrada a adoptar medidas inmediatas para tratar de atajar cualquier crisis, la Uni¨®n Europea se encuentra, por primera vez, sin instrumentos para evitar los ataques terroristas indiscriminados que azotan a sus ciudadan¨ªas en Par¨ªs, en Niza, en Bruselas o en el coraz¨®n de Baviera. La alarma por lo ocurrido agrieta la unidad de los dem¨®cratas, con la irrupci¨®n de discursos radicales (en la ultraderecha, pero tambi¨¦n en partidos m¨¢s convencionales contaminados por esa ret¨®rica) que exigen medidas que bordean los usos democr¨¢ticos.
Europa lleva casi una d¨¦cada en crisis. La Gran Recesi¨®n golpe¨® duro a este lado del Atl¨¢ntico, y despu¨¦s se sucedieron la crisis griega, irlandesa, portuguesa, espa?ola y chipriota. El l¨ªo no ha terminado --la banca italiana est¨¢ ahora en el disparadero, las cicatrices econ¨®micas siguen ah¨ª--, pero ha dejado una guerra de baja intensidad entre Norte y Sur, y ha puesto al descubierto unas grietas en Europa que hab¨ªan estado bastante bien disimuladas hasta ahora. Pero eso no es todo. La crisis europea ha dado un salto cualitativo con tres fen¨®menos de alto voltaje pol¨ªtico que se superponen a los problemas del euro: el Brexit reabre dudas existenciales acerca de la fragmentaci¨®n del proyecto europeo, y las crisis migratoria y de seguridad plantean graves problemas a la UE, con dificultades para encontrar respuesta para los nuevos desaf¨ªos.
Se esperaba un arre¨®n conjunto de Berl¨ªn y Par¨ªs este a?o con una propuesta ambiciosa sobre el futuro de la Uni¨®n, pero el El¨ªseo y la canciller¨ªa est¨¢n en un mar de dudas, golpeados duramente por el terrorismo y con amenazas populistas (Le Pen, AfD y Pegida) cada vez m¨¢s visibles a apenas unos meses de las elecciones. Los ministros de Exteriores de Alemania y Francia alumbraron lo m¨¢s parecido a una propuesta europea a finales de junio, tanto para reforzar la uni¨®n econ¨®mica como en t¨¦rminos de seguridad. Pero sin el sello de Angela Merkel y Fran?ois Hollande, nadie termina de creerse la receta conjunta: un semestre europeo de seguridad y defensa para que los socios vean el grado de compromiso de los dem¨¢s con un cuadro de indicadores; un consejo europeo de defensa; una cadena de mando ¨²nica para las operaciones militares; un compromiso para aumentar las capacidades comunes en materia militar: ¡°No parece el salto cualitativo que demanda la situaci¨®n¡±, resumen fuentes diplom¨¢ticas, ¡°aunque al menos es algo para empezar a debatir qu¨¦ demonios quieren los socios a apenas unas meses de dos elecciones cruciales, en Francia y Alemania, y con un reguero de atentados que hacen que nadie se sienta seguro¡±.
Ante la falta de una propuesta com¨²n, van llegando las reacciones nacionales. Merkel rechaz¨® el jueves cambiar su pol¨ªtica migratoria por los atentados, pero anunci¨® un plan antiterrorista que contempla agilizar la expulsi¨®n de los solicitantes de asilo que hayan cometido delitos, la creaci¨®n de un sistema de alerta temprana contra la radicalizaci¨®n de refugiados y la posibilidad de desplegar el Ej¨¦rcito si es necesario. Hollande propone crear una Guardia Nacional formada por reservas operativas de civiles voluntarios y militares jubilados, aunque la falta de detalles deja entrever un Gobierno muy tocado y una oposici¨®n que reclama dureza, con medidas como centros de detenci¨®n o arresto domiciliario para todos los sospechosos de terrorismo, en el l¨ªmite de lo que puede hacer el Estado de derecho.
¡°Ni la propuesta francoalemana ni las medidas que salen de Bruselas ni las respuestas puramente nacionales van impedir que el nuevo terrorismo siga golpeando: que un lobo solitario estampe un cami¨®n sobre la multitud, o un excombatiente entre en una iglesia y acuchille a un p¨¢rroco¡±, reflexiona Camino Mortera, del Centro para la Reforma de Europa, un laboratorio de ideas londinense. ¡°La militarizaci¨®n y las fuertes medidas de seguridad son medidas cosm¨¦ticas. Puede que hagan que la gente se sienta un poco m¨¢s segura; puede que ayuden a contener m¨ªnimamente el auge de los movimientos populistas. Pero su resultado es muy incierto¡±, a?ade.
Pol¨ªticos y expertos invocan estos d¨ªas el llamado modelo de seguridad israel¨ª, con chequeos previos de equipaje en transportes y militarizaci¨®n de los espacios p¨²blicos. Pero el modelo es dif¨ªcilmente trasladable a una Europa con innumerables zonas abiertas. Aun as¨ª, la tendencia ya ha comenzado. El ej¨¦rcito patrulla desde hace meses las calles de Francia y B¨¦lgica y en Alemania las autoridades de Baviera (el Estado m¨¢s rico y conservador del pa¨ªs, donde han ocurrido todos los ataques de los ¨²ltimos d¨ªas) ya lo han pedido al Gobierno de Angela Merkel, a la que adem¨¢s critican por la pol¨ªtica de puertas abiertas que condujo el a?o pasado a m¨¢s de un mill¨®n de demandantes de asilo a suelo germano. Paralelamente, los expertos alertan de las presiones para dar m¨¢s poder, m¨¢s manga ancha a los servicios de seguridad e inteligencia.
¡°No se pueden improvisar ya m¨¢s medidas en caliente. Hay que aplicarlas a largo plazo, pero no como respuesta a cada atentado. Desde el punto de vista policial no se puede hacer mucho m¨¢s¡±, admiten fuentes diplom¨¢ticas en Bruselas. Los jefes de Estado y de Gobierno europeos ¨Csin Reino Unido- se reunir¨¢n el 16 de septiembre para tratar de marcar el rumbo de la UE post-Brexit. Y la seguridad, tanto interna como externa, ser¨¢ el principal asunto sobre la mesa, explican en el Consejo Europeo. Pero no se esperan nuevas medidas porque el nuevo terrorismo, que act¨²a en cualquier sitio y con instrumentos poco convencionales, es dif¨ªcil de controlar con estrategias policiales.
¡°Occidente necesita un ba?o de realismo. No todos esos ataques pueden detenerse: simplemente, no hay forma de que la polic¨ªa proteja los aeropuertos, las cafeter¨ªas y las plazas desde Helsinki a C¨¢diz. Las ¨¦lites pol¨ªticas europeas siguen en estado de negaci¨®n, sin coger el toro por los cuernos, empezando por arreglar Schengen de una vez por todas. Es hora de que los l¨ªderes den un paso adelante si no quieren que este c¨®ctel de fallos de seguridad, crisis econ¨®mica, frustraci¨®n por los efectos negativos de la globalizaci¨®n, crisis de refugiados, desconfianza en las ¨¦lites y ascenso de la extrema derecha termine mal¡±, cierra Mortera.
El ¨²ltimo episodio, adem¨¢s, a?ade una dimensi¨®n distinta al debate. El degollamiento de un cura en su iglesia introduce la confrontaci¨®n religiosa en el conflicto, al que las autoridades francesas llevan tiempo denominando ¡°una guerra¡±. La alta representante para la Pol¨ªtica Exterior Europea, Federica Mogherini, se apresur¨® a pedir que la reacci¨®n a estos hechos consista en ¡°continuar viviendo juntos para frenar el odio¡±. Y concluy¨®: ¡°Es la unidad lo que nos har¨¢ vencer¡±.
Pero es precisamente esa unidad la mayor v¨ªctima de estos atentados. El citado ejemplo de Alemania, con la extrema derecha de Alternativa para Alemania y sobre todo el partido hermano de la CDU de Merkel pidiendo m¨¢s contundencia en la respuesta al terrorismo, se suma a las profundas divisiones que existen en Francia. Las medidas de la ultraderechista Marine Le Pen ya no aparecen en el discurso p¨²blico como descabelladas. Y el propio expresidente Nicolas Sarkozy alienta ese discurso al sugerir dejar a un lado los instrumentos del Estado de derecho. ¡°Las argucias jur¨ªdicas, las precauciones, los pretextos a una acci¨®n incompleta no son admisibles¡±, declar¨® Sakozy poco despu¨¦s del asesinato del sacerdote. ¡°Restringir nuestras libertades, derogar nuestras reglas constitucionales no aportar¨ªa nada a la eficacia de nuestra lucha antiterrorista y debilitar¨ªa la cohesi¨®n que necesita nuestra naci¨®n¡±, hab¨ªa declarado previamente el actual presidente, el socialista Fran?ois Hollande. Es, probablemente, la afirmaci¨®n m¨¢s honesta, pero tambi¨¦n la m¨¢s dif¨ªcil de asimilar para una ciudadan¨ªa aterrada ante las continuas manifestaciones de violencia en un territorio que cre¨ªa seguro.
Los ataques sacuden la pol¨ªtica francesa y alemana
El ataque terrorista de Niza y el navajazo mortal a un p¨¢rroco en una iglesia, tercer y cuarto episodios en un a?o, complican las perspectivas de Fran?ois Hollande para ser reelegido en 2017. ¡°La percepci¨®n cada vez m¨¢s extendida de que Hollande ha cometido errores de trazo grueso en seguridad ha ensombrecido los modestos logros econ¨®micos de su Gobierno¡±, asegura Charles Lichfield, del think tank Eurasia Group. El ascenso de Le Pen complica a¨²n m¨¢s las cosas: si los ataques contin¨²an, los expertos vislumbran una segunda vuelta en la que Hollande quedar¨ªa fuera, con el Frente Nacional y el centro-derecha disput¨¢ndose la presidencia.
A 10 meses de las elecciones, la pol¨ªtica francesa es un mar de dudas. Pero en Alemania empieza a suceder algo parecido: los cuatro ataques de los ¨²ltimos d¨ªas demuestran que el terror ha llegado tambi¨¦n a Alemania, que celebrar¨¢ elecciones en oto?o de 2017. La secuencia de la pol¨ªtica francesa se repite esta vez en Alemania: la extrema derecha acusa directamente a Merkel de haber abierto las puertas a los terroristas; los anti-islamistas de Pegida han pasado al ataque con un discurso xen¨®fobo; incluso los liberales y los socios b¨¢varos de Merkel (la poderosa CSU) han criticado abiertamente a la canciller. Merkel trat¨® de detener el flujo de refugiados con un acuerdo con Turqu¨ªa cada vez m¨¢s criticado en casa.
Los ataques terroristas han sacado del armario viejos fantasmas. Cada vez m¨¢s voces en Alemania vinculan la llegada de refugiados con esos ataques: la respuesta de Merkel ¡ªla gran mayor¨ªa de los terroristas no son refugiados¡ª¡°es t¨¦cnicamente correcta pero dif¨ªcilmente va a satisfacer a los cr¨ªticos que se acumulan dentro y fuera de su partido¡±, asegura el think tank Eurointelligence.
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