Buenos Aires destruye 239 millones de patacones, herencia de la crisis de 2001
Las b¨®vedas del banco provincial alojan 240 toneladas de billetes sin valor que circularon durante el fin de la convertibilidad
La imagen es impactante: casi 400 metros cuadrados de las b¨®vedas del Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro) est¨¢n ocupados por 239 millones de billetes, empaquetados prolijamente en estanter¨ªas de dos metros de altura. Son patacones, una moneda emitida durante la crisis econ¨®mica de 2001-2002 por el gobierno provincial para hacer frente al pago de salarios y proveedores del Estado. Hoy, todos esos patacones representar¨ªan unos 3.000 millones de pesos (176 millones de d¨®lares), pero son papel inservible. La decisi¨®n del Bapro de destruirlos los rescat¨® del olvido: los patacones existen y a¨²n est¨¢n all¨ª, en alg¨²n sitio, ocultos a la memoria de los argentinos.
Un patac¨®n fue, t¨¦cnicamente, un bono emitido por la provincia de Buenos Aires en 2001, cuando la falta de circulante legal hizo insostenible cumplir con las deudas de la administraci¨®n. Con la promesa de cancelarlos al 107% en julio de 2002, la provincia pag¨® con patacones parte de los salarios de sus empleados. El ejemplo de Buenos Aires pronto cundi¨® en el resto del pa¨ªs: en lo peor de la crisis, cada gobierno provincial y hasta el Gobierno nacional ten¨ªan su propia moneda sin respaldo. Lecop, Quebracho, Tucu 1, Lecor, Cecacor, Bocade, Huarpes fueron algunos de los nombres elegidos, seg¨²n la creatividad de los emisores. Al principio fueron resistidos, pero a medida que los pesos (a¨²n convertibles uno a uno con el d¨®lar) se convirtieron en piezas de colecci¨®n la gente los acept¨®.
Las crisis son prol¨ªficas en palabras nuevas, y la calle pronto llam¨® a los patacones y sus derivados ¡°cuasimonedas¡±. Todas ellas formaron parte de la econom¨ªa, garantizaron el intercambio de productos y evitaron que el colapso fuese mayor. El rescate de todos esos billetes se complet¨® reci¨¦n en 2006 y el Bapro se hizo cargo de los papeles. ¡°Tras el rescate, el ¨²nico lugar donde se los pod¨ªa guardar fue en la b¨®veda del banco¡±, dice a EL PA?S el presidente del Bapro, Juan Curutchet.
Hoy los billetes se han transformado en un problema para el banco, no s¨®lo por una cuesti¨®n de espacio, sino tambi¨¦n ambiental. ¡°Pasaron los a?os y la tinta ha comenzado a largar mal olor, los paquetes est¨¢n hinchados. Es l¨®gico porque llevan 10 a?os aqu¨ª y no est¨¢n hechos con papel moneda, evidentemente¡±, agrega Curutchet. Por qu¨¦ se encuentran a¨²n en ese sitio es una de las cosas que no se explica el funcionario, en el cargo desde enero. Ahora la direcci¨®n ha decidido destruirlos y para ello llam¨® a una licitaci¨®n p¨²blica. El proceso comenz¨® d¨ªas atr¨¢s y costar¨¢ al banco 5,5 millones de pesos (367.000 d¨®lares).
El gerente general de Tesorer¨ªa del banco, Marcelo Zarlenga, explica que el proceso ser¨¢ largo. ¡°Primero hay que embolsar los billetes y las bolsas se llevar¨¢n, durante 6 s¨¢bados, hacia la planta de la empresa encargada de meterlos en una m¨¢quina que los hace polvo. Luego se trasladar¨¢n los restos hacia los terrenos del CEAMSE¡±, la empresa que gestiona los rellenos sanitarios donde van a parar los desechos de la ciudad, dice Zarlenga.
Es complejo describir la cantidad de espacio que ocupan 239 millones de billetes. El banco los ha repartido en dos plantas del Tesoro, acomodados en fajos en largos pasillos. Para el visitante es un viaje a trav¨¦s del tiempo, una foto congelada de lo que fueron los a?os m¨¢s convulsos de la historia reciente de Argentina. ¡°Destruirlos es dar vuelta una p¨¢gina, volver a la normalidad y poner orden. Ya salimos de aquella crisis pero los patacones demuestran que hay coletazos no resueltos¡±, dice Curutcheet. La crisis termin¨®, es cierto, pero all¨ª estaban a¨²n los patacones para recordarla.
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