Clinton corteja a los republicanos asustados con Trump
La dem¨®crata centra la campa?a en el temperamento del republicano, y no en la batalla ideol¨®gica
La candidata dem¨®crata a las presidenciales de noviembre, Hillary Clinton, quiere ampliar su coalici¨®n de minor¨ªas, mujeres y j¨®venes para incluir a votantes republicanos asustados ante la posibilidad de que su aspirante, el magnate Donald Trump, llegue a la Casa Blanca. Clinton no plantea las elecciones como una batalla tradicional entre izquierda y derecha. Los dem¨®cratas han colocado en el centro de la campa?a el temperamento de Trump y su ret¨®rica extremista.
Los ochenta fueron los a?os de los dem¨®cratas de Reagan: antiguos votantes del Partido Dem¨®crata, insatisfechos con la apertura de su partido a las minor¨ªas y su pol¨ªtica exterior antibelicista, que se pasaron al Partido Republicano del presidente Ronald Reagan. Las elecciones del 8 de noviembre podr¨ªan ser las de los republicanos de Clinton.
El mensaje de Clinton en esta campa?a habr¨ªa podido consistir en demonizar al Partido Republicano por entregarse a Trump. Pero ha decidido lo contrario. En la convenci¨®n que la consagr¨® como nominada, la semana pasada en Filadelfia, Clinton evoc¨® a Reagan, un icono de la derecha. Y ella y otros oradores retrataron a su adversario como un falso republicano, que ni por su car¨¢cter err¨¢tico, ni su visi¨®n sombr¨ªa de EE UU, ni su poca experiencia pol¨ªtica era digno de la herencia del partido de Lincoln y Reagan.
¡°Claramente muchos discursos de la reciente Convenci¨®n Nacional Dem¨®crata apuntaban a los republicanos titubeantes, incluido, de manera m¨¢s notoria, el del exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg¡±, dice Kyle Kondik, editor de Crystal Ball, el grupo de la Universidad de Virginia dedicado a prospectiva electoral. Bloomberg fue republicano en el pasado y, como magnate de la comunicaci¨®n, ofrece un contraste con otro multimillonario neoyorquino, Trump. ¡°Atacar las cualificaciones de Trump para el puesto podr¨ªa ser la mejor t¨¢ctica para intentar que algunos republicanos cambiasen de bando. No necesita muchos, s¨®lo unos cuantos¡±, a?ade Kondik.
Rechazo al empresario
Michael Morell, exdirector de la CIA, dijo en un art¨ªculo que Trump puede ser una amenaza para la seguridad nacional y le acus¨® de actuar como agente involuntario de Putin.
Los neoconservadores, intelectuales que apoyaron la guerra de Irak de George W. Bush, son una de las facciones republicanas m¨¢s hostiles a Trump. Algunos apoyan a la dem¨®crata Clinton.
Un congresista republicano, Richard Hanna, ha declarado que votar¨¢ a Clinton. Referentes como los Bush o el candidato en 2012, Mitt Romney, se oponen a Trump pero no han dicho si votar¨¢n a Clinton.
Con el intento de sumar republicanos a su causa, Clinton ensaya una gran coalici¨®n a la americana, una alianza de las fuerzas centristas ante la ola populista, que en EE UU ha tenido su m¨¢xima expresi¨®n en el fen¨®meno Trump. El progresismo del discurso de Clinton en Filadelfia complica la aproximaci¨®n a los republicanos. La ret¨®rica patri¨®tica de la convenci¨®n, en cambio, reclama la tradici¨®n del llamado excepcionalismo americano ¡ªla creencia en el car¨¢cter ¨²nico de este pa¨ªs¡ª que durante d¨¦cadas enarbol¨® el Partido Republicano.
Los recientes ataques de Trump a la familia de un soldado estadounidense musulm¨¢n ca¨ªdo en Irak y las cr¨ªticas del candidato a varias figuras de la derecha ¡ªentre otros, el presidente de la C¨¢mara de Representantes, Paul Ryan¡ª han colmado la paciencia de algunos republicanos. Su adhesi¨®n a la tesis del presidente Vlad¨ªmir Putin sobre la anexi¨®n de Crimea por Rusia, o su amenaza de incumplir las obligaciones del tratado de la OTAN, tambi¨¦n rompen con dogmas del partido.
¡°Si Trump gana, habr¨¢ completado lo que supone una opa hostil a un gran partido pol¨ªtico americano que hab¨ªa perdido el norte pol¨ªticamente tras convertirse en una excepci¨®n ideol¨®gica y radical¡±, dice el historiador de Princeton Sean Wilentz. ¡°En algunos temas, como el recorte de impuestos para los ricos, Trump est¨¢ en l¨ªnea con la ortodoxia del Partido Republicano. Pero esto no es lo que ¨¦l destaca. En otros temas, como la reforma de las prestaciones sociales, no est¨¢ en l¨ªnea. Si gana, Trump estar¨¢ en la posici¨®n de transformar al Partido Republicano en un partido autoritario del resentimiento blanco, m¨¢s all¨¢ de lo que hemos visto en la historia americana moderna¡±.
La campa?a de Clinton se ha embarcado en lo que The Washington Post llama un ¡°esfuerzo de reclutamiento¡± para atraer a republicanos destacados. En paralelo, el presidente dem¨®crata, Barack Obama, presiona a los republicanos para que retiren el apoyo a Trump.
En un editorial publicado esta semana, el diario conservador The Wall Street Journal insta a la derecha a deso¨ªr el mensaje de Obama y centrarse en conservar la mayor¨ªa en el Congreso. En las elecciones de noviembre se renuevan toda la C¨¢mara de Representantes y un tercio del Senado. ¡°Para preservar su reputaci¨®n¡±, ironiza el Journal, ¡°?debe el se?or Ryan hacer campa?a por la se?ora Clinton en noviembre? ?O bastar¨¢ un comunicado?¡±.
Siete meses sin rueda de prensa
El contraste es llamativo. Mientras que el candidato republicano, Donald Trump, multiplica su presencia en televisi¨®n y en las redes sociales, y se prodiga con abundantes ruedas de prensa y entrevistas, la dem¨®crata Hillary Clinton mantiene una presencia m¨¢s discreta en los medios de comunicaci¨®n.
Despu¨¦s de siete meses sin ofrecer una rueda de prensa formal ¡ªalgo que no solo Trump, sino tambi¨¦n los periodistas que cubren su campa?a, le han reprochado¡ª, Clinton respondi¨® ayer a las preguntas de los informadores. Ocurri¨® en la conferencia de las asociaciones de periodistas afroamericanos e hispanos en Washington.
Clinton prometi¨® una reforma migratoria que abra la v¨ªa a la ciudadan¨ªa para los sin papeles, la mayor¨ªa de origen latinoamericano. Tuvo que dar nuevas explicaciones sobre el engorroso caso de los correos privados que envi¨® siendo secretaria de Estado. Y se defendi¨® ante quienes desconf¨ªan de su honestidad alegando que, en todos sus trabajos, como senadora o secretaria de Estado, se ha ganado la confianza de sus votantes y sus jefes.
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