Rousseff comparece en el Senado para defenderse en su propio ¡®impeachment¡¯

El s¨¢bado, a las 12 de la ma?ana, por quinta vez desde que empez¨® la fase final de este juicio pol¨ªtico, una senadora favorable a Rousseff, acusada de un presunto delito de responsabilidad (alteraciones en el presupuesto sin permiso del Congreso y peticiones de cr¨¦dito a bancos p¨²blicos), protest¨® por la falta de personas en la sala. En ese momento, s¨®lo 31 de los 81 senadores se encontraban presentes. La mayor¨ªa, del bloque pro-Dilma. Tal vez por estrategia -una manera de boicotear a los testigos de la defensa, que prestaban declaraci¨®n- o tal vez por falta de inter¨¦s -los argumentos de una y otra parte se repiten hasta la saciedad una y otra vez- el caso es que en muchas ocasiones de este juicio hay m¨¢s senadores en los pasillos que en la sala.

Tampoco en la calle las sesiones se siguen ¨Chasta ahora- con fruici¨®n. Cansados de un proceso que dura meses y que tiene m¨¢s de rito que de verdadero juicio (los senadores tienen ya en su gran parte su voto decidido desde mayo) la poblaci¨®n no parece interesarse mucho por el impeachment. Hasta ahora no ha habido manifestaciones en la calle, ni de un lado ni de otro. Y hay muchos peri¨®dicos que tambi¨¦n prefieren abrir sus ediciones con las medidas que tomar¨¢ el presidente Michel Temer una vez sea elegido presidente con todas las letras y deje de estar en funciones. Es una manera de asumir que el resultado est¨¢ cantado.

La fase ¨²ltima del impeachment comenz¨® el jueves. Y los pron¨®sticos siguen igual: claramente desfavorables a Rousseff. Basta con que 54 senadores se declaren favorables. Y en votaciones previas ya se manifestaron 60. Ha habido, eso s¨ª, escenas exaltadas, subidas de tono, como cuando el presidente del Senado, Renan Calheiros, irritado ante las que consideraba provocaciones incalificables de una senadora del Partido de los Trabajadores (PT), calific¨® el viernes el comportamiento de la c¨¢mara como t¨ªpico de un ¡°manicomio¡± y de ¡°una burricie infinita¡±. Pero, por lo general, los testigos de la defensa y de la acusaci¨®n han ido respondiendo a las preguntas con la repetitiva machaconer¨ªa de las semanas anteriores. Nada parece alterar el veredicto que ya tienen los senadores.

Uno de los ¨²ltimos en declarar en el proceso, durante la sesi¨®n del s¨¢bado, Nelson Barbosa, ministro de Econom¨ªa hasta el pasado 12 de mayo, quien defendi¨® que Rousseff no quebr¨® ninguna ley que justificara el impeachment. "No hay nada que sea remotamente ilegal", manifest¨® Barbosa, "y no se puede reinterpretar la ley de forma retroactiva".

Con todo, el proceso abierto en el Senado ser¨¢ distinto el lunes. Rousseff entrar¨¢ acompa?ada de una comitiva de 20 personas formada por ex ministros y diputados que permanecieron a su lado hasta el d¨ªa en que tuvo que dejar el poder de forma temporal. Se sentar¨¢ en la mesa de la presidencia, a la izquierda del presidente del Tribunal Supremo Federal, Ricardo Lewandowski, encargado de presidir las sesiones. Durante los primeros minutos hablar¨¢ a su gusto. Y, seg¨²n alguno de sus asesores, har¨¢ un apelo emocionado, con el objetivo de conseguir alg¨²n apoyo de esos senadores indecisos (nadie sabe cu¨¢ntos son pero no m¨¢s de media docena), considerados clave.

Jos¨¦ Eduardo Cardozo, ex ministro de Justicia y su abogado en este procedimiento, asegura que Rousseff se volcar¨¢ m¨¢s en asuntos pol¨ªticos que jur¨ªdicos, estos debatidos hasta la extenuaci¨®n en estas sesiones previas. Algunos de sus seguidores recuerdan el simbolismo que envuelve en este proceso a Rousseff, juzgada por segunda vez en su vida por personas que ¡°atentan a la democracia¡±. La primera fue en los a?os 60, durante la dictadura, cuando una joven Dilma Rousseff de 20 a?os fue apresada, torturada, juzgada y encarcelada. Los seguidores de Rousseff esgrimen estos d¨ªas una foto hist¨®rica con ella, de veinte a?os, sentada en el banquillo y sus jueces ocult¨¢ndose la cara.

Tambi¨¦n acudir¨¢ el lunes al Senado, dentro del grupo de apoyo a Rousseff, el carism¨¢tico ex presidente brasile?o Luiz In¨¢cio Lula da Silva,tambi¨¦n inmerso en sus propios problemas judiciales, ya que est¨¢ siendo investigado e incriminado por varios casos de corrupci¨®n y obstrucci¨®n a la justicia. Su figura tambi¨¦n otorgor¨¢ m¨¢s cariz hist¨®rico, si cabe, a la jornada. Adem¨¢s de Lula, esty¨¢ entre los invitados el famoso cantante Chico Buarque, que siempre se ha caracterizado por dar apoyo al PT y posicionarse contra el impeachment. Aunque se desconoce si tendr¨¢ autorizaci¨®n para entrar.

Despu¨¦s de que Rousseff hable, deber¨¢ responder a los senadores que quieran interrogarla. Cada uno contar¨¢ con cinco minutos. Ser¨¢ extra?o, e inusual, ya que Rousseff se ha caracterizado, durante su mandato, por ser una persona cerrada, poco dada a conversar con diputados o senadores.

Con todo, los senadores contrarios a ella, la mayor¨ªa, aseguran que se mantendr¨¢n en silencio, que no formular¨¢n preguntas. Su intenci¨®n ser¨¢ acortar el proceso, impedir que se alargue m¨¢s all¨¢ del martes, fecha prevista para que empiece la votaci¨®n final. ¡°Ella ya habl¨® mucho durante la campa?a electoral, durante su mandato, y nada cambi¨®. Ella ser¨¢ juzgada por el crimen de responsabilidad [alteraciones en el presupuesto sin permiso del Congreso y peticiones de cr¨¦dito a bancos p¨²blicos] y no por su discurso¡±, dice el senador ?lvaro Dias, contrario a Rousseff. En el fondo, la falta de preguntas ser¨¢ un gesto m¨¢s, tambi¨¦n simb¨®lico, de que los argumentos ya no importan, de que todo el mundo ya ha tomado la decisi¨®n, de que esa decisi¨®n es m¨¢s pol¨ªtica que jur¨ªdica y de que diga lo diga, todo apunta a que Rousseff dejar¨¢ de ser presidenta de Brasil de forma definitiva e irrevocable esta semana.