El caso de Bosnia no sirve para Siria
El imperativo moral de intervenir en la guerra contra El Asad, como hiciera la OTAN en la antigua Yugoslavia, resulta enga?oso
A medida que aumentan las matanzas en Siria, y con la impresi¨®n de que cada actuaci¨®n de un pa¨ªs extranjero, ya sea Estados Unidos, Rusia, Turqu¨ªa o Ir¨¢n, empeora la situaci¨®n, es frecuente o¨ªr hablar de la intervenci¨®n de la OTAN en Bosnia como ejemplo de todo lo contrario, de c¨®mo es posible acabar con las guerras y los sufrimientos de la poblaci¨®n civil atrapada en ellas si las potencias extranjeras est¨¢n verdaderamente dispuestas a hacerlo. El argumento es irresistible: ?qu¨¦ persona de bien no quiere hacer algo, lo que sea, para poner fin a las masacres? Si fue posible salvar a los bosnios, aunque fuera con retraso, no cabe duda de que hay un urgente imperativo moral de hacer lo mismo por los sirios, y quiz¨¢ esta vez mejor. Lo malo es que este argumento, sin embargo, es enga?oso en muchos sentidos y tal vez, incluso, un camino lleno de esperanzas frustradas.
Lo primero que conviene se?alar, y es una verdad dif¨ªcil, pero que debe quedar clara, es que la intervenci¨®n que se hizo en Bosnia en 1995 lleg¨® demasiado tarde para conservar el multiculturalismo de un pa¨ªs que, al menos en la zonas urbanas, hab¨ªa florecido hasta el comienzo de la guerra, en abril de 1992. Ese pa¨ªs muri¨® asesinado en los cuatro a?os de guerra ante la mirada del mundo entero, y en la Bosnia actual el poder est¨¢ en manos de los nacionalistas m¨¢s intolerantes de las comunidades bosnia, serbia y croata.
Algo similar ha sucedido en Siria, donde las esperanzas de cientos de miles de personas que salieron a la calle en 2011 para exigir la disoluci¨®n de la tiran¨ªa de El Asad y la instauraci¨®n de un Gobierno democr¨¢tico en su lugar han dejado paso a una guerra entre fan¨¢ticos antidemocr¨¢ticos en gran parte, tanto si son yihadistas como partidarios del dictador. Cuando el conflicto llegue a su fin ¡ªy es importante recordar que todas las guerras, por brutales que sean, tienen un final¡ª, ser¨¢n esas fuerzas quienes decidan el futuro del pa¨ªs. Qu¨¦ pena que la amarga observaci¨®n del pensador alem¨¢n Lichtenberg de que ¡°un pu?ado de soldados siempre vale m¨¢s que un torrente de argumentos¡± siga siendo tan v¨¢lida hoy como cuando la escribi¨®, a mediados del siglo XVIII, por mucho que queramos convencernos de que nuestro mundo del siglo XXI ya no es el mortuorio que conoc¨ªa ¨¦l.
El ejemplo bosnio tambi¨¦n es enga?oso porque la guerra de Siria y la de Bosnia son muy diferentes, tanto desde el punto de vista militar como por las opciones de las que disponen las potencias externas para lograr la paz. Para empezar, hace 20 a?os, Naciones Unidas no era la instituci¨®n gastada y marginal que es hoy. En las llamadas intervenciones humanitarias de los a?os noventa, por ejemplo en Bosnia y Kosovo, las decisiones fundamentales no estaban en manos de las partes beligerantes, sino de las potencias que dudaban sobre actuar o no. En los Balcanes, todos estaban de acuerdo en que, si la OTAN decid¨ªa intervenir, el resultado ser¨ªa el esperado, y eso significaba que era posible acabar con la guerra. Pero todo depend¨ªa de que las potencias extranjeras tuvieran las mismas prioridades o, por lo menos, no se opusieran entre s¨ª.
Si las guerras de los Balcanes parec¨ªan complejas, comparadas con el caso sirio resultan f¨¢ciles de entender
Esa l¨®gica no tiene nada que ver con la que inspira la situaci¨®n actual en Siria. All¨ª, los pa¨ªses con capacidad para detener la guerra est¨¢n apoyando al r¨¦gimen de El Asad o a alguno de los grupos rebeldes que tratan de derrocarlo. Para ser francos, Washington, Mosc¨², Ankara, Teher¨¢n y Riad quieren que termine la guerra, pero s¨®lo con la victoria de sus respectivos aliados sirios. Prueba de ello es que aunque Estados Unidos decidiera por fin imponer una zona de exclusi¨®n a¨¦rea sobre Siria para impedir los ataques de las fuerzas del r¨¦gimen que est¨¢n causando estragos en la poblaci¨®n civil de las zonas rebeldes, le ser¨ªa imposible hacerlo. Rusia no lo permitir¨ªa, y, salvo una declaraci¨®n de guerra, Estados Unidos y la OTAN no tienen ninguna manera de obligar a Mosc¨² a ceder.
Relacionado con esto, otra gran diferencia entre las condiciones que hab¨ªa en Bosnia y Kosovo y las que afrontar¨ªa una fuerza de la OTAN en Siria es el grado de resistencia que presentar¨ªan las tropas de El Asad y sus aliados. Como dicen en el Ej¨¦rcito estadounidense, en una guerra de verdad, ¡°el enemigo tambi¨¦n vota¡±. Y en este caso los que votar¨ªan ser¨ªan los rusos, que en la actualidad controlan casi todo el espacio a¨¦reo de Siria; las tropas sirias, respaldadas ¡ªseg¨²n a qui¨¦n creamos¡ª por tropas regulares iran¨ªes o al menos un gran n¨²mero de asesores militares de dicho pa¨ªs, y la milicia libanesa de Hezbol¨¢, cuya capacidad no hay que menospreciar, como sabe cualquier experto militar israel¨ª.
Adem¨¢s, una fuerza de intervenci¨®n tendr¨ªa que luchar probablemente contra las m¨¢s aguerridas fuerzas contrarias al r¨¦gimen, no s¨®lo el ISIS, sino tambi¨¦n varios grupos yihadistas tradicionales. Todo ello indica que, en los ¨²ltimos cinco a?os, la guerra de Siria se ha transformado en m¨²ltiples guerras distintas que se superponen, y se necesitar¨ªan un diagrama de Venn para entenderlas: el r¨¦gimen de El Asad, contra todos los rebeldes; Rusia, Ir¨¢n y Hezbol¨¢, en apoyo de El Asad; Estados Unidos y la OTAN, contra el ISIS, pero en apoyo de otros grupos rebeldes; los saud¨ªes, en apoyo de los grupos yihadistas; los kurdos, en nombre propio; y ahora, con la reciente intervenci¨®n turca en el norte de Siria, Ankara, contra los kurdos. Si hace 20 a?os las guerras de los Balcanes parec¨ªan complejas, en comparaci¨®n con las de Siria resultan facil¨ªsimas de entender.
Como es natural, ninguno de estos factores desmerece el argumento moral en favor de que haya una intervenci¨®n militar internacional, que es un eufemismo para designar una intervenci¨®n de Estados Unidos. Ahora bien, aunque pensemos que el mundo aprendi¨® algo de la carnicer¨ªa de los Balcanes ¡ªque, por cierto, no estoy nada seguro de que sea verdad (decir que el mundo deber¨ªa haber asimilado aquellas lecciones no es lo mismo que demostrar que lo ha hecho)¡ª, las abrumadoras dificultades de la situaci¨®n en Siria obligan a los partidarios de la intervenci¨®n a explicar c¨®mo creen que podr¨ªa hacerse. Y la analog¨ªa bosnia no sirve de ayuda, por m¨¢s que las personas decentes, apenadas e indignadas por el sufrimiento del pueblo sirio, lo deseen. Al contrario, cualquier intervenci¨®n para acabar con la guerra en Siria, en vez de guiarse por la historia, tendr¨¢ que crearla.
David Rieff?es periodista estadounidense. Cubri¨® las guerras de los Balcanes, sobre las que escribi¨® Matadero: Bosnia y el fracaso de Occidente. Acaba de publicar El oprobio del hambre (Taurus).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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