Cambio de tono: perfil bajo y al contraataque
A punto de cumplir dos a?os al frente de la Comisi¨®n Europea, Juncker se enfrenta a un curso plagado de peligros
Forzados a hacer juicios sumar¨ªsimos de aprobaci¨®n o de condena, seg¨²n parecen exigir estos tiempos de nuevo asfixiantes, los integrantes de ese magma informe llamado Bruselas disparan desde hace semanas opiniones rotundas sobre Jean-Claude Juncker. Muy pocas son positivas. La caricatura de la prensa brit¨¢nica es demoledora: una especie de peligroso dinosaurio, fumador, borracho y archifederalista (eso ¨²ltimo es, de largo, mucho peor que todo lo dem¨¢s al otro lado del Canal). Cada pa¨ªs tiene sus propios fantasmas: los alemanes se muestran molestos por la manga ancha con los d¨¦ficits del Sur. La izquierda le achaca sus 20 a?os al frente del pseudopara¨ªso fiscal de Luxemburgo. Y la irritaci¨®n es m¨¢xima en el Este, que le censura las cuotas obligatorias de refugiados. Sus detractores (encabezados por los pa¨ªses de Visegrado, la CSU alemana, EE UU por su acercamiento a Rusia y versos libres como el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem) aprovecharon el Brexit para lanzarse a la yugular y cuestionaron su continuidad este verano. Juncker ha aceptado las cr¨ªticas con deportividad: ¡°No dimitir¨¦; no estoy enfermo o cansado¡±. Resistir ha sido su divisa desde entonces.
Hay edades a las que la c¨¢mara solo enfoca implacable. Pero bajo los focos del discurso sobre el Estado de la Uni¨®n, lo que m¨¢s destac¨® ayer de Juncker no fueron las arrugas de sus poco m¨¢s de 60 a?os ¡ªel mayor peligro de Europa es el cansancio, dec¨ªa Husserl¡ª, sino su cambio de piel. La metamorfosis del presidente se pudo ver en directo. El nuevo curso trae a un Juncker menos pol¨ªtico. Menos provocador, menos divisivo, sin el vibrato caracter¨ªstico de los grandes discursos. M¨¢s aburrido, pragm¨¢tico y realista. Perfil bajo, en suma: la sensaci¨®n general es que ha cambiado de t¨¢ctica despu¨¦s de los golpes encajados. Al menos en su lenguaje. Porque por la v¨ªa de los hechos la impresi¨®n general es la contraria: acaba de pasar al contraataque.
Juncker recibi¨® un fuerte rev¨¦s a ra¨ªz del Brexit, est¨¢ claro. Le ha tocado lidiar con media docena de crisis al mismo tiempo; todas confluyen en la Gran Recesi¨®n y sus efectos secundarios en forma de populismos, de hartazgo del establishment, de insolidaridad con algunos detalles vintage, a?os treinta. Sus propuestas suelen ser reactivas: migraci¨®n y pacto con Turqu¨ªa, por ejemplo. Pero m¨¢s all¨¢ de las palabras, empieza el curso pol¨ªtico con el mordisco a Apple, prepara un rev¨¦s a Alemania por Volkswagen, refuerza el acuerdo con Turqu¨ªa y avisa de que va a seguir peleando contra la versi¨®n m¨¢s ortodoxa ¡ªalemana y austera¡ª del Pacto de Estabilidad: todo lo contrario del supuesto perfil bajo.
El expediente de Juncker no presenta grandes ¨¦xitos en ninguna de sus prioridades: no ha conseguido resultados impactantes. Puede que ni siquiera haya logrado convencer a los socios. Y puede que a la vista de algunos fracasos el presidente haya llegado a la conclusi¨®n de que le conviene buscar consensos en las pol¨ªticas que provocan m¨¢s divisi¨®n. Solo una cosa est¨¢ clara: no est¨¢ dispuesto a irse sin pelear.
¡°Es injusto culparle por crisis como la del Brexit¡±, apunta Guntram Wolf, de Bruegel. ¡°El no brit¨¢nico fue un voto contra la libre circulaci¨®n de trabajadores y contra la p¨¦rdida de soberan¨ªa en favor de instituciones supranacionales. Fue un voto de rechazo contra lo que representa Europa: no contra la Comisi¨®n¡±, a?ade. Daniel Gros, del CEPS, asegura que la era Juncker ¡°est¨¢ repleta de claroscuros¡±. ¡°El plan de inversi¨®n es filfa, el acuerdo con Turqu¨ªa no fue idea de la Comisi¨®n, y con Reino Unido hab¨ªa poco que Bruselas pudiera hacer. Y en el caso de la flexibilidad del Pacto de Estabilidad, lo ¨²nico que ha hecho Juncker es pura dejaci¨®n de responsabilidades¡±. Es curioso: la manga ancha fiscal es lo que le pide medio mundo (FMI, G20, EE UU, todo quisque), y lo que m¨¢s revienta en Berl¨ªn, en Viena o en algunas de esas casas de an¨¢lisis.
A Juncker le esperan una temporada de a¨²pa. Deber¨¢ conservar cierta capacidad de iniciativa si no quiere que el refer¨¦ndum italiano y las elecciones en Francia y Alemania desplacen la narrativa europea claramente hacia las capitales. Y en lo econ¨®mico, lo mejor que le puede ocurrir a la eurozona es seguir en el limbo y que no se reabran las desventuras del euro. Europa sigue metida en una guerra de baja intensidad entre acreedores y deudores y de Este y Oeste, con fracturas que han colocado el proyecto ante un riesgo de desintegraci¨®n ¡ªa fuego lento¡ª por primera vez. ¡°No cabe esperar ¨¦xitos o fracasos rotundos, sino una fase de enfrentamientos, ralentizaci¨®n y punto muerto. Con o sin Juncker. Probablemente con ¨¦l, a la vista de la resistencia que ha demostrado¡±, cierra un veterano embajador.
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