La historia afroamericana de Estados Unidos por fin tiene su museo
La instituci¨®n, que inaugurar¨¢ el presidente Obama, ha tardado un siglo en convertirse en realidad
Darkus Burke Freeland recordaba que su padre, Jesse, recibi¨® un viol¨ªn del hombre al que pertenec¨ªa. Su labor como esclavo era la de entretener a su due?o, su familia y sus invitados. Gracias a la donaci¨®n de sus descendientes, ahora el viol¨ªn forma parte de los m¨¢s de 4.000 objetos que retratan la historia y la cultura afroamericana de Estados Unidos en el primer museo nacional dedicado a la trayectoria de esta comunidad, desde la esclavitud hasta la presidencia de Barack Obama.
El Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, que inaugurar¨¢ el primer presidente afroamericano de la historia del pa¨ªs el pr¨®ximo d¨ªa 24, ha tardado m¨¢s de un siglo en abrir sus puertas desde que en 1915 un grupo de veteranos afroamericanos de la Guerra Civil propusiera una iniciativa para albergar sus aportaciones a la naci¨®n. Y lo har¨¢ en un lugar privilegiado del National Mall de Washington, considerado ¡°el jard¨ªn de Am¨¦rica¡± y enclave de una veintena de museos dedicados a la historia del pa¨ªs. Su misi¨®n, en palabras de su director Lonnie Bunch, es ¡°contribuir a que cada estadounidense, todo el mundo, entienda mejor la trayectoria de los afroamericanos y c¨®mo ¨¦sta cambi¨® a Am¨¦rica¡±.
¡°La ¨²nica manera de corregir un error es arrojar sobre ¨¦l la luz de la verdad¡±. Estas palabras de la periodista y sufragista Ida B. Wells presiden una de las salas del museo y expresan su misi¨®n. El por qu¨¦ lo recuerda Maya Angelou en la galer¨ªa principal: ¡°Con los obsequios que hered¨¦ de mis ancestros, yo soy el sue?o y la esperanza del esclavo¡±. Y Bunch, el encargado de hacer realidad el sue?o del museo, ha tardado m¨¢s de una d¨¦cada en recopilar los trazos de una de las historias m¨¢s dolorosas del pa¨ªs y conseguir situarlos despu¨¦s bajo un mismo techo.
Cada detalle de la muestra, incluido el hecho de que el museo haya logrado su enclave a tres manzanas de la Casa Blanca, es un eco del poema ¡°Yo tambi¨¦n soy Am¨¦rica¡±, de Langston Hughes: al National Mall le faltaba la casa de los afroamericanos. Hoy acoge desde los pedazos de cristales de las vidrieras de la iglesia de Birmingham (Alabama) donde murieron asesinadas por una bomba cuatro ni?as afroamericanas en 1963, hasta el f¨¦retro de Emmett Till, el adolescente linchado en el Mississippi de los a?os 50, un vag¨®n de tren espec¨ªfico para pasajeros negros, una casa de esclavos en una plantaci¨®n de Carolina del Sur o las esposas empleadas para retener a un ni?o esclavizado.
¡°Recordar no es suficiente, debemos usar la historia para enfrentarnos a su pasado racista, la esclavitud, pero tambi¨¦n los momentos de alegr¨ªa, esperanza y resistencia que han definido a esta comunidad¡±, a?adi¨® Bunch. Sus palabras est¨¢n enmarcadas en pasillos donde suena el discurso de victoria de Obama, galer¨ªas donde brillan las frases de referencias americanas como Maya Angelou, James Baldwin o Ida B. Wells y vitrinas para las medallas de oro de Carl Lewis o un guante del boxeador Muhammad Ali alrededor de un podio con la escultura del atleta John Carlos, pu?o en alto, en los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨¦xico 1986.
El trayecto que har¨¢n las 10.000 personas que espera recibir el museo cada d¨ªa es un recorrido desde las sombras hasta la luz. Nada m¨¢s entrar, los ascensores descienden a los visitantes hasta el siglo XV, cuando decenas de barcos esperaban en puertos de ?frica para cargar los esclavos que ser¨ªan llevados hasta Am¨¦rica. En galer¨ªas subterr¨¢neas, pr¨¢cticamente a oscuras, la muestra narra el episodio m¨¢s doloroso y desgarrador de la historia del pa¨ªs, que lleg¨® a contar con cuatro millones de personas esclavizadas ¡ªel 20% de su poblaci¨®n¡ª cuatro siglos despu¨¦s.
Por el camino, en ascenso hasta el nivel del suelo, siguen la lucha por la libertad, la emancipaci¨®n, la segregaci¨®n y la lucha por los derechos civiles. Es la historia de c¨®mo los afroamericanos definieron el verdadero significado de la libertad, seg¨²n los creadores del museo, en una exposici¨®n que ¡°desaf¨ªa a los visitantes a que se replanteen la noci¨®n de libertad como algo que no fue concedido a los afroamericanos, con todos sus privilegios y responsabilidades, sino que tuvieron que gan¨¢rsela¡±.
La colecci¨®n ha tardado m¨¢s de una d¨¦cada en tomar forma, seg¨²n Bunch, gracias a donantes que ¡°si no pod¨ªan entregar dinero, quer¨ªan entregar su experiencia¡±, como ocurri¨® con el viol¨ªn de Jesse Burke. El director del museo asegura que el gobierno federal cubri¨® la mitad de los 540 millones que ha costado y el resto lleg¨® de donaciones privadas de figuras como Oprah Winfrey ¡ªentreg¨® 13 millones de d¨®lares y el teatro principal del museo lleva su nombre¡ª, Samuel L. Jackson, Kobe Bryant o la fundaci¨®n familiar de LeBron James. En total, respondieron a la llamada ¡°m¨¢s de 100.000 donantes que han dado desde un d¨®lar hasta varios millones¡±, lo que supone un r¨¦cord para la instituci¨®n.
El museo, seg¨²n sus creadores, careci¨® de fondos durante d¨¦cadas, hasta que en 2003 el Congreso aprob¨® la ley que le dio luz verde. Su visi¨®n siempre fue la misma: crear un espacio en el que recordar la historia de la comunidad afroamericana y contar ¡°c¨®mo esa experiencia ha cambiado la definici¨®n de ser americano¡±, en palabras de Bunch.
El director de la instituci¨®n, que abrir¨¢ sus puertas en Washington rodeada de celebraciones en toda la ciudad, recalcaron su importancia en un momento ¡°crucial¡± para la historia del pa¨ªs. ¡°El racismo no es algo del pasado y este centro ayudar¨¢ a entenderlo¡±, afirm¨® David Skorton, secretario de la Smithsonian Institution a la que pertenece el museo, quien defendi¨® que sus pasillos ser¨¢n un nuevo espacio de di¨¢logo en una ciudad acostumbrada a la divisi¨®n. ¡°Los museos pueden tocar y cambiar vidas, transformar a las personas que los visitan¡±.
Una corona Yoruba en el National Mall
Una corona de 3.500 paneles de color bronce recubren la fachada del museo dedicado a la historia afroamericana de Estados Unidos. La forma escalonada del edificio est¨¢ inspirada en una cari¨¢tide Yoruba del siglo XIX, una escultura tradicional elaborada en madera por artistas de la regi¨®n africana de Nigeria y Benin. Los arquitectos, liderados por el equipo de David Adjaye, eligieron este detalle que simboliza la fe y la esperanza de la comunidad afroamericana a lo largo de los siglos.
Pero las tres capas de bronce son tambi¨¦n un homenaje a los herrajes elaborados por esclavos de Nueva Orleans. Entre sus huecos entra la luz natural que ilumina las galer¨ªas dedicadas a los logros de los afroamericanos en la cultura, el deporte y el ej¨¦rcito. En el exterior, los dise?adores y arquitectos apostaron por el agua, omnipresente en el viaje de los esclavos obligados a cruzar el Atl¨¢ntico, la fortaleza de los robles y la esperanza de las magnolias que cada primavera encienden el rinc¨®n m¨¢s visitado de la capital de Estados Unidos.
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