El p¨¦ndulo de Macri
La Argentina, cuando tiene plata, se vuelve nacionalista, engre¨ªda, y se la gasta todita
El presidente argentino acababa de llegar a la Asamblea de las Naciones Unidas cuando explic¨® que en Venezuela no existe la democracia. ¡°Es un desastre¡±, dijo. Hace unos a?os, el presidente argentino, durante una visita de su par norteamericano, lo repudi¨® mediante una manifestaci¨®n encabezada por el icono antiyanqui Hugo Chavez y por Diego Armando Maradona. Unos a?os antes, el presidente argentino calific¨® como relaciones ¡°carnales¡± las que un¨ªan a la Argentina con los Estados Unidos. Y antes de eso, el presidente argentino le puso los puntos al norteamericano sobre c¨®mo deb¨ªa manejar el conflicto en Centroamerica, todo ello transmitido en directo desde los jardines de la Casa Blanca.
Es casi obvio que, en cada uno de los cuatro casos, el presidente argentino era una persona distinta. Fue Ra¨²l Alfons¨ªn, el l¨ªder de la transici¨®n democr¨¢tica, quien increp¨® a Ronald Reagan en la Casa Blanca, Carlos Menem el que bautiz¨® como ¡°carnales¡± las relaciones que manten¨ªa con George Bush padre y con Bill Clinton, N¨¦stor Kirchner el que le arm¨® la trampa a Bush hijo, y el actual, Mauricio Macri, el que se va erigiendo como el amigo m¨¢s dispuesto de los Estados Unidos.
Cada presidente anunci¨® al mundo que ser¨ªa testigo del nacimiento de una nueva Argentina
Cada uno de ellos se sinti¨® distinto al que lo antecedi¨® y a su sucesor. Cada uno anunci¨® al mundo que ser¨ªa testigo del nacimiento de una nueva Argentina. Sin embargo, hay una din¨¢mica que excede e incluye a todos ellos, un movimiento pendular que domina desde hace d¨¦cadas a la Argentina.
En estos d¨ªas, en Buenos Aires, los rastros del movimiento pendular se ven por todas partes. Por ejemplo, acaba de llegar una misi¨®n del Fondo Monetario Internacional, una organizaci¨®n que en el 2005 fue casi expulsada, no sin antes pagarle todo lo que se le deb¨ªa. En los noventa, el FMI era, sin embargo, recibido con todos los honores. Pero en los ochenta sus enviados eran repudiados por el primer Gobierno de la democracia, a tal punto de que un ministro de Econom¨ªa los hizo esperar durante horas en un pasillo inc¨®modo, mientras jugaba a los naipes con sus colaboradores. Mauricio Macri se esmer¨® en las Naciones Unidas por hacer buenas migas con Gran Breta?a, como 20 a?os antes lo hizo Carlos Menem, y luego de 10 a?os en los que las relaciones fueron p¨¦simas, y 37 a?os despu¨¦s de declararle la guerra al mismo pa¨ªs.
Hay elencos estables que se emocionan o se relamen ante cada movimiento del p¨¦ndulo: sienten que es su momento, que es ahora o nunca. Si aplicaran una mirada m¨¢s abarcativa, tal vez sospechar¨ªan que cada oscilaci¨®n es solo un envi¨®n hacia el punto opuesto. La Argentina a comienzos de siglo era el pa¨ªs proporcionalmente m¨¢s endeudado de la tierra. En el final del kirchnerismo, era uno de los pa¨ªses menos endeudados. Este a?o, bati¨® records: su endeudamiento por 36.000 millones de d¨®lares equivale al 60 por ciento de la deuda que tomaron todos los pa¨ªses emergentes. En los noventa era el pa¨ªs con menos inflaci¨®n del continente. En los 2000, el segundo con m¨¢s inflaci¨®n. Y as¨ª.
Hay una raz¨®n que explica de manera simplista y, tal vez, muy efectiva todo este proceso. La Argentina, cuando tiene plata, se vuelve nacionalista, engre¨ªda, desafiante mientras se dedica a patin¨¢rsela, a gast¨¢rsela todita. Todos los super¨¢vit se vuelven d¨¦ficits, hasta el energ¨¦tico. Y entonces, cuando se necesitan inversiones y pr¨¦stamos del exterior, los dirigentes la terminan con la patria y esas cosas y se vuelven amables, hablan en ingl¨¦s, y reciben a cualquiera que huela a billete verde. A veces, los que viran de la Patria hacia el d¨®lar son personas distintas y otras son, sorprendentemente, los mismos.Pero esta vez ser¨¢ distinto, dice Macri.
No hay por qu¨¦ dudar de ¨¦l.
Solo que es una promesa que, en estas tierras, ya la han pronunciado los Kirchner, y Menem, y Alfons¨ªn, y los militares.
Es que la Argentina es realmente una tierra promisoria, aunque no lo sea en el sentido m¨¢s positivo del t¨¦rmino.
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