Colombia, un proceso de paz con perspectiva de g¨¦nero
No es tan conocido el rol crucial de las mujeres en la consecuci¨®n misma del Acuerdo de paz
Estos d¨ªas vemos noticias sobre Colombia en muchos medios internacionales. No es para menos, el pa¨ªs est¨¢ viviendo un momento hist¨®rico: se est¨¢ celebrando la D¨¦cima (?y ¨²ltima?) Conferencia de las FARC-EP de cara a su transici¨®n a movimiento pol¨ªtico. El pr¨®ximo 26 de septiembre tendr¨¢ lugar la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP en la ciudad de Cartagena, y el 2 de octubre se celebrar¨¢ un plebiscito en el que el pueblo colombiano podr¨¢ refrendar los Acuerdos, lo que podr¨ªa poner fin a uno de los conflictos m¨¢s longevos del mundo.
Sin embargo, no tantos medios internacionales han recogido un importante evento que tiene lugar en Bogot¨¢ esta misma semana: la II Cumbre Mujeres y Paz, en la que m¨¢s de 500 mujeres de todo el territorio colombiano, convocadas por una plataforma de nueve organizaciones de mujeres con apoyo de la cooperaci¨®n internacional, reflexionan acerca de su papel en el nuevo escenario post-acuerdo.?
Y es que no es tan conocido (ni reconocido) el rol crucial de las mujeres en la consecuci¨®n misma del Acuerdo, las relevantes disposiciones de g¨¦nero contenidas en ¨¦l y la suma importancia de asegurar que las mujeres contin¨²an participando en el escenario del post-acuerdo para la garantizar sostenibilidad del mismo. Estos elementos han sido reconocidos internacionalmente como innovadores por los y las expertas en resoluci¨®n de conflictos, haciendo del proceso de paz colombiano un modelo en cuanto a incorporaci¨®n de la perspectiva de g¨¦nero. En palabras de la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzille Mlambo-Ngcuka ¡°puede que ¨¦ste sea el mejor ejemplo de una participaci¨®n significativa y consistente de las mujeres en un proceso de paz¡±.
La participaci¨®n de las mujeres en todo el proceso de paz y en la posterior implementaci¨®n de los acuerdos no es un asunto menor
Es cierto que los esfuerzos por incorporar la perspectiva de g¨¦nero en el proceso de paz colombiano se inspiran en elementos de algunas experiencias internacionales. Entre otros, el caso de Guatemala, por ejemplo, donde las mujeres influyeron significativamente en las negociaciones que condujeron al Acuerdo de Paz en 1996. Por otro lado, en Liberia, las partes reflejaron en los acuerdos el equilibrio de g¨¦nero de todos los nombramientos electivos y no electivos que se produjeran en el seno del Gobierno de transici¨®n en el pa¨ªs. En Irlanda del Norte las mujeres se organizaron y articularon pol¨ªticamente en torno al proceso de paz.
De acuerdo a estos precedentes, podemos realmente afirmar que lo innovador y pionero en el caso del proceso de paz en Colombia es que la combinaci¨®n de distintos elementos de manera simult¨¢nea. La Subcomisi¨®n de G¨¦nero, como instancia creada por las partes para asegurar que todos los acuerdos conten¨ªan disposiciones de g¨¦nero, no es algo inexistente en otros procesos de paz. No obstante el mandato de este mecanismo en Colombia de incorporar sistem¨¢ticamente un enfoque de g¨¦nero en cada acuerdo, introduce una pr¨¢ctica no antes vista. Adicionalmente, la interlocuci¨®n directa con mujeres de la sociedad civil y con v¨ªctimas del conflicto, con un alto porcentaje de mujeres constituyen aspectos innovadores y fundamentales para un proceso de paz. Adem¨¢s, el alto porcentaje de mujeres que han formado parte de los espacios de interlocuci¨®n con las partes de la Mesa (en los Foros Regionales y Nacionales y en las visitas de v¨ªctimas y expertas en g¨¦nero a La Habana) demuestran la creciente voluntad de las partes por incorporar las propuestas de las mujeres en los acuerdos finales y en la implementaci¨®n de los mismos.
En la presentaci¨®n del trabajo de la Subcomisi¨®n de G¨¦nero del pasado mes de julio en La Habana, se dieron a conocer p¨²blicamente los primeros frutos del mismo: la inclusi¨®n de la perspectiva de g¨¦nero y de derechos humanos de las mujeres en cada uno de los Acuerdos parciales logrados hasta el momento. Se trata de provisiones muy concretas en materia de garant¨ªa en el acceso y tenencia de la tierra para las mujeres rurales; promoci¨®n de la participaci¨®n de mujeres en espacios de toma de decisiones para la implementaci¨®n de una paz estable y duradera; medidas de prevenci¨®n y protecci¨®n para las mujeres para garantizar una vida libre de violencias; o garant¨ªas de acceso a verdad, justicia y medidas contra la impunidad y el reconocimiento a las formas diferenciales en que el conflicto afect¨® a las mujeres de manera desproporcionada. Estos son algunos ejemplos que pueden ser ilustrativos e inspiradores para otros procesos de paz en el mundo.
La participaci¨®n de las mujeres en todo el proceso de paz y en la posterior implementaci¨®n de los acuerdos no es un asunto menor, sino que est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con la misma sostenibilidad de los acuerdos. Un estudio reciente realizado por Naciones Unidas sobre la implementaci¨®n de la Resoluci¨®n 1325 de mujeres, paz y seguridad, en base al estudio de m¨¢s de 650 procesos de paz en todo el mundo, demuestra que la participaci¨®n de las mujeres aumenta en un 20% la probabilidad de que un acuerdo de paz dure por lo menos dos a?os, y en un 35% la probabilidad de que un acuerdo de paz dure 15 a?os. Ese mismo estudio demostr¨® c¨®mo las comunidades afectadas que experimentaron una recuperaci¨®n econ¨®mica y una reducci¨®n de la pobreza de manera m¨¢s r¨¢pida son las que tienen m¨¢s mujeres con altos niveles de empoderamiento, y que las mujeres en la comunidad son identificadas como las personas m¨¢s importantes para la reintegraci¨®n.
Con esto queremos decir que, si estamos de acuerdo en que la paz debe traducirse en desarrollo y bienestar para los y las colombianas, no podemos m¨¢s que afirmar rotundamente que la paz con las mujeres s¨ª va. Y eso, definitivamente, es una noticia que el mundo debe conocer.
Bel¨¦n Sanz Luque es representante de ONU Mujeres en Colombia
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