Jos¨¦ Fern¨¢ndez, gloria y tragedia del ¨ªdolo balsero
En la cima del ¨¦xito, un accidente en Miami cort¨® el sue?o del beisbolista cubano
En un siniestro juego de espejos, la historia de Jos¨¦ Fern¨¢ndez ha quedado grabada en el mar. El lanzador de los Miami Marlins sali¨® de Cuba en balsa con 15 a?os y cuando era el rey del Miami beisbolero, el domingo pasado de madrugada, con s¨®lo 24 a?os, perdi¨® la vida estrell¨¢ndose en una lancha motora, en la oscuridad de la noche, contra un rompeolas de Miami Beach.
Fern¨¢ndez era la imagen actual del sue?o americano en versi¨®n cubana. Un muchacho de provincia, natural de Santa Clara, que creci¨® pobre ¨C¡°Nunca tuve nada, vend¨ªa tomates, ajos y cebollas¡±, contaba¨C, sali¨® de la isla al tercer intento de traves¨ªa en balsa y en Tampa, Florida, fue descubierto por un entrenador cubano que como un Se?or Miyagi de la pelota puli¨® su derecha hasta convertirla en un ca?¨®n que lanzaba obuses de cuero a 150 kil¨®metros hora.
Al morir, el joven que al llegar se hab¨ªa quedado epatado por la abundancia ¨C¡°Ve¨ªa tantos carros, tanta comida, tanto de todo¡±¨C ganaba casi tres millones de d¨®lares al a?o, promet¨ªa llegar a lanzador hist¨®rico de las Grandes Ligas y en unos meses iba a ser padre por primera vez. ¡°Cuando era su turno de lanzar, la Peque?a Habana era una fiesta¡±, escribe Jorge Ebro, cronista de b¨¦isbol del Miami Herald. D¨ªas antes del accidente brill¨® contra los Washington Nationals. Le dijo a sus compa?eros que hab¨ªa sido el mejor partido de su carrera.
El domingo por la noche no hubo tormenta. El mar estaba tranquilo. No se sabe por qu¨¦ la lancha motora de Fern¨¢ndez fue a chocar a toda velocidad contra las rocas del cabo sur de Miami Beach. La Guardia Costera encontr¨® el bote volcado a las tres y media de la ma?ana. Hall¨® su cad¨¢ver y el de dos amigos suyos, Emilio Mac¨ªas, de 27 a?os, empleado de banca e hijo de un polic¨ªa de Miami, y Eduardo Rivero, de 25, trabajador de una compa?¨ªa de cruceros, aficionado al boxeo amateur y conocido por sus amigos como Eddy Ojos Verdes.
Las autoridades han comentado que navegar por la noche por la costa de Miami es peligroso por la falta de iluminaci¨®n. El simple reflejo de un celular puede anular la visi¨®n del piloto, apunta una nota de The New York Times?que recuerda que Florida es el Estado con m¨¢s siniestros de barcos. Se ha conocido que esa noche el jugador de los Marlins estuvo en un bar, pero a falta de los resultados del examen toxicol¨®gico no se ha dilucidado si en el accidente pudo haber un factor alcohol.
Parco en palabras pero carism¨¢tico, con una sonrisa perenne, Fern¨¢ndez contaba sin darle muchas vueltas su pasado balsero. ¡°Lo intentamos tres veces. Una vez nos agarraron en Cuba y otra vez nos mandaron para atr¨¢s a diez millas de Miami, pero no nos dimos por vencidos¡±. Lo logr¨® a la tercera en 2008 en un viaje en el que se tuvo que lanzar al agua para rescatar a su madre antes de alcanzar las costas de M¨¦xico, desde donde llegaron a Estados Unidos con el dolor de haber dejado en Cuba a su abuela, ¡°una freak del b¨¦isbol¡±, dec¨ªa, que le ense?¨® a poner el guante para atrapar bolas.
Ya en los Marlins, los ejecutivos del club se dieron cuenta de que el ni?o prodigio echaba en falta a su abuela cubana y gestionaron su llegada a Estados Unidos. Combinando dicha y show, vida y espect¨¢culo, convocaron al chico a una emotiva entrevista que lleg¨® a su cenit cuando Do?a Olga apareci¨® por sorpresa en el plat¨® de rodaje. Abrazados, el nieto desconcertado mezclaba frases en espa?ol y en ingl¨¦s, mientras la abuela arrobada le dec¨ªa: ¡°Est¨¢s precioso, papi, precioso¡±.
Su nieto asombrar¨ªa a los aficionados con momentos estelares como aquel en el que detuvo un batazo de Troy Tulowitzki que hab¨ªa salido proyectado como un misil bal¨ªstico. El 16 de los Marlins agarr¨® la bola casi sin moverse, estirando el brazo como quien alcanza una manzana en la rama de un ¨¢rbol.
Tulowitzki se qued¨® helado, lo mir¨® y le dijo: ¡°?De verdad has agarrado eso?¡±.
Miami despedir¨¢ este mi¨¦rcoles a Jos¨¦ Fern¨¢ndez en un cortejo f¨²nebre que ir¨¢ de la Peque?a Habana a la Ermita de la Caridad. Ser¨¢ el cierre simb¨®lico de un episodio tr¨¢gico que ha dejado de piedra a la comunidad cubana. Como si una pregunta po¨¦tica que el ni?o prodigio poste¨® en su cuenta de Twitter en 2015 hubiera encontrado la peor y m¨¢s abrupta respuesta, cercenando una trayectoria de ensue?o: ¡°Si te dieran un libro con la historia de tu vida, ?leer¨ªas el final¡±.
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