Los conspirativos que apoyan a Trump
Un libertario, que predica en las calles de Nueva Orleans contra Obama y Clinton, evidencia la prevalencia del colectivo electoral que teme al Gobierno y un sinf¨ªn de amenazas
Michael DiBari tiene miedo. Sostiene que hay una peque?a ¨¦lite que domina el mundo y que quiere ¡°acabar con la mayor parte¡± de la vida humana porque la mecanizaci¨®n del trabajo rebaja la necesidad de mano de obra. Teme infectarse si come alimentos transg¨¦nicos o se vacuna. Tiene miedo a que se restrinja el acceso a Internet y esgrime que la reforma sanitaria, impulsada por el Gobierno de Barack Obama para expandir el acceso a seguros m¨¦dicos, busca controlar a la poblaci¨®n estadounidense.

DiBari, neoyorquino de 69 a?os y que viste como el T¨ªo Sam -el personaje ficticio que encarna el patriotismo estadounidense-, predica su cruzada en las calles del centro hist¨®rico de Nueva Orleans. Tiene un tenderete en el que vende p¨®sters que humillan a Obama y a Hillary Clinton, la candidata dem¨®crata en las elecciones presidenciales de noviembre, y elogian al republicano Donald Trump, al que votar¨¢ por su discurso nacionalista y antiestablishment.
Este exhumorista gr¨¢fico difunde sus teor¨ªas conspirativas a qui¨¦n se le acerque. Entre ellas, que los atentados del 11-S fueron orquestados por el complejo empresarial militar, que Obama es un producto de la CIA o que el expresidente John F. Kennedy fue asesinado tras destapar un ¡°gobierno en la sombra¡±.
M¨¢s all¨¢ del histrionismo de sus historias, DiBari evidencia la prevalencia en Estados Unidos de personas que abrazan las teor¨ªas conspirativas y perciben al Gobierno federal como una amenaza a sus libertades. Trump flirtea con ese colectivo: hasta hace dos semanas, declin¨® admitir que Obama hab¨ªa nacido en EE UU tras forzar en 2011 a que el presidente publicara su certificado de nacimiento. El candidato republicano tambi¨¦n cuestiona la limpieza de las elecciones y habla de una conspiraci¨®n en su contra de los principales medios de comunicaci¨®n.
Tambi¨¦n apelan a ese colectivo electoral los pol¨ªticos libertarios, que es como se declara DiBari. Se considera libertarios aquellos que defienden a ultranza las libertades individuales y un Gobierno m¨ªnimo. Uno de sus caballos de batalla es contra la recolecci¨®n de datos de ciudadanos por parte de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en ingl¨¦s). DiBari tiene varias c¨¢maras de v¨ªdeo en su tenderete, que activa cuando se inicia la entrevista. Esgrime que lo hace para protegerse de la NSA.

El activista pol¨ªtico dice que su preferencia para las elecciones era el senador Rand Paul, abanderado de la corriente libertaria en el Partido Republicano, pero se retir¨® al inicio de las primarias que designaron al candidato republicano a la Casa Blanca. En las ¨²ltimas semanas, meditaba apoyar al libertario Gary Johnson, un candidato independiente en las elecciones, pero sus recientes meteduras de pata sobre pol¨ªtica exterior le han hecho cambiar de opini¨®n.
De Trump, le gusta que sea un outsider pol¨ªtico. ¡°Es un paso en la buena direcci¨®n. No es el continuo declive en la dominaci¨®n mundial por parte de unas pocas ¨¦lites, que b¨¢sicamente quieren acabar con la mayor parte de la vida en este planeta¡±, esgrime.
DiBari lleva 40 a?os en Nueva Orleans y desde hace cuatro instala su tenderete cada d¨ªa en una zona concurrida del barrio franc¨¦s de la ciudad. Explica que no necesita ning¨²n permiso municipal porque es una actividad sin ¨¢nimo de lucro. En los alrededores de esta ciudad de Luisiana, desinhibida y desigual, se ven turistas -muchos bebiendo alcohol desenfrenadamente- y locales, tambi¨¦n vagabundos desplomados en el suelo sin que apenas nadie les preste atenci¨®n.
¡°Las calles es donde la mayor¨ªa de revoluciones se luchan. Tienes que controlar las calles¡±, dice. Su objetivo es propiciar ¡°un di¨¢logo con personas de todo el mundo¡±.
Al carro de DiBari, se acerca una mujer del vecino Estado de Georgia, con la que habla de libros sobre conspiraciones y de que el virus del zika es una invenci¨®n con fines mal¨¦volos. Al poco, llega un hombre australiano, con el que compara las realidades pol¨ªticas de cada pa¨ªs. ¡°Al menos, a nosotros no nos han sacado las armas¡±, le dice DiBari sobre las restricciones a las armas de fuego en Australia.
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