Colombia busca un nuevo rumbo para salvar el proceso de paz

Nadie, ni las encuestadoras, ni los medios de comunicaci¨®n ni los l¨ªderes pol¨ªticos supieron prever un resultado tan desconcertante. El Gobierno y su entorno daban por hecho la victoria, aunque no fuese arrolladora. Tem¨ªan m¨¢s no alcanzar el umbral necesario -4,5 millones, el 13% del censo- que una derrota. Desde el Centro Democr¨¢tico, abanderados del rechazo a los acuerdos, se mostraban confiados en un creciente ¡®no silencioso¡¯ que, al menos, les garantizaba una derrota digna no muy abultada.

El escenario de incertidumbre obliga a los pol¨ªticos a buscar una salida en el laberinto en el que se han metido. Desde que se iniciaron las negociaciones hace cuatro a?os, la divisi¨®n entre el presidente, Juan Manuel Santos y su antecesor, ?lvaro Uribe, l¨ªder del ¡®no¡¯, parece irreconciliable. Ambos, a los que se uni¨® tambi¨¦n el m¨¢ximo jefe de las FARC, Rodrigo Londo?o, alias Timochenko, se apresuraron en apaciguar las tensiones tras la votaci¨®n del domingo. La mesura impregn¨® los mensajes, pero nadie en realidad atin¨® a concretar cu¨¢l debe ser el camino a seguir a partir de ahora. De hecho, el partido de Uribe rechaz¨® acudir a la primera reuni¨®n con el resto de fuerzas pol¨ªticas y exigi¨® tener una exclusivamente con delegados del Gobierno. Horas despu¨¦s, el presidente confirm¨® que el jefe negociador, Humberto de la Calle; la canciller, Mar¨ªa ?ngela Holgu¨ªn y el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, se reunir¨¢n con tres portavoces del Centro Democr¨¢tico. Santos recalc¨® que esa reuni¨®n deber¨ªa celebrarse lo m¨¢s pronto posible.

La votaci¨®n del domingo, por ¨ªnfima que fuera la diferencia ¨Cmenos de 54.000 votos con el 99% escrutado; 50,2% para el ¡®no¡¯ por el 47.7 para el s¨ª- obliga a un replanteamiento del proceso de paz. Una catarsis mucho mayor e inmediata de lo que se presupon¨ªa. El limbo en el que queda el pa¨ªs no parece que se pueda prolongar demasiado. A diferencia de lo que ocurri¨® con el Brexit, la indudable comparaci¨®n de estos d¨ªas, en Colombia hay armas de por medio. Santos, no obstante, garantiz¨® que el cese al fuego bilateral y definitivo, iniciado el 29 de agosto, seguir¨¢ vigente. Es decir, que de momento, no se reanudar¨¢ la guerra entre el Estado y las FARC.

El movimiento de la guerrilla hacia las zonas de concentraci¨®n, donde iban a iniciar el tr¨¢nsito a la vida civil y la entrega de su arsenal, de momento ha quedado paralizado. La misi¨®n de la ONU, encargada de verificar este proceso, ya hab¨ªa empezado a operar, la infraestructura en las diferentes ciudades en las que se desplegar¨ªa estaba en marcha. Ahora, est¨¢n a la espera de una pronta soluci¨®n. Colombia va a necesitar trasladar un mensaje de tranquilidad a la comunidad internacional, que respald¨® de forma un¨¢nime este proceso. Adem¨¢s, la coyuntura econ¨®mica no es nada halag¨¹e?a. Los mercados reaccionaron ante la negativa del pa¨ªs a refrendar los acuerdos de paz y el precio del d¨®lar se increment¨® respecto al peso colombiano.

Colombia urge tambi¨¦n de la altura pol¨ªtica que, hasta ahora, no parecen haber demostrado sus l¨ªderes. El jefe negociador, Humberto de la Calle, fue el ¨²nico que este lunes dio un paso al frente al poner su cargo a disposici¨®n del presidente y realizar las declaraciones m¨¢s tajantes: ¡°Los errores que hayamos cometido son de mi exclusiva responsabilidad. Asumo plenamente mi responsabilidad pol¨ªtica. No ser¨¦ obst¨¢culo para lo que sigue¡±. Santos ratific¨® en el cargo a De la Calle.

La abstenci¨®n, tradicionalmente alta en Colombia -en las ¨²ltimas presidenciales, del 59.93%. lo fue a¨²n m¨¢s el domingo. La baja participaci¨®n (37,43%) evidencia un desapego absoluto con la clase pol¨ªtica actual, que, por otra parte, trasciende las fronteras de Colombia. El presidente que despu¨¦s de 52 a?os consigui¨® firmar la paz con las FARC y todas las fuerzas pol¨ªticas a favor del proceso consiguieron reunir poco m¨¢s del 18% de los votantes. Por otro lado, pese a la victoria, el l¨ªder m¨¢s popular del pa¨ªs no logr¨® m¨¢s que un porcentaje similar, con una diferencia de pocos miles e votos.

Santos se ha mostrado decidido a liderar el proceso que se viene a partir de ahora. ¡°Seguir¨¦ buscando la paz hasta el ¨²ltimo minuto de mi mandato¡±, sentenci¨® tras la derrota del domingo. Su liderazgo, sin embargo, ha quedado seriamente golpeado. Su imagen gozaba de una alta impopularidad y su gesti¨®n era desaprobada por la mayor parte del pa¨ªs en las ¨²ltimas encuestas. El acuerdo de paz, por el que fue reelegido presidente en 2014, fue siempre su gran bandera.

El nuevo escenario amerita tambi¨¦n otra disposici¨®n de ?lvaro Uribe. El expresidente consigui¨® hacer calar un mensaje del miedo, de que los acuerdos generaban impunidad y de una supuesta entrega del pa¨ªs al castrochavismo. Sus palabras tas la victoria del ¡®no¡¯, sin embargo, se asemejaban m¨¢s a las de una victoria presidencialista. Uribe habl¨® de econom¨ªa, de la pr¨®xima reforma tributaria, de los valores de la familia o de la educaci¨®n que, en su opini¨®n, necesita Colombia. Inst¨®, s¨ª, a una uni¨®n, pero no hubo una sola propuesta concreta a¨²n por su parte. De hecho, a la primera reuni¨®n que convoc¨® Santos con todos los partidos pol¨ªticos para tratar de reconducir un pacto por la paz no asistieron representantes del Centro Democr¨¢tico, el partido de Uribe. La formaci¨®n exigi¨® reunirse primero exclusivamente con unos delegados del Gobierno para sentar las bases de un pacto.

El tercer actor de este realismo tr¨¢gico, las FARC, no es menos importante. ¡°Hay diversas lecturas y hay que analizarlas para ver qu¨¦ hay que rectificar¡±, asegur¨® Timochenko desde La Habana, donde se encuentra el equipo negociador. El l¨ªder de las FARC tampoco concret¨® si esa rectificaci¨®n a la que alud¨ªa implica una renegociaci¨®n de los acuerdos y hasta qu¨¦ punto est¨¢n dispuestos a ceder. La falta de c¨¢rcel para los que cometieron cr¨ªmenes de lesa humanidad y la posibilidad de que participen en pol¨ªtica suscit¨® un gran rechazo. El triunfo del ¡®no¡¯ es tambi¨¦n la constataci¨®n de la p¨¦sima imagen de la guerrilla en Colombia, algo de lo que no terminan de ser conscientes las FARC. Tras la derrota del domingo deber¨¢n demostrar que los avances en el discurso y sus peticiones de perd¨®n a ¨²ltima hora eran sinceras y no ret¨®rica oportunista.