?¡®Islamizaci¨®n¡¯ o demanda de justicia?
El retorno de la religi¨®n no tiene que ver con el fanatismo de las sociedades sino con una 'reacci¨®n ¨¦tica' frente a condiciones de vida intolerables
Otra vez las elecciones en un pa¨ªs ¨¢rabe musulm¨¢n, que respeta reglas m¨¢s o menos democr¨¢ticas, en este caso Marruecos, demuestran la potencia del papel movilizador del discurso religioso en la sociedad. Los observadores de estos pa¨ªses hacen hincapi¨¦, en general, sobre el mero hecho de la imparable "islamizaci¨®n" del tejido social y pol¨ªtico, apuntando ¡ªcon raz¨®n¡ª- al debilitamiento de los partidos seculares progresistas, particularmente espectacular en el caso de Marruecos. Tal "islamizaci¨®n" induce a una presunci¨®n de "radicalizaci¨®n" en estas sociedades que puede favorecer la expansi¨®n del yihadismo, amenazando la convivencia global.
Esta constataci¨®n, aparentemente obvia, y que coincide a menudo con la misma ret¨®rica de los actores religiosos y pol¨ªticos, evita analizar las profundas causas que generan el retorno del papel de la religi¨®n, hecho que fortalece los prejuicios occidentalistas sobre el mundo ¨¢rabe.
Ahora bien, el fen¨®meno de la islamizaci¨®n, innegable, no tiene nada que ver con un supuesto car¨¢cter fan¨¢ticamente religioso de dichas sociedades sino, fundamentalmente, con el papel que reviste la religi¨®n como ¡°refugio identitario¡± frente a una modernidad autoritaria que las aplasta. Esta modernidad que no s¨®lo no resulta de una elecci¨®n libre de los pueblos, sino que tambi¨¦n se asimila a lo peor de las sociedades occidentales: el individualismo desigualitario; la mercantilizaci¨®n generalizada de la vida diaria que desemboca en hipersexualizaci¨®n del cuerpo de la mujer; y la corrupci¨®n que humilla y averg¨¹enza a los seres humanos en su vida colectiva, top¨¢ndolos frontalmente con los valores isl¨¢micos de justicia y compasi¨®n. Percepciones que no apelan al retorno de la religi¨®n como narrativa de salvaci¨®n sino como reacci¨®n ¨¦tica frente a condiciones de vida intolerables, en un contexto de fracaso dram¨¢tico de las ideolog¨ªas de progreso. Por supuesto, esa reacci¨®n ¨¦tica isl¨¢mica es tambi¨¦n c¨ªnicamente pervertida y manipulada por los movimientos integristas, cuya concepci¨®n de la religi¨®n es en realidad pol¨ªtica y amoral.
En Marruecos, la batalla, lejos del progresismo de anta?o, se libra hoy en d¨ªa entre dos concepciones religiosas: la del poder, ¡°moderna¡± pero elitista y desigualitaria, representada por el Partido Autenticidad y Modernidad, y la del Partido Justicia y Desarrollo, (que gobierna actualmente bajo estrecha vigilancia del Rey) conservadora y populista. Ambos pretenden luchar contra la corrupci¨®n, igual que en las elecciones de 2011. La gobernanza del PJD demostr¨® su impotencia frente a este reto, que depende de una reforma radical del sistema pol¨ªtico global. Este partido utilizo una vez mas la ret¨®rica moral religiosa para conseguir votos en estas elecciones, pero lo hizo con cautela, dentro de lo permitido por el sistema mon¨¢rquico. Es seguro que, a falta de una mejora real de las condiciones de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, esa misma ret¨®rica se volver¨¢, un d¨ªa u otro ,en contra de quienes ahora la promueven.
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