Las exigencias de Londres fraguan un frente duro en la UE sobre el ¡®Brexit¡¯
Las capitales comunitarias contraatacar¨¢n duramente en la negociaci¨®n a los controles migratorios
Se ir¨¢ dando un portazo: Londres quiere poner coto a la inmigraci¨®n europea y sacarse de encima al tribunal de la UE sean cuales sean las consecuencias. La bater¨ªa de exigencias brit¨¢nicas, desveladas esta semana y remachadas con tintes casi xen¨®fobos, obra milagros en el continente: la UE cierra filas, sin fisuras, en pos de un Brexit duro. El f¨¦rreo discurso brit¨¢nico ha fraguado un frente com¨²n en las capitales. Tras a?os de divisiones, Europa redescubre su instinto de supervivencia y coincide esta vez en lo esencial: no habr¨¢ negociaci¨®n hasta que Londres active su salida, y no habr¨¢ acceso al mercado ¨²nico sin libre circulaci¨®n de personas. Los matices resurgir¨¢n durante la larga negociaci¨®n que se avecina. Pero de momento solo una cosa est¨¢ clara: ser¨¢ un divorcio desagradable.
La salida del Reino Unido de la UE ser¨¢ extremadamente compleja. Una legi¨®n de abogados por ambas partes corre el riesgo de convertir la negociaci¨®n en una versi¨®n c¨®mica de una batalla campal interpretada por los Monty Python. Pero a estas alturas es relativamente f¨¢cil de resumir con apenas un par de brochazos: el Brexit ser¨¢ duro. O muy duro.
La primera ministra brit¨¢nica, Theresa May, ya ha dejado claro que no pondr¨¢ pa?os calientes a su estrategia. Ha intentado una prenegociaci¨®n encubierta, pero se ha topado con la negativa en redondo del continente. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, han reaccionado al un¨ªsono: las exigencias brit¨¢nicas colocan al pa¨ªs fuera del mercado ¨²nico. Merkel y Hollande coinciden en que Londres debe pagar un precio; nadie quiere un Brexit suave que abra la puerta a otras deserciones. Pero esta vez no son solo Berl¨ªn y Par¨ªs: toda Europa cierra filas, con dos mantras que repiten los diplom¨¢ticos italianos, los espa?oles, los comunitarios, incluso los aliados tradicionales de los brit¨¢nicos (los pa¨ªses del Este, los n¨®rdicos, Holanda). Uno: no habr¨¢ negociaci¨®n, ni siquiera informal, hasta que May active la desconexi¨®n.
El Brexit es lo contrario del ajedrez: mover primero da ventaja al contrincante, y a Londres le toca abrir la partida. Y dos: Reino Unido no mover¨¢ sin aranceles sus bienes y servicios por toda Europa si cierra las puertas a los ciudadanos de la UE. May ha lanzado su afrenta: controlar¨¢ la mal llamada inmigraci¨®n y rechazar¨¢ la tutela del tribunal europeo de justicia. Ha llegado a plantear incluso que sus empresas hagan listas de empleados extranjeros. El contraataque europeo a ese nacionalpopulismo de nuevo cu?o es rotundo: esa actitud deja a los brit¨¢nicos fuera del imponente mercado ¨²nico (500 millones de consumidores).
Londres y Bruselas est¨¢n obligadas a negociar, como m¨ªnimo, un acuerdo comercial, que puede tardar a?os y exige pactar las condiciones del periodo de transici¨®n. Tal como est¨¢n las cartas, los brit¨¢nicos podr¨ªan obtener muy pocas ventajas y pasar¨ªan a ser un pa¨ªs tercero, con relaciones como las de EE UU, China o Brasil, con alguna ventaja por su estatus especial. En lo pol¨ªtico, Londres puede tener problemas con Escocia o Irlanda del Norte, y Europa con sus reflejos populistas, que pueden traducirse en otras peticiones de salida del club. Pero en cuanto al impacto econ¨®mico, Reino Unido tiene las de perder: el 45% de sus exportaciones van a territorio comunitario; el 16% de las europeas aterrizan en suelo brit¨¢nico.
Estas son, grosso modo, las posiciones de los grandes pa¨ªses, seg¨²n una docena de entrevistas con fuentes diplom¨¢ticas.
Berl¨ªn: dureza suave. Merkel ha dicho en p¨²blico que no habr¨¢ concesiones ¡°sin la aceptaci¨®n completa de las cuatro libertades fundamentales¡±. En plata: nada de limitar la entrada de europeos a unas decenas de miles de trabajadores al a?o, tal y como sugiere el Ejecutivo brit¨¢nico. La ret¨®rica del Gobierno alem¨¢n es algo menos contundente que la de Par¨ªs o Bruselas. Para salvaguardar sus exportaciones, los capitanes de la industria piden m¨¢s suavidad, pero Merkel les ha pedido silencio.
La canciller acepta crear mecanismos para consultar a Londres en asuntos como defensa y seguridad. Pero mostrar¨¢ las garras en otras ¨¢reas, en especial con la City (para hacerse con una parte del pastel). ¡°Para evitar el portazo de los Veintisiete, Londres querr¨¢ testar las aguas antes de negociar en marzo. Ese ser¨¢ un momento complicado. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ definir la relaci¨®n futura entre la UE y Reino Unido, y eso llevar¨¢ tiempo: a¨²n no sabemos qu¨¦ quieren los brit¨¢nicos, y podemos tardar a?os en pactar. Las empresas est¨¢n preocupadas¡±, explican las fuentes consultadas.
Par¨ªs: dureza p¨¦trea, y ojo con Berl¨ªn. Hollande ha explicado en p¨²blico que las demandas de Londres exigen un alto precio para alejar consecuencias pol¨ªticas indeseadas. ¡°Hay que evitar dar alas a populistas como Le Pen. Nada de Brexit benevolente: el Brexit ser¨¢ duro¡±, afirma un diplom¨¢tico con contundencia. ¡°No hay final feliz en esta historia¡±, a?aden tajantes fuentes del El¨ªseo, informa Carlos Y¨¢rnoz.
Par¨ªs cree que en alg¨²n momento Berl¨ªn puede rebajar el nivel de dureza por los intereses de su industria, pero recuerda que las patronales germanas tambi¨¦n intentaron aguar las sanciones a Rusia y fracasaron. Los franceses temen que Berl¨ªn acabe albergando a las entidades financieras que puedan huir a Fr¨¢ncfort por el Brexit: eso supondr¨ªa una Alemania a¨²n m¨¢s fuerte en Europa. Para contrarrestar ese movimiento, Par¨ªs conf¨ªa en reforzarse como potencia militar. ¡°Puede haber grados de dureza con el Brexit. Pero el primer plan desvelado sobre inmigraci¨®n es un rev¨¦s para quienes pensaran que Londres va a desempe?ar un papel constructivo¡±, a?aden.
Roma: no a los ciudadanos de segunda. Los italianos fueron flexibles antes del refer¨¦ndum del Brexit, pero ahora elevan el tono. ¡°Es imposible dar a los brit¨¢nicos un trato mejor que el que tienen otros pa¨ªses ajenos a la UE¡±, ha avisado Matteo Renzi. Roma subraya que no va a ser mascar¨®n de proa contra los brit¨¢nicos porque Italia tiene otros problemas: el refer¨¦ndum de diciembre, la inmigraci¨®n, la banca. Su mayor preocupaci¨®n es preservar los derechos de las decenas de miles de italianos que trabajan en Reino Unido. ¡°No puede haber trabajadores de segunda¡±, apuntan fuentes diplom¨¢ticas, en un mensaje que coincide con el de los pa¨ªses del Este.
Madrid: ¨¦nfasis en Gibraltar y Escocia. Madrid coincide con Roma en su preocupaci¨®n por los 200.000 espa?oles que viven (oficialmente) en las islas. Y se alinea con Alemania para evitar un impacto econ¨®mico desmesurado: Reino Unido es el cuarto socio comercial espa?ol y un mercado clave pare el turismo. Al mismo tiempo, aplaude la dureza francesa en lo estrictamente pol¨ªtico: a Espa?a le preocupan Gibraltar y Escocia. El Gobierno reclama cosoberan¨ªa en El Pe?¨®n, incluso con alguna subida de tono en el Ministerio de Exteriores, y advierte de que no habr¨¢ trato de favor para mantener a Escocia en la UE, con el proceso catal¨¢n en el horizonte. ¡°Francia ser¨¢ m¨¢s dura hasta que pasen sus elecciones por miedo a Le Pen, pero puede que Alemania lo sea despu¨¦s para tratar de quedarse con parte de la City¡±, apuntan las fuentes consultadas. ¡°Londres jugar¨¢ a dividir a los europeos¡±, concluyen.
Bruselas: divorcio sucio. Los negociadores de las instituciones cuentan, de momento, con un amplio respaldo, pero deben conjugar las demandas del Este (dureza contra los controles a la inmigraci¨®n) con otras sensibilidades (los n¨®rdicos, por ejemplo, se muestran m¨¢s laxos, m¨¢s proclives a encajar las demandas brit¨¢nicas). ¡°Londres lograr¨¢, como m¨¢ximo, el acuerdo que se le ofreci¨® a David Cameron en febrero: pero es rid¨ªculo todo este ruido para eso. Habr¨¢ un Brexit duro: un pacto comercial con alguna ventaja. Eso obliga a Londres a rebajar mucho sus expectativas¡±, apuntan fuentes comunitarias.
¡°Ser¨¢ un mal acuerdo, porque la brutal l¨®gica europea obliga a que estar fuera sea peor que ser socio de la UE. Los brit¨¢nicos son grandes negociadores, pero no van a poder picotear. No va a haber acuerdos sectoriales selectivos. El resultado no puede ser beneficioso para Londres si impone un freno a la libre circulaci¨®n de personas. A partir de ah¨ª, todo va a ser sucio, desagradable y tremendamente dif¨ªcil¡±, seg¨²n fuentes europeas.
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