La peligrosa sacralizaci¨®n de Lula
Ninguna idealizaci¨®n religiosa, y menos en pol¨ªtica, es buena ni provechosa
?Lula como el papa Francisco? ?Lula como Dios? ?Lula como Jesucristo? Esa sacralizaci¨®n del expresidente, hoy acusado por la justicia, ni le ayuda a ¨¦l ni ayuda a su agrupaci¨®n, el Partido de los Trabajadores (PT), que aparece cada vez m¨¢s castigado en las urnas.
Ninguna idealizaci¨®n religiosa, y menos en pol¨ªtica, es buena ni provechosa. Para los creyentes suena a irreverencia y para los agn¨®sticos a infantilismo.
El pol¨¦mico Ciro Gomes, posible candidato de nuevo a la presidencia de Brasil, ha dicho, mordazmente, que Lula ¡°jug¨® a ser Dios y se quem¨®¡±.
Los abogados del carism¨¢tico expresidente, seguramente el m¨¢s popular de la democracia brasile?a, acaban de hacer malabarismos para aproximarlo al papa Francisco.
Queriendo defenderle de las acusaciones de corrupci¨®n que pesan sobre ¨¦l, acaban de hacer un parag¨®n entre ambos: ¡°?C¨®mo responsabilizar al papa Francisco por las acciones personales de los cardenales que cometan infracciones?¡±. Es lo que podr¨ªa estar aconteciendo con Lula, que lo ven acusado de las fechor¨ªas que hicieron sus ¡°cardenales¡±, no ¨¦l.
Tanto se le ha sacralizado que ¨¦l mismo ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de compararse con Jesucristo.
¡°Cristo no agrad¨® a todos y, sin pruebas contra ¨¦l, acab¨® crucificado¡±. Lula tambi¨¦n podr¨ªa ser condenado sin pruebas.
¡°En Brasil, s¨®lo Jesucristo me gana (en popularidad)¡±
¡°Mi cuerpo est¨¢ m¨¢s reventado que el cuerpo de Cristo despu¨¦s de la flagelaci¨®n¡±
¡°En tres a?os Jes¨²s cambi¨® la historia. ?Qu¨¦ hicieron con ¨¦l? Lo crucificaron¡±. Alusi¨®n a que ¨¦l cambi¨® Brasil y tambi¨¦n lo est¨¢n crucificando injustamente.
Son estas algunas de las muchas alusiones de Lula a Jesucristo.
Tengo aprecio personal por el exsindicalista que sin estudios y tras haber sufrido el pinchazo de la pobreza, supo conquistar a las urnas para que lo nombraran presidente dela Rep¨²blica. Hasta celebramos, mi mujer y yo, el d¨ªa que gan¨® las elecciones.
Reconozco su carisma personal, la atracci¨®n que ejerce sobre los m¨¢s pobres y los halagos que siempre le prestaron banqueros y empresarios millonarios, con quienes se entendi¨® siempre bien. Reconozco su olfato pol¨ªtico, superior al de la mayor¨ªa de los representantes del Congreso. Y su incre¨ªble capacidad de metamorfosearse.
Creo, sin embargo, que esa sacralizaci¨®n del personaje, hoy acosado por la polic¨ªa, la fiscal¨ªa y la justicia, bajo graves sospechas de corrupci¨®n personal, no s¨®lo no le ayuda, sino que le perjudica.
Precisamente porque no es ning¨²n dios, Lula debe defenderse de sus acusaciones como se defienden todos los mortales.
Llegar¨ªa a decir que Lula no necesita de abogados. Sabe, cuando quiere, ser el mejor abogado de s¨ª mismo, como demostr¨® en el esc¨¢ndalo del mensal?o de 2005, del que sali¨® ileso tras haber confesado, solemnemente, al pa¨ªs, en televisi¨®n, que hab¨ªa sido v¨ªctima de sus colegas de partido.
Estoy convencido que su mejor defensa ser¨ªa, por tratarse de un personaje ic¨®nico, con proyecci¨®n mundial, mirar a la naci¨®n a los ojos y contarle lo que hay de verdad o de mentira en las acusaciones que le persiguen.
Intentar protegerlo o que ¨¦l se proteja con semejanzas sagradas, jugar a acercarlo a la figura despojada e incorrupta del papa Francisco, todo esto es m¨¢s bien empujarle hacia el abismo.
Si en periodismo existe el lema: ¡°Contra el rumor, la noticia¡±, Lula deber¨ªa tambi¨¦n, contra el rumor de sus presuntas corrupciones, presentar, a la luz del sol, la verdad de los hechos, si es que se siente inocente.
La naci¨®n, y me atrever¨ªa a decir que tambi¨¦n el mundo, tiene derecho a saber la verdad sobre Lula, sobre todo porque a¨²n sigue con el deseo y la esperanza de volver a presidir los destinos de Brasil.
Los textos sagrados, que tanto les gusta citar a ciertos pol¨ªticos brasile?os, afirman que ¡°s¨®lo la verdad nos har¨¢ libres¡± (Jn.8,32)
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