La Compa?¨ªa supera otro imposible
Los jesuitas se admiran de tener un Papa s¨®lo 200 a?os tras la supresi¨®n y 25 despu¨¦s de los castigos de Juan Pablo II
"Para los jesuitas era un imposible pensar que uno de los nuestros fuese elegido papa s¨®lo doscientos a?os tras la supresi¨®n y veinticinco despu¨¦s de una intervenci¨®n papal en el gobierno de la Compa?¨ªa". Son palabras del saliente prep¨®sito general de los jesuitas, el palentino Adolfo Nicol¨¢s, el pasado septiembre, entrevistado por Antonio Spadaro, director de La Civilt¨¤ Cattolica. En Espa?a se puede leer en Raz¨®n y Fe. Nicol¨¢s (Villamuriel de Cerrato, Palencia, 1936), no hablaba a humo de paja. La historia y vicisitudes de los jesuitas es un continuo sobresalto, admirados y odiados, perseguidos y perseguidores, dignos de alabanza pero tambi¨¦n execrables de oficio.
Encumbrados tantas veces y poderosos hasta decir basta en muchas ocasiones, la admiraci¨®n de Nicol¨¢s es comprensible. Apenas hace 25 a?os, Juan Pablo, que no disimulaba la ojeriza que los ten¨ªa (el papa polaco era m¨¢s del Opus Dei), intervino sin contemplaciones la congregaci¨®n, destituy¨® con alevos¨ªa a su m¨ªtico prep¨®sito general, el vasco Pedro Arrupe, y amenaz¨® con disolverlos de nuevo si no se inclinaban a lo ordenado por el Vaticano. Si despu¨¦s de esa ¨²ltima tribulaci¨®n, los jesuitas levantaron cabeza y siguieron siendo la gran congregaci¨®n (tambi¨¦n la m¨¢s numerosa, con creces) del catolicismo romano, es que la fundaci¨®n de los navarros Ignacio de Loyola y Francisco Javier tiene siete vidas.
Curiosamente, la segunda intervenci¨®n papal se produjo por lo contrario que las primeras. Hace algo m¨¢s de 200 a?os, la Compa?¨ªa que hab¨ªa nacido para combatir en favor del Papa de turno (¡°nuevos atletas para combatir a los enemigos de Dios¡±, era la consigna), cay¨® por un exceso de poder que molestaba a los te¨®ricamente poderosos del momento; ante Juan Pablo II, los?soldados de la Compa?¨ªa de Arrupe molestaban por lo contrario: el Vaticano los acusaba de comunistas y de encabezar la teolog¨ªa de liberaci¨®n, que tanto remord¨ªa a la Iglesia de los ricos y los palacios.
La supresi¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s (S. J. en sus siglas en lat¨ªn: Societatis Iesus) la decret¨® en 1773 el papa Clemente XIV por presiones de los principales monarcas cat¨®licos, todos borbones, singularmente el espa?ol Carlos III, que seis a?os antes hab¨ªa expulsado a los jesuitas de sus dominios bajo la acusaci¨®n de ser los instigadores del Mot¨ªn de Esquilache. C¨®mo se produjeron las expulsiones da para un relato p¨¢nico. El escritor y jesuita Pedro Miguel Lamet ha novelado sobre el caso espa?ol en El ¨²ltimo jesuita. La dram¨¢tica persecuci¨®n contra la Compa?¨ªa de Jes¨²s en tiempos de Carlos III¡¯(La Esfera de los Libros. 2011).
Hay miles de libros sobre los jesuitas, a favor y en contra. Pocos son neutrales. Lo dijo Jaime Balmes, nada sospechoso de anticlericalismo. ¡°?Los jesuitas! Este nombre bastar¨ªa para alarmar a cierto tipo de lectores y, por lo tanto, a fin de tranquilizarlos, dir¨¦ que no me he propuesto aqu¨ª una apolog¨ªa¡±, escribe en su famoso ¡®El protestantismo comparado con el catolicismo¡¯, de 1844.
Todo eso se produjo en Europa, pero las disputas en torno a esta congregaci¨®n saltaron pronto de continente. De segundo a tercer presidente de Estados Unidos, esto escribe John Adams en 1816 a Thomas Jefferson: ¡°No me agrada la reciente resurrecci¨®n de los jesuitas, ?no ser¨¢ que vamos a tener aqu¨ª enjambres de ellos, con m¨¢s apariencia y disfraces que los que tiene el rey de los gitanos?¡± Adams estaba releyendo a Pascal y hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que ¡°si alguna congregaci¨®n humana merece la perdici¨®n eterna as¨ª en la tierra como en los infiernos, esa es la Compa?¨ªa de Jes¨²s¡±, pero que, sin embargo, ¡°dado el sistema de libertad religiosa¡± vigente en EEUU, deber¨ªan concederles asilo si los jesuitas supervivientes, rechazados con brutalidad en muchos pa¨ªses de Europa, as¨ª lo solicitaban.
Con tales antecedentes no extra?a que Adolfo Nicol¨¢s se admire de la poderosa resurrecci¨®n de los jesuitas en este comienzo de siglo. Tienen por fin un Papal (ellos, que fueron acusados de ser ¡®papas negros¡¯, es decir, poderosos en la sombra pero no recomendables para salir a la luz del d¨ªa); eligen prep¨®sitos sin sobresaltos y, por cierto, vuelven a hablar en espa?ol despu¨¦s de muchos mandatos de prep¨®sitos de otros pa¨ªses. Tras Arrupe mand¨® mucho el holand¨¦s Peter Hans Kolvenbach, sustituido en 2008 por el espa?ol Adolfo Nicol¨¢s. Ahora el generalato se traslada a la Am¨¦rica que habla espa?ol, por primera vez, con la elecci¨®n del venezolano Arturo Sosa Abascal. Son los nuevos tiempos del catolicismo romano, cada vez menos romano, cada vez menos europeo.
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