B¨¦lgica se resiste a desbloquear el tratado comercial entre la UE y Canad¨¢
El consejo de ministros de la Uni¨®n fracasa en el acuerdo del CETA y deja la negociaci¨®n final en manos de la cumbre de l¨ªderes, este jueves y viernes en Bruselas
Asterix redivivo. Valonia, una peque?a regi¨®n franc¨®fona de B¨¦lgica con apenas 3,5 millones de habitantes y aquejada de un brusco declive industrial, mantiene bloqueado el acuerdo comercial entre la Uni¨®n Europea y Canad¨¢, conocido como CETA y que ten¨ªa que ser una especie de antesala del TTIP, el pacto con Estados Unidos. Las cinco largas horas del consejo de ministros de Comercio de la Uni¨®n, reunido en Luxemburgo, han acabado hoy martes en un sonoro rev¨¦s para las aspiraciones europeas. En un continente que se ha especializado en encadenar crisis may¨²sculas de forma interminable (Grecia, los refugiados, el Brexit, la fractura entre acreedores y deudores que atenaza la zona euro), los asuntos comerciales pasan a engrosar esa lista con un l¨ªo pol¨ªtico de primera magnitud.
Tras el fiasco de los ministros, incapaces de convencer a B¨¦lgica, ser¨¢n los jefes de Estado y de Gobierno quienes traten de descongelar el pacto con Canad¨¢. Eso ser¨¢ el pr¨®ximo viernes, en la cumbre de Bruselas. Y sin m¨¢s tiempo para otro chasco: "Hay que cerrar la negociaci¨®n el viernes", ha explicado la comisaria Cecilia?Malmstr?m en una especie de ultim¨¢tum a los valones y, por extensi¨®n, los belgas. En Luxemburgo se han repetido las protestas callejeras contra ese pacto, que ten¨ªa que ser el primero del club europeo con un pa¨ªs del G-7 y que ha encallado en la peque?a e inesperada roca valona.
"Confiemos en lograr el acuerdo esta semana", ha afirmado una cariacontecida Malmstr?m, que teme por la credibilidad de la Uni¨®n si el bloqueo persiste y el continente no logra pactar con un pa¨ªs, Canad¨¢, con el que comparte casi todo. Con la UE metida en una crisis existencial despu¨¦s del Brexit y tras casi una d¨¦cada de Gran Recesi¨®n, el cortocircuito provocado por Valonia es una met¨¢fora de los tiempos que corren. Una de las potencias de la UE, Reino Unido, se marcha dando un portazo. Y una peque?a regi¨®n, Valonia, es capaz de poner patas arriba un club que desde el primer d¨ªa tuvo entre sus se?as de identidad esa actitud librecambista y proglobalizaci¨®n que se expresa en los acuerdos comerciales. Los valones han denunciado presiones de todo tipo en las ¨²ltimas horas. Coinciden con los activistas al denunciar que la negociaci¨®n se ha cocinado en secreto, que el pacto no respeta los principios democr¨¢ticos de la UE. Desconf¨ªan de muchos asuntos, como ya hizo tambi¨¦n el Constitucional alem¨¢n la semana pasada. Y han conseguido que la UE ofrezca una declaraci¨®n con valor legal que trata de responder a todas esas inquietudes. Sin resultado: el Parlamento val¨®n sigue firme en su negativa. Al menos por el momento.
El l¨ªo tiene un poco de todo. Los valones llevan semanas en estado de shock, tras el anuncio de la multinacional Caterpillar de cerrar su f¨¢brica en la zona, con m¨¢s de 2.000 empleos directos y de 5.000 indirectos en una regi¨®n muy maltratada ya por la decadencia de la miner¨ªa y la siderurgia. En Valonia, como en Reino Unido y en buena parte de la Europa continental, las actitudes antiestablishment se mezclan con los temores a la hiperglobalizaci¨®n, que aparecen en ese tipo de acuerdos en forma de amenazas de privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos o de recelos ante los complejos mecanismos para dirimir conflictos entre inversores y Estados. Esos miedos escaman a los activistas y aparecen ya en algunos discursos oficiales: han calado entre la ciudadan¨ªa a pesar de los esfuerzos de la Comisi¨®n Europea por desmentirlos. La pol¨ªtica comercial es competencia exclusiva de la UE, pero varios socios dieron un golpe de mano el verano pasado para que cualquier acuerdo tenga que ser ratificado por los parlamentos nacionales, un escollo que a d¨ªa de hoy, a la vista de las protestas que generan los asuntos comerciales, parece casi insalvable.
La UE puede tener serios problemas de credibilidad si no resuelve ese l¨ªo. Malmstr?m ha tratado de combatir todas esas inquietudes, expresadas por varias delegaciones, con una declaraci¨®n con valor jur¨ªdico y en la que se intenta dejar claro que si un Estado no ratifica el tratado por motivos judiciales (como la sentencia del Constitucional germano) o democr¨¢ticas (si no cambia el voto en contra val¨®n), la aplicaci¨®n provisional del acuerdo se suspender¨¢. Berl¨ªn, adem¨¢s, solo ha retirado sus reservas despu¨¦s de que esa declaraci¨®n recogiera todos los caveats de su Tribunal Constitucional, convertido en una especie de tribunal de ¨²ltima instancia europeo por la puerta de atr¨¢s. A instancias de Berl¨ªn, solo se aplicar¨¢n provisionalmente los cap¨ªtulos del acuerdo que versan sobre competencias exclusivas europeas, al menos hasta que el tratado sea ratificado. Tanto Ruman¨ªa como Bulgaria, asimismo, no dar¨¢n luz verde hasta que Canad¨¢ garantice el cap¨ªtulo de visados para sus ciudadanos, aunque las fuentes consultadas apuntan que ese es un asunto muy menor.
En el fondo, el CETA es solo un entrem¨¦s: todas esas suspicacias, multiplicadas por cien, aparecer¨¢n cuando se sirva el plato principal, el TTIP con Estados Unidos. Si es que llega a servirse. Ese pacto se ha metido ya en el congelador, a la espera de las elecciones en EE UU y de los comicios en Alemania y Francia. En Washington, Donald Trump ni Hillary Clinton han dado sobradas muestras de que no son, ni mucho menos, fervientes admiradores de los grandes tratados comerciales. En Europa, el presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande y el vicecanciller alem¨¢n Sigmar Gabriel expresan mucho m¨¢s que reservas al respecto, despu¨¦s de las protestas cada vez m¨¢s recurrentes y numerosas en la calle. "Acabamos de cerrar un acuerdo con Sud¨¢frica y hay negociaciones avanzadas con Mercosur, Jap¨®n y Estados Unidos. Pero Europa tiene que pensar qu¨¦ quiere hacer al respecto", ha dicho Malmstr?m ante la prensa a la vista de los problemas para suscribir el pacto que parec¨ªa m¨¢s sencillo. "No habr¨¢ firma con el primer ministro canadiense Justin Trudeau si no se cierra la negociaci¨®n esta semana, tras la cumbre de Bruselas", ha declarado. Ante el veto val¨®n, "hay buenas razones para firmar: se eliminar¨¢n en 99% de los aranceles, los est¨¢ndares europeos se mantendr¨¢n, no va a haber privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos ni nada parecido", han explicado tanto la sueca Malmstr?m como el ministro eslovaco Peter Ziga, en un argumentario que no termina de convencer a los cr¨ªticos.
Fuentes de las negociaciones creen que la citada declaraci¨®n con valor legal puede ser suficiente para vencer la resistencia en B¨¦lgica. "Las diferencias son, en este momento, m¨¢s jur¨ªdicas que pol¨ªticas", seg¨²n un diplom¨¢tico. Otras fuentes sugieren justamente lo contrario: el asunto est¨¢ ya en manos de los l¨ªderes y eso enmara?a el ovillo y lo hace expl¨ªcita, poderosamente pol¨ªtico. El edificio del consejo de ministros europeo, en pleno distrito financiero de Luxemburgo, apareci¨® anoche cubierto con una pancarta de Greenpeace: "No comercien con la democracia. No al Ceta". Luxemburgo es un pseudopara¨ªso, pero solo fiscal: los activistas desafiaron el fr¨ªo y la lluvia con una catarata de consignas dirigida a los ministros. As¨ª est¨¢ el patio.
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