Las mujeres, el cuerpo y la insurrecci¨®n
Al relacionar la violencia sexual y los derechos reproductivos con huelgas de trabajo, las argentinas y las polacas han logrado mucho m¨¢s de lo que parece
¡°Si mi vida no vale, produzcan sin m¨ª¡±.
La frase en la pancarta de una manifestante en las calles de Buenos Aires, el 19 de octubre, expresa un punto de inflexi¨®n en las protestas contra la violencia sufrida por las mujeres. No son tan solo las mujeres en las calles, sino mujeres fuera de la producci¨®n. Al relacionar los cuerpos violados con cuerpos que se niegan a producir, mediante la declaraci¨®n de una huelga general, el potencial de cuestionamiento y de rebeli¨®n se ampl¨ªa. No es una chispa, sino un incendio. Este no es un octubre cualquiera en el campo de los feminismos.
La huelga de una hora fue movida en Argentina por la muerte de Luc¨ªa P¨¦rez en la ciudad litoral de Mar del Plata. A Luc¨ªa la drogaron, la violaron y la asesinaron. La violaron no solo con el pene, sino tambi¨¦n con un objeto. La empalaron. Ten¨ªa 16 a?os.
Al promover la manifestaci¨®n, las argentinas se inspiraron en las polacas. El 3 de octubre, las mujeres de Polonia decretaron una huelga general para protestar por un proyecto de ley que, en la pr¨¢ctica, pondr¨ªa fin a la posibilidad de abortar. En el pa¨ªs se permite la interrupci¨®n del embarazo solo en caso de riesgo de muerte de la madre, violaci¨®n o malformaci¨®n del feto. Pero el proyecto restringir¨ªa a¨²n m¨¢s el acceso legal. Al vestirse de negro y tomar las calles en m¨¢s de 60 ciudades del pa¨ªs, las mujeres le dieron un susto al Gobierno, y tambi¨¦n a la Iglesia Cat¨®lica, la articuladora del proyecto. Lograron que la ofensiva contra el aborto diese un paso atr¨¢s.
En Argentina y en Polonia, las mujeres hicieron huelgas de trabajo contra el control de los cuerpos: por el violador y asesino, por el Estado y por la Iglesia
Tanto en Polonia como en Argentina, el movimiento fue convocado por un grupo de organizaciones feministas pero cont¨® con la presencia significativa de mujeres que nunca hab¨ªan participado en ninguna protesta ni pertenec¨ªan a ning¨²n colectivo. De lo que se trata, tanto en Argentina como en Polonia,?es del control sobre los cuerpos femeninos por el violador y asesino, tolerado y enseguida impune, cuando no justificado y por el Estado la Iglesia, que con frecuencia se articulan para impedir derechos sexuales y reproductivos.
La inspiraci¨®n de la huelga de trabajo ¡ªfuera y dentro de casa¡ª puede haber venido de Islandia hace m¨¢s de 40 a?os. Y tambi¨¦n en un mes de octubre. El 24 de octubre de 1975 miles de mujeres islandesas suspendieron todas sus actividades. Dejaron incluso de cambiar pa?ales y de alimentar a los ni?os. Decretaron el D¨ªa Libre de las Mujeres y ocuparon las calles para exigir la igualdad de derechos. En gran parte debido a este acto de rebeld¨ªa, Islandia eligi¨® en 1980 a la primera mujer presidenta de Europa y a la primera jefa de Estado escogida democr¨¢ticamente en el planeta por el conjunto de la poblaci¨®n.
Vigdis Finnbogad¨®ttir, elegida y reelegida m¨¢s de una vez, permaneci¨® 16 a?os en la presidencia del pa¨ªs. Era madre soltera y divorciada. Particip¨® en la huelga general que, cinco a?os despu¨¦s, abrir¨ªa espacio para que asumiese el poder por el voto, al lado de su madre y de su hija de tres a?os. Y no est¨¢ de m¨¢s recordar que Brasil solo eligi¨® a una mujer presidente ¡ªDilma Rousseff¡ª tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 2010, y despu¨¦s la destituy¨® sin ninguna base legal para ello. Y los Estados Unidos, la principal potencia mundial del mundo contempor¨¢neo, reci¨¦n trata de elegir a la primera, Hillary Clinton. Y contra un candidato machista, mis¨®gino y coleccionista de declaraciones de est¨ªmulo a la violencia de g¨¦nero.
En este octubre de 2016 hay algo de particular en los movimientos que atravesaron dos pa¨ªses perif¨¦ricos en la geopol¨ªtica mundial, situados en continentes diversos, y que tuvieron eco por el mundo. Algo que merece toda la atenci¨®n. Las huelgas de mujeres se insertan en el contexto de la irrupci¨®n de nuevos feminismos en diferentes partes del planeta, como en el propio Brasil. Pero le traen un acontecimiento inaudito.
Quitar el cuerpo de la l¨ªnea de producci¨®n y ponerlo en las calles es decir que no es un objeto en ninguna posici¨®n: el objeto objeta
Quitar el cuerpo de la esfera concreta de la producci¨®n y ponerlo en las calles es decir muy claramente que aquel que as¨ª se enuncia no es objeto en ninguna posici¨®n. Es decir tambi¨¦n que el cuerpo con deseo jam¨¢s ser¨¢ solo un objeto, ni siquiera en la l¨ªnea de producci¨®n capitalista. Lo que no hay en la violaci¨®n es precisamente deseo. Lo que hab¨ªa en las calles de Argentina eran cuerpos deseosos.
En la convocatoria, las argentinas dec¨ªan: ¡°En tu oficina, escuela, hospital, juzgado, redacci¨®n, tienda, f¨¢brica o donde est¨¦s produciendo, par¨¢ una hora para exigir basta de violencia machista, vivas nos queremos¡±. En una entrevista con el peri¨®dico Nexo, la investigadora y periodista Micaela Fern¨¢ndez Darriba dijo: ¡°Si no soy considerada como sujeta o ciudadana, ya que pueden cosificarme, explotarme sexualmente, traficarme, violarme y asesinarme, entonces que produzcan sin m¨ª¡±.
Al retirarse de la producci¨®n, el objeto objeta. Al objetar, es, sin duda, sujeto. Como tan bien dijo el poeta Arnaldo Antunes: ¡°Sujeta quien objeta¡±. ?A qu¨¦ objetan las mujeres argentinas? Objetan a ser objetos. Objetos para la violaci¨®n, objetos para la producci¨®n. Objetos para la destrucci¨®n. Al objetar sujetan. Y sujetan en amplios sentidos.
El control de los cuerpos de las mujeres no es una denuncia de militantes, una jerga feminista. La relaci¨®n entre los cuerpos de las mujeres, el poder y la pol¨ªtica se produce en la vida cotidiana. No corre en paralelo, corre imbricado. ?ntimamente imbricado, e implicado.
Es imposible entender la historia reciente de Brasil sin entender la relaci¨®n entre el cuerpo de la mujer, el poder y la pol¨ªtica
Es imposible, por ejemplo, entender la historia reciente de Brasil sin entender esta relaci¨®n. ?Cu¨¢l es el tema que rebaja la elecci¨®n presidencial de 2010, disputada por Jos¨¦ Serra, del Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB) y Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT)? La acusaci¨®n subterr¨¢nea de que Dilma es una ¡°asesina de fetos¡±. ?Qui¨¦n se aproxima y se convierte en un aliado estrat¨¦gico, al peregrinar por templos evang¨¦licos afirmando que Dilma est¨¢ en contra del aborto, y les pide a los fieles que le voten? Eduardo Cunha, del Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB). Entre sus tantas maquinaciones, ?este personaje tan complejo une a los sectores conservadores de la C¨¢mara de los Diputados en torno a qu¨¦ proyecto? Impedir, en la pr¨¢ctica, el aborto legal.
El control sobre los cuerpos de las mujeres no es solo un debate filos¨®fico ni mueve tan solo protestas activistas. Es el d¨ªa a d¨ªa de la pol¨ªtica. La huelga general del octubre polaco, por ejemplo, fue movida contra un proyecto articulado por la Iglesia Cat¨®lica y apoyado por el Gobierno conservador del pa¨ªs. Cabe recordar que la Iglesia Cat¨®lica solo se sinti¨® fortalecida en Polonia para emprender esta ofensiva contra el aborto porque fue una aliada estrat¨¦gica contra el r¨¦gimen comunista y se fortaleci¨® en el pa¨ªs tras la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el fin de la Guerra Fr¨ªa. All¨ª, como aqu¨ª, el cuerpo de las mujeres est¨¢ ¨ªntimamente entrelazado en la negociaci¨®n de los apoyos, en los pesos y en los contrapesos. El cuerpo de las mujeres atraviesa ¡ªy es atravesado por¡ª el poder y la pol¨ªtica.
Cuando las mujeres, en cualquier parte del planeta, salen a la calle a reivindicar sus derechos o protestar contra la violencia, es fuerte. Pero cuando para ocupar las calles quitan el cuerpo de la producci¨®n, el potencial de la manifestaci¨®n es de otro orden. Y el contenido pol¨ªtico tambi¨¦n.
En el caso de Argentina, las activistas afirmaron que la huelga tambi¨¦n llamaba la atenci¨®n sobre el desempleo y la desigualdad salarial en el mercado de trabajo. Me parece que llama la atenci¨®n sobre mucho, mucho m¨¢s que eso. No se trata apenas de discutir c¨®mo se regula el cuerpo en el mundo de la producci¨®n, sino de cuestionar el propio lugar del cuerpo en el mundo de la producci¨®n.
Relacionar cuerpos sexualmente violados y literalmente destruidos con cuerpos que concretamente se niegan a producir es unir los puntos. Es explicitar la relaci¨®n ¨ªntima entre todas estas dimensiones. Y reapropiarse del potencial de insubordinaci¨®n contenido en la reconversi¨®n del objeto en sujeto. Sujeto multidimensional, ya no compartimentado. Un cuerpo, ya no pedazos de un cuerpo.
Dilma Rousseff comenz¨® a caer antes incluso de ser elegida, al aceptar el chantaje en torno al aborto y ser ¡°defendida¡± por Eduardo Cunha
Compartimentar el cuerpo, descuartizarlo, solo interesa a proyectos de poder que pasan por el control de estos mismos cuerpos, como tan bien ense?aron, en Brasil, Eduardo Cunha y la llamada Bancada BBB (Buey, Bala y Biblia). Dilma Roussef, la primera mujer presidente de Brasil, fue derribada por varias razones. Pero tal vez haya comenzado a caer cuando, al ser elegida, capitul¨® ante el chantaje con el cuerpo de las mujeres y se ali¨® a lo peor. La entonces candidata presidencial accedi¨® a ser derrotada all¨ª como mujer, para poder vencer. ?Vencer?
En aquel momento, el aborto puede haber parecido un tema secundario, o un tema de orden tan solo moral. Una moneda de cambio que no compromet¨ªa lo esencial. Pero lo que parec¨ªa un compartimento era lo que de hecho articulaba un proyecto mucho m¨¢s complejo y agresivo de ocupaci¨®n del poder.
En tiempos de ¡°inteligencia artificial¡± y relaciones ¡°sin cuerpo¡± en Internet, las mujeres son aquellas que ¡°se encarnan¡±
El control sobre el cuerpo de las mujeres atraviesa varios per¨ªodos hist¨®ricos y culturas diversas, cada una con sus particularidades. Pero, en este momento de la historia humana, hay un sentido nuevo: la creciente posibilidad cient¨ªfica de una inteligencia sin cuerpo. Hay un sentido nuevo, tambi¨¦n, cuando una gran parte de la vida cotidiana de todos sucede en las redes sociales, en Internet. Sucede, por lo tanto, sin cuerpo. El ¡°sin cuerpo¡±, en cierta medida, ya es una realidad. Pero una realidad a¨²n limitada ¡ªo ampliada, desde mi punto de vista¡ª por la experiencia de tener un cuerpo.
Son precisamente las mujeres las que, en este contexto hist¨®rico, no se ¡°escapan¡± del cuerpo. No se escapar¨ªan del cuerpo ni aunque quisiesen. En lo cotidiano. Nadie se escapa, claro. Pero una mujer sangra todos los meses, su humor est¨¢ ¨ªntimamente vinculado a la variaci¨®n de las hormonas, la reproducci¨®n o no es una decisi¨®n dif¨ªcil cuando es elegida, y una opresi¨®n cuando no lo es. Generar a un hijo es posiblemente la experiencia m¨¢s encarnada que un ser humano pueda tener. Darle de mamar tambi¨¦n. Cuando todo esto cesa, otras cosas tambi¨¦n ocurren en el cuerpo, la vejez es anunciada por el ¨²tero. Y una gran parte de estos procesos del cuerpo son controlados y regulados por leyes hechas por hombres.
Lo que quiero subrayar aqu¨ª es: en este mundo de virtualidades e inteligencia artificial, las mujeres son aquellas llamadas cotidianamente a encarnarse. Esta caracter¨ªstica biol¨®gica pari¨® el mundo de la cultura, los mundos de las culturas. Y siempre ha sido explosiva. Ahora, me parece, el potencial explosivo es a¨²n mayor. Y tambi¨¦n por eso hay tantas ofensivas en el mundo entero contra los derechos de las mujeres, hay tantos ataques a los cuerpos femeninos. Y hay tantas tentativas de retroceso por todas partes. Este debate, ya muy intrincado, pasa a tener nuevas capas de complejidad.
Encarnarse, en este mundo, no es una maldici¨®n. Por lo contrario. Es fascinante ese cuerpo que llama, que recuerda, que avisa, que goza. Es tambi¨¦n fascinante ese cuerpo que, al articular el deseo, se convierte en palabra.
Hay que recordar que, en este momento, hay tambi¨¦n una ofensiva conservadora en el mundo. Las polacas y las argentinas tienen, en com¨²n, un proyecto conservador en sus respectivos Gobiernos. No liberal, sino conservador. As¨ª como Brasil.
Las mujeres tienen mucho que decir sobre los cuerpos convocados a sacrificarse por Gobiernos conservadores
Cuando las crisis econ¨®micas se acent¨²an, Gobiernos como el actual no conciben reducir los privilegios de los m¨¢s ricos, gravar las grandes fortunas, suspender las ventajas ofrecidas a las empresas, redistribuir la renta. No. La convocaci¨®n es a que los m¨¢s pobres comparezcan con sus cuerpos. El sacrificio exigido es siempre de los mismos cuerpos. Son ellos los que tendr¨¢n menos recursos para la salud y la educaci¨®n, son sus cuerpos los que deben presentarse para ser agotados en m¨¢s a?os de trabajo.
Por el control de los cuerpos se produce la disputa pol¨ªtica, la disputa de poder. Y sobre esto, las mujeres tambi¨¦n tienen mucho que decir. Cuando las argentinas dicen ¡°Ni Una Menos¡±, este no es un decir tan solo en el campo de las ideas. Es m¨¢s que eso: es no aceptamos ning¨²n cuerpo menos. Y no lo aceptamos en ninguna parte. No lo aceptamos en la vida. Rechazar el lugar de objeto en la l¨ªnea de producci¨®n para encarnarse como sujeto en todas partes es un acto inmenso. Y apunta directamente hacia donde est¨¢ la mistificaci¨®n.
Un cuerpo sin deseo no produce. Pero un cuerpo de deseo produce un decir: ¡°Ni Una Menos¡±. Como este es un decir sobre el cuerpo y con el cuerpo, se convierte en acto. Encarnarse es un verbo-acci¨®n, que amenaza a quien depende de la subyugaci¨®n de los cuerpos para imponer sus proyectos de poder.
Es fascinante ser testigo del momento en el que las mujeres (re)descubren que tener un cuerpo femenino no es maldici¨®n, sino potencia. Al hacer una huelga general y decir ¡°Ni Una Menos¡±, las mujeres producen el grito m¨¢s insurrecto. Dicen: "?Enc¨¢rnense!" Y se encarnan.
* Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n?Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.
Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
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