Siete a?os de negociaci¨®n para un acuerdo de 12.000 millones de euros

El principio de acuerdo que el Gobierno de B¨¦lgica ha alcanzado este jueves con Valonia abre una v¨ªa para que el CETA, el tratado comercial UE-Canad¨¢, entre en vigor provisionalmente tras una larga traves¨ªa iniciada en 2007.

Un largo camino. La pelota est¨¢ ahora en el tejado del Parlamento val¨®n, que deber¨¢ votar la nueva propuesta. Aunque se aprobara, el texto entrar¨ªa en vigor provisionalmente a la espera de ser ratificado por los Veintiocho socios de la UE, y la C¨¢mara valona se reserva el derecho a bloquearlo en el futuro si no se cumplen sus exigencias. Ninguno de los mandatarios que impulsaron estar¨¢ para firmarlo: el entonces presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Durao Barroso, es hoy presidente no ejecutivo de Goldman Sachs y ha sido degradado por Bruselas a la condici¨®n de lobista, mientras que el anta?o primer ministro canadiense, el conservador Stephen Harper, pas¨® a la oposici¨®n tras ser derrotado por el liberal Justin Trudeau, que el mi¨¦rcoles por la noche cancel¨® su viaje a Bruselas ante el bloqueo.

?Cu¨¢ndo se plante¨® el CETA? El acuerdo fue concebido hace nueve a?os, cuando la UE y Canad¨¢ decidieron encargar un estudio sobre los beneficios de profundizar en el libre comercio suprimiendo el 99% de los aranceles que gravan sus intercambios. El resultado del informe fue lo suficientemente convincente como para que ambas partes se pusieran manos a la obra. En 2009 se iniciaron oficialmente las conversaciones.

Los beneficios estimados del acuerdo. La Comisi¨®n Europea defiende que el tratado supondr¨ªa una importante inyecci¨®n de empleo y crecimiento para la econom¨ªa europea: seg¨²n sus estimaciones el comercio bilateral puede aumentar un 23%, o lo que es lo mismo, 26.000 millones de euros anuales. Ello se traducir¨ªa, seg¨²n la versi¨®n comunitaria, en un aumento del PIB europeo de 12.000 millones de euros cada a?o.

El rechazo al TTIP afecta al CETA. En septiembre de 2014, en la cumbre de Ottawa, los l¨ªderes de la UE y Canad¨¢ anunciaban el fin de las negociaciones y el CETA pasaba a ser un documento cerrado de 1.598 p¨¢ginas listo para ser aprobado. Pero en el camino hacia la ratificaci¨®n se encontr¨® con un obst¨¢culo inesperado: el amplio rechazo social contra su hermano mayor, el TTIP, el acuerdo comercial que Europa negocia con Estados Unidos, llev¨® a la canciller alemana, Angela Merkel, a defender la v¨ªa de la ratificaci¨®n parlamentaria en los Estados miembros para evitar el desgaste de imponerlo sin el visto bueno del Bundestag en medio de la contestaci¨®n en las calles y a meses vista de las elecciones germanas.

Su criterio se extendi¨® y Bruselas cedi¨® sus competencias a los Estados miembros catalogando el tratado como mixto, lo que obliga a que los Veintiocho den su consentimiento para que siga adelante. Lo que ocurri¨® desde ah¨ª es historia reciente: las leyes del descentralizado Estado belga otorgan a los parlamentos regionales un amplio poder de decisi¨®n. As¨ª, en un hecho in¨¦dito en la historia comunitaria, una regi¨®n de 3,5 millones de habitantes ha bloqueado temporalmente un acuerdo que afecta a 508 millones de europeos.

El no val¨®n. El presidente val¨®n, Paul Magnette, ha dado su brazo a torcer tras exasperar durante semanas a los negociadores europeos y canadienses con su tajante negativa a firmar. La cuesti¨®n agr¨ªcola y, sobre todo, los mecanismos de arbitraje entre inversores y Estados, han retrasado el pacto. Valonia quiere garant¨ªas de que los Estados no se van a ver debilitados frente a las multinacionales cuando entren en funcionamiento los tribunales que dirimen conflictos entre Gobiernos y empresas.

El rechazo hunde sus ra¨ªces en algo m¨¢s profundo que el propio CETA: si los beneficios de la globalizaci¨®n son en ocasiones difusos, en el caso de Valonia se ha presentado a los ciudadanos con un rostro desagradable, en forma de minas abandonadas y f¨¢bricas cerradas a golpe de deslocalizaci¨®n. La decadencia de la industria local ha empujado a los electores hacia posiciones contrarias al libre comercio, y seg¨²n los sondeos, la oposici¨®n a la izquierda de Magnette, el Partido del Trabajo, ha triplicado sus apoyos.

La estrategia comercial europea, en cuesti¨®n. Las dificultades que la UE ha encontrado para aprobar el CETA pueden ser la antesala de lo que le espera, en una escala mucho mayor, si trata de ratificar el TTIP. El rechazo internacional frente al pacto con Washington supera ampliamente el que ha paralizado el de Canad¨¢, un pa¨ªs que genera menos inquietudes al carecer del tama?o y la presencia empresarial de su vecino estadounidense. El acuerdo no solo se ha enfrentado a las trabas de Valonia. Tambi¨¦n se ha visto sometido al escrutinio del Tribunal Constitucional alem¨¢n y al rechazo temporal de Bulgaria y Ruman¨ªa, que solo han levantado el veto despu¨¦s de que Canad¨¢ garantizara que sus ciudadanos no necesitar¨¢n visado para entrar en el pa¨ªs.