3.000 euros a un homosexual de Alemania por una vida robada
Heinz Schmitz fue condenado en 1961 a seis meses de c¨¢rcel por mantener relaciones homosexuales. Alemania prepara una ley para indemnizarle a ¨¦l y a otras 5.000 v¨ªctimas
¡°Aqu¨ª llega el cerdo de Friburgo¡±. Heinz Schmitz recuerda c¨®mo fue recibido por los funcionarios del correccional para menores en el que, aterrorizado, ingres¨® en 1962. Acababa de ser condenado a seis meses de c¨¢rcel por ¡°actos deshonestos¡± con hombres. Pero el juez se apiad¨® de ¨¦l y, para que no perdiera su puesto de aprendiz en una empresa, le redujo la pena a dos a?os de libertad condicional. Deb¨ªa, eso s¨ª, pasar tres fines de semana de internamiento. As¨ª interiorizar¨ªa el castigo por los horribles actos que hab¨ªa cometido.
Alemania mantuvo hasta 1969 la versi¨®n de la ley endurecida por los nazis
¡°Me metieron en una celda de aislamiento para que no tocara a nadie. Fue horrible¡±, recuerda este hombre de 72 a?os que solo cumplidos los 40 se atrevi¨® a vivir su homosexualidad libremente. ?l y otras 5.000 v¨ªctimas de una ley despiadada que destroz¨® infinidad de vidas esperan ahora la rehabilitaci¨®n e indemnizaci¨®n que prepara el Estado alem¨¢n.
El texto redactado por el Ministerio de Justicia prev¨¦ la anulaci¨®n de todas las condenas basadas en el art¨ªculo 175, que hasta 1994 castig¨® el sexo entre hombres. Solo entre hombres, porque entre mujeres era simplemente inconcebible. Reino Unido planea una iniciativa similar, pero Alemania quiere ir m¨¢s all¨¢ e indemnizar a las v¨ªctimas de la homofobia dirigida desde el Estado. Ser¨ªan unos pagos de car¨¢cter simb¨®lico: 3.000 euros para cada condenado y 1.500 m¨¢s por cada a?o de c¨¢rcel sufrido. En total, la iniciativa costar¨ªa 30 millones de euros.
Antes de recibir el visto bueno, el proyecto de ley debe ahora ser revisado por los Estados federados y los ministerios afectados. Stefan Kappe, de la Asociaci¨®n de Juristas Homosexuales, teme que los sectores m¨¢s conservadores de la CDU de Angela Merkel traten de paralizar o descafeinar la propuesta del ministro socialdem¨®crata Heiko Maas. Los socialcristianos b¨¢varos de la CSU han criticado la iniciativa por crear ¡°un precedente legal¡± para otros casos.
Las indemnizaciones que se barajan no son muy abultadas, pero Schmitz se da por satisfecho. ¡°Lo veo como un acto de reconocimiento del dolor causado por el Estado¡±, asegura. M¨¢s cr¨ªtico es Klaus Jetz, director de la Federaci¨®n de Lesbianas y Gais de Alemania. Este activista alaba la iniciativa, pero cree que llega demasiado tarde, cuando muchos de los que sufrieron una persecuci¨®n brutal ya han fallecido. Las indemnizaciones, adem¨¢s, le parecen demasiado bajas. ¡°Preferir¨ªa una pensi¨®n mensual. La persecuci¨®n policial y los antecedentes penales destruyeron la carrera profesional de muchas personas que a¨²n hoy sufren los efectos, con jubilaciones m¨ªnimas¡±, a?ade Jetz.
¡°Me metieron en una celda aislado para que no tocara a nadie¡±, recuerda
Al escuchar la historia de Schmitz, estremece la brutalidad con que se trataba a los homosexuales en los a?os cincuenta y sesenta. Fue su propia madre la que denunci¨® a los servicios de juventud ¡°las malas compa?¨ªas¡± del hijo. La mujer reclamaba a los asistentes sociales que ayudaran al muchacho de 17 a?os; y estos se pusieron en contacto con la brigada policial de prevenci¨®n del vicio. ¡°Fue entonces cuando se desencaden¨® el alud¡±, asegura Schmitz por tel¨¦fono desde su casa en Friburgo, al suroeste de Alemania.
A la c¨¢rcel por un beso
El infausto art¨ªculo 175 estuvo en vigor desde la fundaci¨®n del Imperio alem¨¢n en 1871 hasta 1994. Tras la Segunda Guerra Mundial, la joven Rep¨²blica Federal asumi¨® la versi¨®n endurecida por el r¨¦gimen nazi, que castigaba de forma brutal no solo la culminaci¨®n de las relaciones sexuales. ¡°Tambi¨¦n se pod¨ªa ir a la c¨¢rcel por un beso. O por ir a un local para encontrarse con otros hombres¡±, explica Jetz.
La aplicaci¨®n despiadada de la ley hizo que homosexuales que hab¨ªan padecido los campos de concentraci¨®n nazis tuvieran que volver a la c¨¢rcel tras la guerra por no haber cumplido ¨ªntegramente su condena. Algunos eligieron la castraci¨®n, se supone que voluntariamente, para evitar la prisi¨®n.
La persecuci¨®n en los cincuenta y sesenta era feroz: se les sacaba del trabajo, se espiaba a los sospechosos y a sus amigos y familiares. El cine ha reflejado en los ¨²ltimos a?os este ambiente opresivo en pel¨ªculas como la alemana El caso Fritz Bauer, que mezclaba ficci¨®n con hechos reales, o la suiza El C¨ªrculo. La reforma del C¨®digo Penal de 1969 trajo una relativa mejora: ya no se castigaba el sexo entre adultos, sino que se establec¨ªan unas edades de protecci¨®n m¨¢s amplias que para las relaciones homosexuales. Con todo, activistas como Klaus Jetz denuncian "la absoluta ignorancia" que rein¨® en esos a?os hacia personas que hab¨ªan sufrido una violaci¨®n flagrante de los derechos humanos. Al otro lado del tel¨®n de acero, la RDA tambi¨¦n castig¨® la homosexualidad hasta su ¨²ltimo d¨ªa de existencia.
Medio siglo despu¨¦s de su paso por la c¨¢rcel, Schmitz insiste en la importancia de contar su experiencia a las nuevas generaciones. ¡°Yo no tuve lo que tienen ahora los j¨®venes. No conoc¨ª hasta muy mayor lo que hace feliz a una persona. Me falt¨® el 50% de mi vida. Me la quitaron¡±, dice al otro lado del tel¨¦fono.
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