¡°El bien est¨¢ al alcance de cualquiera¡±
Paloma Escudero, directora mundial de comunicaci¨®n de UNICEF, recorre pa¨ªses en conflicto y con su marido cr¨ªa a tres hijos en Nueva York
Lleg¨® hace cuatro a?os a Nueva York para convertirse en directora de comunicaci¨®n mundial de Unicef. Es una de las espa?olas que m¨¢s alto han llegado en el organigrama de la ONU. No fue f¨¢cil el desembarco en USA: con ella ven¨ªan tres criaturas en edad escolar y un marido que tuvo que buscarse la vida. Ella recorre pa¨ªses de conflicto, 14 por a?o; y ¨¦l, dedicado al marketing del alcohol, recorre bares por los Estados Unidos. Se turnan. Esta mujer hace malabares con la conciliaci¨®n laboral pero en casa todos la comprenden. Cuando llega de un viaje saben que mam¨¢ vuelve de la guerra:
¡ªNo creo en la valent¨ªa en abstracto. El valor te lo da el prop¨®sito. Nuestro equipo en Alepo sobrevive en un b¨²nker desde hace un a?o pero su prop¨®sito diario es acompa?ar a los ni?os para que no pierdan la escuela, que tambi¨¦n suele estar en bajo tierra.
¡ªAhora m¨¢s que nunca se atenta contra la poblaci¨®n civil. Hay una impunidad como jam¨¢s hemos visto. El derecho humanitario internacional convert¨ªa en santuarios las plantas de agua, las escuelas, los hospitales, los caminos de salida de la poblaci¨®n. Eso se ha terminado. Lo primero que se bombardea son las plantas de agua para dejar a una ciudad sitiada. Oficialmente se respeta, pero no es as¨ª. Esto tiene muchas consecuencias aterradoras. Tambi¨¦n antes los trabajadores humanitarios ten¨ªan sus pasillos, sus zonas de respiro. Ahora son tan objetivo como la poblaci¨®n civil.
¡ªEl test de nuestra ¨¦poca es la acogida de refugiados y Europa lo est¨¢ suspendiendo. Un mill¨®n de refugiados para una Europa de m¨¢s de 320 millones de personas no es una crisis. El problema se lo hemos cargado a Turqu¨ªa, a L¨ªbano, a Jordania. Y ahora vemos el desbordamiento de esos pa¨ªses porque los refugiados llevan demasiado tiempo malviviendo en campamentos, sin ning¨²n tipo de esperanza, as¨ª que en estos momentos los que huyen pasan de largo porque saben que all¨ª se quedar¨¢n estancados. Turqu¨ªa acoge a 2 millones de refugiados desde hace cinco a?os. Eso s¨ª que es una crisis.
¡ªCanad¨¢ es nuestro ejemplo: cuenta con una poblaci¨®n abierta y un gobierno que aplica la ley de asilo. En cuanto a Alemania, hay que decir que est¨¢ haciendo lo correcto.
¡ªEspa?a es un pa¨ªs de tr¨¢nsito para los refugiados. No piensan en quedarse con nosotros. Aun as¨ª, las comunidades podr¨ªan haber tenido m¨¢s iniciativas. Al fin y al cabo, quienes han de estar dispuestos y organizados para recibir a refugiados son los ciudadanos.
¡ªEl tr¨¢fico de ni?os es una de las mayores amenazas. El viaje que hacen los adolescentes atravesando Nigeria y Libia hasta llegar luego a Italia es aterrador. El 100% declara haber sufrido explotaci¨®n sexual o laboral. Nosotros tratamos de protegerlos, identificarlos y hablar con el gobierno italiano para que puedan residir en un centro de acogida.
¡ªMi trabajo obliga a ser realista, nunca naif, a no creer que todo el mundo es bueno y que existe la gama de grises. Pero lo cierto es que estamos mejor que hace 20 a?os: se ha reducido la mortalidad infantil a la mitad y eso es un motivo para la esperanza. Tambi¨¦n la violencia se da en menor cantidad, aunque sea, tristemente, m¨¢s aguda.
¡ªLo que nos desespera son los conflictos enquistados. La brutalidad de la guerra de Siria nos obliga a trabajar por la mera supervivencia. Tratamos de garantizar algo de normalidad en sus vidas, pero es casi imposible.
¡ªLo que m¨¢s me preocupa, tal vez por mi condici¨®n de mujer, son las ni?as adolescentes. Y me conmueve ver c¨®mo esas criaturas que han sufrido situaciones extremas encuentran una fuerza interior para superar su trauma. Tienen una madurez impropia: hablan abiertamente de violencia sexual, defienden la educaci¨®n. Algunas se convierten en blogueras para Unicef. Tendr¨ªas que ver las cosas que cuentan en las redes las ni?as somal¨ªes. Son admirables.
¡ªNo hace falta estar en una ONG para hacer buenas obras. No es necesario ser voluntario; siempre lo digo: el bien est¨¢ a diario al alcance de cualquiera, en los actos cotidianos.
¡ªNo soy una aventurera. La experiencia me dice que a los lugares de conflicto hay que ir de manera respetuosa, no ser ostentoso. Nosotros no vamos con mucha protecci¨®n, pero aprendemos a movernos discretamente; en mi caso, porque soy blanca, entre otras razones. La seguridad es la adaptaci¨®n. Si eres temeraria pones en peligro a tus compa?eros.
¡ªLas madres son admirables y valientes. Las ves llegar en una balsa, por la noche, acarreando dos cr¨ªos. ?Qu¨¦ otra alternativa tienen? ?Morir en Siria? O las que llegan de Afganist¨¢n con sus ni?as, ?qu¨¦ pueden hacer? La gente huye de algo muy serio y Europa, enter¨¦monos, no es su primera opci¨®n. Vienen porque no tienen m¨¢s remedio.
¡ªNo solo me preocupa Trump. Es Europa tambi¨¦n. Vivimos en el miedo, el miedo al diferente alimentado por los medios y los pol¨ªticos. El 80% de los h¨²ngaros desean construir un muro. ?Por Dios, estamos hablando del coraz¨®n del Europa! El paralelismo con los a?os 30 es enorme. Parece mentira, con la experiencia del siglo XX.
¡ªMi marido suele decir: Paloma salva el mundo y yo pago la hipoteca (se r¨ªe). Es una suerte que no trabajemos en lo mismo. Es m¨¢s relajado. Nos conocimos en la empresa privada y ah¨ª es donde realmente aprend¨ª la estrategia de comunicaci¨®n que ahora aplico, aunque siempre me atrajo el voluntariado. Comenc¨¦ a los 18 a?os en el barrio de San Blas, con los gitanos, mientras hac¨ªa la carrera.
¡ªMi hijo de 10 a?os me dijo ayer algo enternecedor: "Mam¨¢, ?cuando se acabe lo de Siria te quedar¨¢s sin trabajo?"
?"Qu¨¦ m¨¢s quisiera yo, hijo m¨ªo", le contest¨® su madre, "que quedarme para siempre en el paro".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.