El presidente musical
Kuczynski mantiene una popularidad alta, pero el fujimorismo ha empezado a gobernar
El d¨ªa que asumi¨® la presidencia, incluso antes de ingresar al Palacio de Gobierno, Pedro Pablo Kuczynski toc¨® la flauta y condujo a una orquesta de ni?os. Pocos d¨ªas despu¨¦s, en el Gran Teatro Nacional, Zubin Mehta lo invit¨® a conducir a la Orquesta Filarm¨®nica de Israel interpretando el Himno Nacional del Per¨². Es verdad que durante la interpretaci¨®n Mehta permaneci¨® a su lado, e hizo un par de veces, con discreto ¨¦nfasis, alguna m¨ªmica de conducci¨®n, pero al final casi no hubo ojos secos en el auditorio, que premi¨® con una ovaci¨®n resonante a la orquesta, a Mehta y al presidente musical.
Si la conducci¨®n de orquestas se propuso como una impl¨ªcita met¨¢fora de la conducci¨®n del pa¨ªs, me parece que hasta ahora, 100 d¨ªas despu¨¦s de asumir la presidencia, el resultado para PPK ha sido m¨¢s bien disonante. Una cosa es conducir con Zubin Mehta al lado y otra hacerlo adivinando si Keiko Fujimori levanta o baja el pulgar. Porque para todo prop¨®sito pr¨¢ctico ahora en el Per¨² hay un cogobierno en el que el bonach¨®n PPK controla el Ejecutivo y la virtualmente invisible pero siempre autoritaria Fujimori, el Congreso.
Keiko Fujimori, quien, de paso, no reconoce hasta hoy su derrota, decidi¨® utilizar a fondo la sobrada mayor¨ªa congresal que las extra?as matem¨¢ticas electorales peruanas le hab¨ªan dado en la primera vuelta. PPK, por su lado, jug¨® por unos d¨ªas con la idea de utilizar con inteligencia el poder presidencial para domar, o por lo menos contrapesar a la mayor¨ªa fujimorista ¡ªlo cual no era f¨¢cil pero s¨ª posible y ciertamente legal¡ª, pero desisti¨® pronto de la iniciativa.
Es que lo que la mayor¨ªa fujimorista tiene de mediocre pero disciplinada, la rotunda minor¨ªa de los congresistas pepekausistas tiene, por su lado, de balc¨¢nicamente indisciplinada. Adem¨¢s, el primer ministro nombrado por PPK, Fernando Zavala, es un tecn¨®crata eficiente, pero su estilo y estrategias no son precisamente los de un alfa.
Desde un principio la actitud del gabinete fue sumisa y la de los fujimoristas dominante. No se ha visto, es verdad, ni cuero claveteado ni botas ni amarras, pero es que en este pa¨ªs lo ¨²ltimo que se pierde son las apariencias. Cuando los fujimoristas sufrieron la primera deserci¨®n de su bancada, los pepekausas se apresuraron en proclamar (con disidentes, por supuesto) que lo ¨²ltimo que ellos deseaban era erosionar la mayor¨ªa fujimorista; y poco despu¨¦s ayudaron a pasar una ley contra el transfuguismo, que penaliza a los congresistas que osen cambiar de bancada.
En lo que les concierne e interesa, el fujimorismo ha empezado a gobernar. Controlan todas las comisiones que desean controlar, convocan a su gusto a los ministros que llegan como quien pisa huevos; y esta semana nombraron en el corto tiempo que les tom¨® votar a tres nuevos directores del Banco Central de Reserva, uno de los cuales, Jos¨¦ Chlimper, es el secretario general de Fuerza Popular, el partido fujimorista, quien durante las elecciones entreg¨® audios adulterados que buscaban desacreditar una denuncia de lavado de dinero contra Joaqu¨ªn Ram¨ªrez, el hombre fuerte del partido.
A pesar de ello PPK mantiene una popularidad alta. En medio de la adustez sin luces que retrata por lo com¨²n el rostro del poder, a la gente le encant¨® la soltura del presidente flautista, sus extra?os e inopinados pasitos de baile, su risa sin comp¨¢s pero tambi¨¦n sin sarcasmo, y su clara ausencia de mala leche, junto con saberlo experimentado y preparado.
Pero ya han reventado los primeros esc¨¢ndalos: un m¨¦dico cercano a PPK que fue grabado fanfarroneando sobre los ¡°negociazos¡± que iba a hacer con fondos de salud p¨²blica del Estado; acusaciones de cobros coimeros de dirigentes del partido de su partido y congresistas.
Aunque el Per¨² est¨¦ mucho mejor que otras naciones en Am¨¦rica Latina, eso significa poco para el manejo del poder aqu¨ª. Y pese a que PPK pas¨® comparativamente bien sus primeros 100 d¨ªas en la Presidencia, es obvio que tendr¨¢ que cambiar y mejorar mucho su estilo de conducci¨®n en los casi 1.500 que tiene por delante.
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