Nueva York vuelve al n¨²cleo pol¨ªtico
Por primera vez en 70 a?os, los dos candidatos presidenciales proceden de la ciudad de los rascacielos
Estas elecciones tienen el sello New York porque por primera vez en 70 a?os, los dos candidatos presidenciales proceden de la ciudad del Empire State: uno por nacimiento, Donald Trump; y otra por adopci¨®n, Hillary Clinton. En esta ciudad, uno de los dos celebrar¨¢ tambi¨¦n su victoria. Al mismo tiempo, el cosmopolitismo que desprende la mayor metr¨®polis de Am¨¦rica, su diversidad y libertad, han sido sometidos a juicio en unas elecciones que han agitado los sentimientos m¨¢s nacionalistas y proteccionistas en d¨¦cadas.
Donald J. Trump es una criatura puramente neoyorquina, naci¨® en el 1946 en una zona acomodada del distrito de Queens. Aquel a?o, Jackie Robinson se convirti¨® en el primer negro en jugar en las Ligas Mayores (de b¨¦isbol), con los Dodgers, cuando todav¨ªa eran un equipo de Brooklyn. Trump daba en los a?os setenta el salto a Manhattan, una isla ahora plagada de edificios con su nombre.
Hillary Diane Rodham Clinton (nacida en 1947), por su parte, escogi¨® Nueva York para lanzar su carrera pol¨ªtica como senadora por este Estado, cuando a¨²n era inquilina de la Casa Blanca. Una vez finalizada la presidencia de su marido, Bill Clinton, se mudaron a una tranquila casa en Chappaqua, un pueblo en plena naturaleza y con vecinos pudientes, a una hora de la Gran Manzana.
Nueva York, como idea, como esp¨ªritu, es lo ¨²nico que en este a?o y medio largo de campa?a ha puesto de acuerdo a dos adversarios pol¨ªticos que, antes de gritarse y acusarse de todo, vivieron una amistad de la que fue testigo privilegiada esta urbe.
Nueva York los volvi¨® a unir brevemente. Ocurri¨® en uno de los primeros debates de las primarias republicanas, cuando el conservador Ted Cruz se enfrent¨® a Trump acus¨¢ndole de ser la viva imagen de unos ¡°valores de Nueva York¡±, favorables al matrimonio gay o el aborto, adem¨¢s de ¡°centrados en el dinero y los medios¡± de comunicaci¨®n.
El empresario replic¨® defendiendo a capa y espada el esp¨ªritu de los neoyorquinos, mostrado sobre todo durante su heroica respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y Clinton le apoy¨®: ¡°S¨®lo por una vez, Trump tiene raz¨®n¡±.
Se dice que Nueva York tiene poco que ver con el resto de Estados Unidos. Es una ciudad muy progresista y diversa, a la que la llamada Am¨¦rica profunda mira con recelo por ser la rica capital del consumismo y cuna de Wall Street.
Hay que remontarse a 1944 para encontrarse con la ¨²ltima contienda electoral puramente neoyorquina, cuando Franklin Delano Roosevelt le gan¨® la presidencia a Thomas E. Dewey. Cuarenta a?os antes, en 1904, otro Roosevelt (Theodore) hizo lo propio contra Alton B. Parker.
Pero si el a?o de nacimiento de Trump est¨¢ ligado a un hito en el deporte, tambi¨¦n lo est¨¢ la historia de Clinton con Nueva York. Cuenta la exsenadora en sus memorias que el empuj¨®n final que necesitaba para decidirse a dar el salto a la arena pol¨ªtica vino de la mano de una jugadora juvenil de baloncesto llamada Sofia Totti.
Asist¨ªa Clinton en Nueva York junto a la leyenda del tenis Billie Jean King en 1999 a la presentaci¨®n de un documental de HBO sobre las mujeres en el deporte. El acto lo presid¨ªa un cartel que rezaba: ¡°Atr¨¦vete a competir¡±. Entonces, cuando Hillary iba a ser presentada al p¨²blico por Totti, esta se acerc¨® a la entonces primera dama mientras le estrechaba la mano y le susurr¨®: ¡°Atr¨¦vase a competir, se?ora Clinton, atr¨¦vase¡±.
La an¨¦cdota la cuenta Clinton en su libro de memorias Living History. ¡°El comentario me tom¨® por sorpresa¡±, escribe la candidata. ¡°?Podr¨ªa ser que yo tuviera miedo a hacer lo que estaba recomendando a tant¨ªsimas mujeres?¡± ?Por qu¨¦ vacilaba tanto, por qu¨¦ no se lo estaba tomando m¨¢s en serio? ?Podr¨ªa ser posible que tuviera miedo a atreverse?
Clinton se hizo todas estas preguntas y entonces otra historia relacionada con el deporte vino a su memoria. En esta ocasi¨®n se trataba de una de sus pel¨ªculas favoritas: A league of their own (en Espa?a fue traducida como Ellas dan el golpe). Protagonizada por Geena Davis, entre otras actrices, el filme cuenta la historia de un equipo femenino de b¨¦isbol profesional que jugaba para mantener vivo ese deporte mientras los hombres estaban en el frente durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando la protagonista amenaza con dejar la temporada a medias porque ¡°es muy duro¡± y quiere regresar junto a su esposo, que ha vuelto a casa, el entrenador (Tom Hanks) le responde: ¡°Se supone que deber ser duro; si no lo fuera, cualquiera podr¨ªa hacerlo. El hecho de que lo sea es lo que lo hace importante¡±.
Acababa de nacer la Hillary Clinton oficialmente pol¨ªtica. Tras a?os entre bastidores, hab¨ªa llegado el momento de saltar al ruedo.
Senadora por el Estado
Pero entonces result¨® que Clinton era la primera mujer que pretend¨ªa ser senadora por Nueva York. Y adem¨¢s era acusada de carpetbagging, t¨¦rmino peyorativo nacido durante la guerra civil americana pero que hoy se usa para referirse a alguien de fuera que se traslada a un ¨¢rea determinada para sacar provecho de una situaci¨®n.
Por eso, cuando en el 2000 se postul¨® para el Senado por este Estado, la entonces todav¨ªa primera dama pens¨® que la mejor manera de ganarse el favor de los neoyorquinos era renegar del equipo de b¨¦isbol de su ciudad natal, los Cubs de Chicago, y declarar su amor por los New York Yankees.
Lo que no sab¨ªa la esposa de Bill Clinton era que existe una ley no escrita de la ciudad que aspiraba a hacer suya que dice que un fan del beisbol puede hacer o decir o sentir lo que quiera, pero sobre todo debe odiar a los Yankees.
La jugada le hab¨ªa salido mal. Como tantas otras veces, Clinton encaj¨® el golpe como pudo e hizo lo que siempre ha hecho: seguir adelante.
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