La ruleta rusa de ser juez en M¨¦xico
Tres magistrados federales mexicanos hablan de los peligros de su profesi¨®n despu¨¦s del asesinato de un compa?ero de un balazo en la nuca
Un juez federal del norte de M¨¦xico no usa su camioneta blindada por miedo a que lo confundan con un narco y lo cosan a balazos. El encargado de un juzgado mixto en uno de los Estados m¨¢s letales y corrompidos del pa¨ªs, se sienta diariamente frente a los sicarios de los c¨¢rteles y reza para que los tribunales estatales los condenen a penas mayores que las suyas. En una realidad donde los impartidores de justicia no buscan convertirse en los h¨¦roes de la lucha contra el crimen, sino en mantener un bajo perfil y seguir vivos, tres jueces mexicanos hablan sobre los obst¨¢culos de su trabajo despu¨¦s de que asesinaran a un compa?ero de un tiro en la nuca a mediados de octubre.
"No es que nos levantemos el cuello diciendo que somos los m¨¢s honestos del mundo porque s¨ª, hay una raz¨®n: si quieres sobrevivir, m¨¢s te vale serlo", apunta el magistrado del norte, que pide mantener oculta su identidad y el nombre del Estado donde trabaja. Su nombre ficticio ser¨¢ Pedro P¨¦rez. "En el momento en el que les das pie a los criminales para extorsionarte, en el que aceptas una comida o un regalo insignificante, como una pluma, quedas expuesto. Saben que pueden sacar algo m¨¢s de ti y pones en peligro a tu familia y a los de tu juzgado", a?ade P¨¦rez. Los jueces federales mexicanos reciben uno de los salarios m¨¢s altos de Latinoam¨¦rica para disuadirlos de este tipo de pr¨¢cticas, el sueldo ronda los 120.000 pesos mensuales (unos 6.000 d¨®lares).
S¨®lo 74 de 1.391 jueces cuentan con medidas de seguridad como veh¨ªculos blindados, escoltas y chalecos antibalas
P¨¦rez, que ocupa una de las plazas judiciales m¨¢s peligrosas del pa¨ªs, cuenta que no tiene miedo: "El miedo te paraliza. He tenido y tengo mucha precauci¨®n. Hay que poner siempre un freno, decirles que no. Pero cuando pasan situaciones como la del asesinato del juez Berm¨²dez, uno se da cuenta de que debe tener todav¨ªa m¨¢s cautela". Cuando habla de "tener cuidado" se refiere a tener una vida social reducida, a no salir casi nunca y no dar ninguna muestra de ostentaci¨®n; a dejar de jugar al f¨²tbol con sus amigos abogados, pol¨ªticos o funcionarios para evitar las peticiones ¡ªa veces exigencias¡ª de favores. A pagar, en definitiva, el precio por impartir justicia en un municipio donde no existe la Polic¨ªa local desde hace dos a?os y los criminales se los entrega directamente el Ej¨¦rcito o la Marina. Pero, sobre todo, P¨¦rez advierte que de quien un juez debe cuidarse es de los abogados.
En ese punto coincide con otra jueza federal, Dolores Mart¨ªnez (nombre tambi¨¦n ficticio), que ocupa su plaza en un juzgado del sureste mexicano. All¨ª la presencia del crimen organizado no es tan fuerte, pero explica que los juicios por corrupci¨®n de pol¨ªticos pueden provocar tambi¨¦n situaciones de riesgo. "Los abogados son los que te transmiten la amenaza, casi siempre de manera indirecta, ellos lo llaman "sugerencia". Son quienes te ponen sobre la mesa que su cliente es muy amigo de las altas esferas y que tu puesto podr¨ªa tambalearse, por ejemplo", explica Mart¨ªnez.
"Los jueces est¨¢n condenados a mantenerse en una mediocridad y discreci¨®n para conseguir la estabilidad", explica Armando Ismael Maitret, presidente de la Asociaci¨®n Mexicana de Impartidores de Justicia y actual presidente de la sala regional capitalina del Tribunal Electoral. El magistrado Maitret a?ade que cuando un juez es muy bueno en su trabajo, corre el riesgo de que lo cambien de destino: "La carrera judicial es lo m¨¢s parecido que existe a la carrera militar", apunta. El magistrado explica que por eso muchos intentan no destacar: "Muchos viven adem¨¢s con el temor de ser trasladados toda su vida".
No es que nos levantemos el cuello diciendo que somos los m¨¢s honestos del mundo porque s¨ª, hay una raz¨®n: si quieres sobrevivir, m¨¢s te vale serlo Juez federal del norte de M¨¦xico
En las regiones tomadas por el crimen organizado, como en la que opera P¨¦rez, intentar ser un h¨¦roe contra el crimen significa cavar su propia tumba. Las competencias de los Estados obligan a abrir, generalmente, dos procedimientos a los acusados: uno por el delito estatal (que puede ser homicidio) y otro por el federal. "La clave est¨¢ en ser sumamente objetivo con el expediente. Y rezar para que el juez estatal le haya sentenciado a m¨¢s de 20 a?os por homicidio. As¨ª yo puedo ponerle los a?os justos por uso de armas de fuego, unos seis, y pasar desapercibido. La cuesti¨®n es trabajar apegados a derecho y no pasarse de la raya", confiesa el juez del norte.
Jueces federales asesinados, de 1987 a 2016
- Pedro Villafuerte Gallegos, juez de distrito del Estado de Morelos. Fue asesinado en septiembre de 1987. Recibi¨® 33 impactos de bala, una por cada condena que impuso.
- Sergio Novales Castro, magistrado de Sonora, fue encontrado muerto en el a?o 2000, con signos evidentes de tortura.
- Benito Andrade Ibarra y Jes¨²s Alberto Ayala, magistrados adscritos en Sinaloa, fueron asesinados a balazos en noviembre de 2001, por una sentencia que emitieron.
- Ren¨¦ Hilario Nieto, adscrito del Estado de M¨¦xico, fue asesinado a balazos en agosto de 2006 por otra resoluci¨®n.
- Carlos Elarza Amores, juez de distrito del Estado de Nayarit, fue atacado a balazos en 2010, aunque s¨®lo falleci¨® uno de sus escoltas.
- El secretario del juez federal Ruben Avelar Castro, adscrito en Jalisco, fue asesinado a balazos en 2011, aparentemente por unas diferencias durante una diligencia judicial.
- El juez Vicente Antonio Berm¨²dez, adscrito en el Estado de M¨¦xico, asesinado de un disparo en la cabeza el 17 de octubre de 2016.
Fuente: Consejo de la Judicatura Federal.
"Sin duda, un juez en M¨¦xico corre muchos riesgos. Muchos se juegan la vida, o por lo menos su trayectoria", apunta Maitret. El asesinato a sangre fr¨ªa de Vicente Berm¨²dez ¡ªde un tiro en la cabeza mientras practicaba deporte¡ª desempolv¨® el viejo debate sobre los jueces sin rostro, como se implement¨® en pa¨ªses como Colombia, en los a?os duros de Pablo Escobar. Sin embargo, el Poder Judicial ha dicho que aceptar estas medidas ser¨ªa claudicar, aceptar que M¨¦xico se encuentra en un estado de excepci¨®n.
Desde la Secretar¨ªa Ejecutiva de Vigilancia del Consejo de la Judicatura Federal insisten en que los atentados contra los jueces no son tan comunes ¡ª registran siete atentados contra federales desde 1987¡ª. Seg¨²n las cifras otorgadas a EL PA?S, s¨®lo 74 de 1.391 jueces cuentan con medidas de seguridad como veh¨ªculos blindados, escoltas y chalecos antibalas. La mayor¨ªa de los funcionarios que tienen una protecci¨®n, est¨¢n en juzgados ubicados en los penales federales (Ceferesos) y en entidades con fuerte presencia del crimen organizado.
El ¨®rgano reconoce, no obstante, que el 90% de los homicidios cometidos contra los jueces federales no han obtenido todav¨ªa una sentencia firme, como ocurre en general con la mayor¨ªa de delitos en M¨¦xico. "Esto es muy grave. Para cualquier asesinato es importante que se esclarezcan las causas, pero trat¨¢ndose de los jueces, la urgencia debe ser mucho mayor. El miedo se expande hacia todos los que tienen que sentenciar. La autonom¨ªa entonces se encuentra amenazada", resume Maitret. Y a?ade: "El caso del asesinato de Berm¨²dez, un joven idealista, que luchaba por la injusticia y que quer¨ªa ser un combatiente a la corrupci¨®n, manda un fuerte mensaje para quienes quisieran seguir sus pasos. Por eso debemos saber cuanto antes si lo mataron por su trabajo o no, y castigar a los responsables".
P¨¦rez es uno de los pocos magistrados que s¨ª recibe una protecci¨®n extra del ¨®rgano judicial. Pero no le sirve de mucho, porque usarla significar¨ªa colocarse en el blanco de los criminales. Su destino es pasearse como un vecino m¨¢s por la "ciudad sin ley" para la que trabaja y correr con los mismos riesgos que sus habitantes. La justicia de M¨¦xico la sostienen funcionarios como estos, cuya firma debajo de cada sentencia sella para siempre su futuro.
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