¡°El ambiente est¨¢ contaminado por noticias falsas¡±
El decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia reflexiona sobre el papel que han jugado los medios en la victoria de Trump y la responsabilidad ¨¦tica de las redes sociales
Termin¨® el recuento de papeletas electorales en Estados Unidos el pasado 8 de noviembre, y surgi¨® una inc¨®moda pregunta: ?qu¨¦ papel han jugado los medios en el ascenso y victoria de Donald Trump? Desde el anuncio de su candidatura en 2015 qued¨® claro que los titulares con las salidas de tono del millonario aumentaban los cliqs en la web, y que sus m¨ªtines sub¨ªan la audiencia en las televisiones. No por nada Trump era una estrella de la telerrealidad. Pero la tensa y ambivalente relaci¨®n que los medios han mantenido con ¨¦l durante la campa?a no ha estado exenta de vitriolo: algunos periodistas fueron vetados y humillados, otros que cubr¨ªan los m¨ªtines eran se?alados para recibir el escarnio de la multitud. Y ahora el examen de conciencia ha llevado a muchos, retrospectivamente, a subrayar la prevalencia de noticias falsas fabricadas por medios de la llamada ¡°alt-right" (derecha alternativa), que se han difundido sin freno en las redes sociales. En los ¨²ltimos tres meses de la campa?a las noticias falsas que tuvieron mayor eco en las redes superaron con creces a las de los medios tradicionales.
Periodista de la revista The New Yorker, ganador de dos premios Pulitzer y autor de Los Bin Laden, una familia ¨¢rabe en un mundo sin fronteras, Steve Coll (Washington, 1958) es decano de la Escuela de Periodismo de la Univeridad de Columbia. La semana pasada reflexionaba en su despacho de la s¨¦ptima planta sobre el pasado reciente y el acuciante futuro que aguarda a la prensa.
- P. Trump ha roto el mantra de que qui¨¦n m¨¢s gasta en anuncios gana las elecciones. ?La cobertura de su campa?a le ha hecho el trabajo gratis?
- R. Al principio de la campa?a el valor de entretenimiento que algunos ejecutivos de las cadenas televisivas vieron en Trump y los altos niveles de audiencia que ¨¦l claramente generaba, crearon un ciclo en el que Trump comprendi¨® que pod¨ªa copar mucho tiempo de emisi¨®n gratis simplemente accediendo a dar entrevistas. Las cadenas estaban tan dispuestas, incluso sin una agenda cr¨ªtica o seria, a rellenar espacio con Trump, que llegaron a saltarse sus propias normas y aceptaron retransmitir entrevistas telef¨®nicas, y no frente a la c¨¢mara. Los directivos tardaron un tiempo en comprender que la candidatura de Trump iba en serio y que su uso de los medios era parte de la campa?a. Se produjeron algunos cambios, pero en la televisi¨®n por cable ha habido cierta complicidad al permitir que Trump y su organizaci¨®n moldeasen su comunicaci¨®n en cadenas como la CNN.
- P. Esa b¨²squeda despiadada de audiencia, ?es un s¨ªntoma de la fragilidad financiera de los medios o algo que ha ocurrido siempre?
- R. La debilidad econ¨®mica de las medios es parte del dibujo. Hay muchos m¨¢s canales que hace 30 a?os, pero todos ganan dinero, son altamente rentables. Esto no significa que no quieran m¨¢s audiencia, m¨¢s preponderancia, mejor posicionamiento. Antes de la llegada de la televisi¨®n por cable hab¨ªa rivalidad y tambi¨¦n se tomaron decisiones err¨®neas por motivos comerciales, pero hoy el nivel de ansiedad y competici¨®n es mucho m¨¢s alto.
¡°Se ha logrado explotar el sistema de automatizaci¨®n para difundir un alto n¨²mero de noticias falsas¡±
- P. Seg¨²n el Pew Research Center un 60% de estadounidenses dice haber obtenido informaci¨®n sobre las elecciones v¨ªa Facebook.
- R. Es de lejos la red social que m¨¢s se usa. En EE UU tiene 200 millones de usuarios ¨²nicos al mes, y el total de poblaci¨®n es de 300 millones, as¨ª que pr¨¢cticamente todos los adultos interact¨²an con su plataforma. Esta ha sido una campa?a muy controvertida para Facebook. En verano algunos republicanos se quejaron de que un equipo de personas de la compa?¨ªa seleccionaba las noticias. Si algo as¨ª hubiera se esgrimiera contra The New York Times, The Wall Street Journal o incluso Breitbart, uno dir¨ªa ¡°claro eso es lo que hacen los editores¡±, pero Facebook defiende que es neutral, que no funciona como una organizaci¨®n editorial. Presionados por estas quejas de la derecha, en Facebook despidieron a ese equipo y retomaron el proceso de automatizaci¨®n. Ahora es evidente que ciertos grupos ideol¨®gicos y comerciales lograron explotar el sistema para difundir un alto n¨²mero de noticias falsas. Un ejemplo notable, documentado por un profesor de la Universidad de Carolina del Norte, es el de una historia que aseguraba que el Papa Francisco apoyaba a Trump, y que fue compartida m¨¢s de un mill¨®n de veces.
- P. Los programas de radio de la derecha radical y los medios de la llamada?alt-right han diseminado este tipo de informaci¨®n desde hace tiempo. ?El problema es que con Facebook acceden a un canal?mainstream? ?Un cambio en el algoritmo realmente har¨¢ que desaparezcan esas informaciones?
- R. Una de las medidas que Facebook y Google han anunciado es que van a intentar identificar las noticias falsas e impedir que sean distribuidas. Esto al menos terminar¨¢ con la motivaci¨®n econ¨®mica que parece guiar a algunos de los actores implicados en el tema. Hay gente fabricando historias falsas por el dinero de los anuncios y otros que lo hacen por motivos pol¨ªticos. Eliminar la informaci¨®n falsa de Google y Facebook no soluciona el problema, pero es un paso en la buena direcci¨®n.
- P. Los medios estadounidenses presionan al renuente Mark Zuckerberg para que tome medidas.
- R. Facebook es una empresa privada no un ¨¢gora, pero el problema es que es tan dominante que funciona como una plaza p¨²blica. En los a?os 60 el ¨¢gora p¨²blica informativa era principalmente la televis¨®n, y las cadenas que eleg¨ªan las historias, las reportajeaban y editaban, estaban sujetas a una licencia gubernamental que les exig¨ªa que trabajaran en aras del inter¨¦s p¨²blico. Ese sistema tambi¨¦n planteaba problemas, pero hoy Facebook va por su cuenta a la hora de decidir qu¨¦ reglas deben aplicarse en este ¨¢gora de facto. Cuando te das de alta en su red firmas su pliego de condiciones. Hay muchas normas, por ejemplo, no se pueden usar t¨¦rminos pornogr¨¢ficos. Pero su c¨®digo no afecta a la distribuci¨®n de art¨ªculos informativos que son falsos. Facebook debe asumir esta responsabilidad como un asunto ¨¦tico, como un tema comercial, porque no ha lugar a una reclamaci¨®n legal. Voluntariamente nos juntamos como sociedad en Facebook pero, dada su escala, ¨¦sta y otras compa?¨ªas deben conectar sus modelos de negocio con un sentido de responsabilidad p¨²blica. Facebook est¨¢ en negaci¨®n respecto del papel p¨²blico que juega. Algunas de sus reacciones desde las elecciones apuntan a que reconocen que hay un problema, pero lo acotan como un tema muy cerrado que concierne solo a las noticas falsas, y yo creo que el problema es m¨¢s amplio.
- P. La comunicaci¨®n directa de los pol¨ªticos con el electorado, obviando el papel de mediaci¨®n que tradicionalmente ten¨ªa la prensa, no es algo nuevo. Howard Dean u Obama se valieron de las redes sociales. ?Con Trump esto ha explotado?
- R. La estrategia de elevar la voz por encima de los periodistas para dirigirse directamente al p¨²blico no ha crecido exponencialmente en esta campa?a. Pero realmente fue Ronald Reagan quien fragu¨® el modelo para los presidentes modernos y sobre c¨®mo hablar directamente al p¨²blico. Era actor antes de dedicarse a la pol¨ªtica y se rode¨® de expertos productores televisivos, ocup¨® las ondas igual que Trump ha usado la televisi¨®n por cable, y fue capaz de dar forma al relato de su presidencia y de limitar la actuaci¨®n cr¨ªtica de la prensa. Todos los presidentes han intentado seguir su ejemplo, pero no todos han sido tan h¨¢biles. Obama controlaba sus cuentas en las redes sociales. Trump ha hecho lo mismo, no veo un cambio, sino una continuaci¨®n de la misma estrategia.
- P. ?La p¨¦rdida del rol de mediador ha restado peso a la prensa?
- R. Ser¨ªa un error concluir de esta estrategia de los pol¨ªticos y de la prevalencia de las noticias falsas, que el p¨²blico ha perdido inter¨¦s en el trabajo period¨ªstico independiente realizado por organizaciones medi¨¢ticas fiables. Las cifras no dicen esto, los principales medios tienen una audiencia nacional muy grande: la cadena de peri¨®dicos del grupo Gannet tiene aproximadamente 100 millones de visitas ¨²nicas, (la mitad que Facebook, pero es un n¨²mero enorme) y la CNN tiene una cifra parecida solo en su web, el Washington Post tiene 70 millones. Podr¨ªamos sumar otros medios con 50 o 60 millones. Estas organizaciones gastan mucho dinero para que reporteros independientes salgan ah¨ª fuera y recaben informaci¨®n, y hay un considerable n¨²mero de estadounidenses que recurren a estos medios en busca de alg¨²n filtro, alg¨²n orden, una explicaci¨®n fiable.
- P. ?Cual es su an¨¢lisis?
- R. Una mezcla. Hay un periodismo a¨²n bastante robusto, pero el ambiente est¨¢ contaminado por noticias falsas, y los medios atraviesan una crisis financiera que pone en peligro los recursos necesarios para realmente poder seguir el paso a la actualidad con reporterismo serio, y combatir las mentiras de la m¨¢quina de propaganda del alt-right. Incluso en este periodo de transici¨®n los nombramientos que el presidente electo est¨¢ haciendo son un reto. Por ejemplo, en el caso del fiscal general debe salir a la luz su historial en temas raciales. Medios como The New York Times, The Washington Post, la CNN, o la radio NPR se crecen y echan el resto. Pero hay otro nombramiento que se sale de la norma, y otro, y otro m¨¢s. Sencillamente,?seg¨²n mi experiencia como periodista pol¨ªtico que se remonta a la administraci¨®n de Reagan, la escala del reto que plantea esta administraci¨®n para los reporteros, no tiene precedente.
- P. M¨¢s all¨¢ de la financiera, ?hay una crisis de fe en el periodismo?
¡°La crisis financiera pone en peligro los recursos necesarios para poder combatir las mentiras de la m¨¢quina de propaganda¡±
- R. Se escuchan muchas preguntas de este tipo cada cierto tiempo. Pero lo que yo he visto desde las elecciones ha sido a los periodistas corriendo a la llamada de los tambores de la batalla. Esta es la hora del periodismo, y creo que es algo obvio para cualquier reportero de Washington. Incluso si dejamos a un lado el car¨¢cter particular de Trump, siempre que la presidencia y las dos c¨¢maras est¨¢n en manos de un mismo partido, el periodismo se convierte, bajo nuestro sistema, en el principal canal de disentimiento. Esto exige que los reporteros trabajen a¨²n m¨¢s duro, y es algo que reconoce el p¨²blico: ha habido 45.000 nuevas subscripciones a The New York Times en la ¨²ltima semana, y 10.000 m¨¢s a la revista The New Yorker. Clinton gan¨® el voto popular, el pa¨ªs est¨¢ muy dividido.
- P. Casi un¨¢nimemente los editoriales de la prensa apoyaron a Hillary, y condenaron a Trump, sin embargo ¨¦l ha ganado. ?Pone esto en cuesti¨®n el poder de influencia o la relevancia de la prensa?
- R. La confianza en la prensa ha ca¨ªdo de forma sostenida en los ¨²ltimos 30 o 40 a?os. No s¨¦ cuando fue muy alta, pero ahora es claramente muy baja. Esto no significa que la gente no busque o priorice la informaci¨®n que obtiene de medios fiables. Pero Trump construy¨® el relato de su campa?a como una rebeli¨®n contra el establishment. Que m¨¢s de un centenar de peri¨®dicos apoyaran a Clinton era una prueba m¨¢s de la conspiraci¨®n del establishment. Y evidentemente, en un sentido estructural, Trump no estaba equivocado: los ejecutivos de m¨¢s de 500 corporaciones, los editoriales, el establishment de pol¨ªtica exterior de los dos partidos, y muchos otros miembros de las ¨¦lites pensaban que Trump era peligroso. ?l us¨® esto como carburante para su campa?a. Les dijo a sus seguidores, ¡°veis, van por nosotros, pero yo hago campa?a por vosotros¡±.
- P. ?Populismo triunfante?
- R. Este es un cuento viejo en la pol¨ªtica estadounidense, pero hasta ahora nunca hab¨ªa resultado en la elecci¨®n de un presidente. El populismo es parte del paisaje de EE UU, ha habido muchos candidatos populistas desde el siglo XIX.
- P. ?Por ejemplo Andrew Jackson?
- R. Jackson lleg¨® al poder en la era pre industrial y hacer estas comparaciones es complicado cuanto m¨¢s atr¨¢s te remontas. Est¨¢n William Jennings Bryan, ciertos sectores del movimiento progresista, o los populistas de los a?os 30. Todos usaron estrategias similares: el nativismo, la oposici¨®n a los inmigrantes, algunos un racismo expl¨ªcito, y tambi¨¦n ese revolver a la gente contra el establishment de la costa Este (ahora tenemos un establishment que abarca las dos costas). Ese tipo de arenga del coraz¨®n del pa¨ªs contra los bancos, los medios, los grandes pol¨ªticos, para limpiar la ci¨¦naga de corrupci¨®n de Washington, ha tenido un potente atractivo durante d¨¦cadas, pero nunca hab¨ªa desembocado en una presidencia. Es un nuevo d¨ªa, pero una vieja historia.
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