Guerra de cifras entre defensores y detractores de Fidel Castro
El legado de Castro divide tanto a los cubanos, que echan mano de estad¨ªsticas sobre la alfabetizaci¨®n o la producci¨®n de az¨²car para criticarle o alabarle
Fidel Castro y la revoluci¨®n cubana pertenecen a esa categor¨ªa de cosas que est¨¢n m¨¢s cerca de las v¨ªsceras y del coraz¨®n que de la raz¨®n. Por eso se hace tan dif¨ªcil hacer una valoraci¨®n ponderada de su legado. Para sus detractores todo es negativo, nada se salva, incluso lo aceptado generalmente como positivo, como la universalizaci¨®n de la salud y la educaci¨®n. Para los defensores del fidelismo, y no son pocos en Am¨¦rica Latina y entre los m¨¢s desfavorecidos, hasta lo inadmisible se justifica por razones de fuerza mayor ¡ªla supervivencia de la revoluci¨®n¡ª, y debido a ello incluso la cr¨ªtica m¨¢s inocente es catalogada de ¡°contrarrevolucionaria¡±. Cualquier valoraci¨®n de Fidel Castro que se haga, si es medianamente mesurada o incluye matices, satisface a pocos.
Este, quiz¨¢, es uno de los resultados m¨¢s visibles del fidelismo despu¨¦s de casi seis d¨¦cadas en danza: haber dividido a los cubanos y a la opini¨®n p¨²blica internacional en dos bandos irreconciliables, el de los detractores convencidos y el de sus defensores a ultranza. En una cosa al menos coinciden ambos: la Cuba que deja Castro en muy poco se parece a la que recibi¨® el 1 de enero de 1959.
Los adversarios del l¨ªder comunista se sirven de algunas estad¨ªsticas de la Cuba republicana para demostrar el fracaso de su r¨¦gimen: en 1959, con una poblaci¨®n de seis millones de habitantes, la isla pose¨ªa m¨¢s electrodom¨¦sticos que cualquier otro pa¨ªs de Am¨¦rica Latina y ten¨ªa m¨¢s kil¨®metros de l¨ªneas f¨¦rreas y mejores infraestructuras que cualquiera de sus vecinos, incluso m¨¢s que su antigua metr¨®poli, Espa?a, que vio circular un tren y tuvo televisi¨®n en color despu¨¦s que La Habana.
En 1958, la producci¨®n de az¨²car super¨® cuatro veces la alcanzada en las ¨²ltimas zafras, que estuvieron en torno a los 1,4 millones de toneladas anuales, cifras incre¨ªblemente bajas. Antes de la revoluci¨®n el peso cubano ten¨ªa igual valor al d¨®lar, hab¨ªa seis vacas por habitante (hoy la proporci¨®n es de una vaca por cada seis cubanos) y el n¨²mero de peri¨®dicos de tirada nacional superaba la decena (ahora solo hay dos, Granma y Juventud Rebelde).
Para los defensores de la revoluci¨®n, los datos que cuentan son otros: antes de 1959 la mortalidad infantil era superior a 60 por cada mil nacidos vivos ¡ªahora es de alrededor de 4,2¡ª; la esperanza de vida al nacer era de 60 a?os para los hombres y de 65 en el caso de las mujeres ¡ªhoy se ha elevado en 15 a?os para ambos sexos¡ª; la cifra de m¨¦dicos por habitantes, uno por cada mil en 1958, es hoy de 7,7 por mil habitantes, esto es, uno por cada 130 cubanos, la m¨¢s alta del planeta (5,4 por mil, si se restan los 25.000 m¨¦dicos que cumplen misi¨®n en Venezuela y otros pa¨ªses del Tercer Mundo); el 44% de la poblaci¨®n en el campo antes no pisaba una escuela, ahora todo el mundo est¨¢ escolarizado. Otro dato esgrimido por los revolucionarios es que, en una isla que supera ya los 11 millones de habitantes, las mujeres constituyen el 65% de la fuerza t¨¦cnica del pa¨ªs.
Antes de la revoluci¨®n, el 8% de los propietarios pose¨ªan el 70% de las tierras del pa¨ªs; en 2008, m¨¢s del 70% de las tierras cultivables estaban en manos del Estado, aunque de nuevo se empez¨® a entregar la tierra a los campesinos debido a la ineficiencia socialista. Casi todo el tejido industrial de Cuba, unas 3.000 empresas, es tambi¨¦n estatal, y los espacios para la iniciativa privada son reducidos, pese a su expansi¨®n en los ¨²ltimos a?os debido a la apertura econ¨®mica impulsada por Ra¨²l Castro desde que relev¨® a su hermano en 2006 al caer enfermo. En 2016 el n¨²mero de trabajadores por cuenta propia superaba el medio mill¨®n de personas, pero aun as¨ª representaba menos del 11% de la poblaci¨®n activa.
Las reformas econ¨®micas que el Gobierno introdujo en los a?os noventa para paliar los efectos del derrumbe del campo socialista quedaron interrumpidas en cuanto pas¨® lo peor del Periodo Especial y Fidel Castro encontr¨® un aliado incondicional en la Venezuela de Ch¨¢vez, que lleg¨® a suministrar a la isla alrededor de 100.000 barriles diarios de petr¨®leo a precios preferenciales ¡ªla mitad de las necesidades del pa¨ªs¡ª.
Pese a la ¡°recentralizaci¨®n¡± decretada por Fidel Castro a inicios de la d¨¦cada de 2000, Ra¨²l dio un giro considerable y abri¨® el pa¨ªs a un proceso de reformas econ¨®micas ¡ªcontroladas, es cierto, pero aun as¨ª las de mayor calado en medio siglo de revoluci¨®n¡ª.
Para economistas disidentes y del exilio, Castro hipotec¨® el futuro del pa¨ªs y deform¨® la econom¨ªa, primero ¡°sovietiz¨¢ndola¡± y llenando el pa¨ªs de tecnolog¨ªa obsoleta, despu¨¦s haci¨¦ndola dependiente de los petrod¨®lares de Hugo Ch¨¢vez. ¡°Eso¡±, dec¨ªa el fallecido economista opositor ?scar Espinosa Chepe, ¡°sin contar la p¨¦rdida de la cultura de trabajo, pues en Cuba todo el mundo se ve obligado a robar para sobrevivir ya que los salarios no alcanzan¡±.
Algunos soci¨®logos, aun reconociendo los males de la estatizaci¨®n masiva y la falta de est¨ªmulos inherentes al socialismo cubano, se?alan como positivo el capital humano creado en el ¨²ltimo medio siglo ¡ªlos universitarios son m¨¢s de un mill¨®n, un 10% de la poblaci¨®n¡ª. ¡°Es el principal activo con que cuenta el pa¨ªs para el futuro¡±, seg¨²n Rafael Hern¨¢ndez, director de la revista Temas, uno de los pocos espacios de debate que existen en la isla. La falta de una cultura de debate y de canales legales para expresar las opiniones divergentes, as¨ª como la existencia de un sistema unipartidista y de una prensa d¨®cil y sometida a la ¡°necesidad de unidad frente al enemigo¡±, son herencias envenenadas para el pr¨®ximo Gobierno.
Un ex embajador europeo en La Habana, en un esfuerzo de equilibrio, se?alaba como un ¡°logro¡± no desde?able de la revoluci¨®n la consolidaci¨®n de un pensamiento nacionalista cubano, presente no solo en los dirigentes sino en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Esto, en opini¨®n del citado diplom¨¢tico, ¡°har¨¢ dif¨ªcil despu¨¦s del castrismo un Gobierno entreguista de EE UU¡±, pa¨ªs que por historia y cercan¨ªa es factor decisivo en el futuro de Cuba, m¨¢s ahora que Cuba y EE UU han decidido restablecer relaciones diplom¨¢ticas despu¨¦s de 53 a?os de desencuentros.
Los cr¨ªticos del fidelismo aseguran que son demasiados los desastres que deja Castro: la econom¨ªa destrozada por a?os de pol¨ªticas voluntaristas y subsidios locos; los derechos civiles y las libertades m¨¢s b¨¢sicas cercenadas; y para m¨¢s desastre, muchos de los problemas que fueron bandera de la revoluci¨®n, como la lucha contra el racismo, sin resolver. Para los defensores del comandante, pese a todos los errores cometidos, la revoluci¨®n supuso un salto hist¨®rico y un avance para Cuba, y aunque sea solo por ello y por su valor de referente en Am¨¦rica Latina y el Tercer Mundo, la historia y el tiempo le absolver¨¢.
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