¡°?ramos objetos, carne apta para ser consumida¡±
V¨ªctimas de redes de trata llevan adelante los primeros juicios como querellantes en Argentina
Anita ten¨ªa 10 a?os cuando su mam¨¢ la entreg¨® a su hermanastro. ?l se la llev¨® de Corrientes, en el norte de Argentina, hasta Villa Fiorito, en las afueras de Buenos Aires, con la promesa de que podr¨ªa estudiar y ganarse la vida cuidando beb¨¦s. Pero en su nuevo hogar no hab¨ªa escuela ni beb¨¦s. Le esperaba en cambio un galp¨®n en el que comenz¨® a ser explotada sexualmente junto a otra treintena de ni?as de su misma edad.
Cuando no eran prostituidas, las menores permanec¨ªan encerradas en el s¨®tano, encadenadas y sin cubiertos con los que comer. Anita (nombre ficticio, ya que tiene identidad reservada), ten¨ªa el privilegio de vivir en la casa adjunta al galp¨®n por ser parte de la familia, aunque no se libr¨® de los malos tratos ni de la prostituci¨®n forzosa. Fruto de las relaciones sexuales sin preservativo mantenidas con los clientes, se qued¨® embarazada dos veces y fue sometida a abortos clandestinos. Nunca acept¨® su cautiverio y se intent¨® escapar en reiteradas ocasiones de ese infierno. A la tercera lo consigui¨®. Ahora, con 20 a?os, ha llevado ante la Justicia a sus captores -su hermanastro Manuel Quintana y su esposa, Blanca Gerez- y est¨¢ a la espera de la sentencia, que llegar¨¢ el pr¨®ximo mes.
Nieta e hija de mujeres prostituidas, Alika Kinan se meti¨® en la boca del lobo en la adolescencia. A los 19 a?os, convencida por una conocida de que exist¨ªa la oportunidad de "ganar buena plata" gracias a los d¨®lares con los que pagaban las tripulaciones de los pesqueros extranjeros, acept¨® viajar a Ushuaia, en el extremo sur de Argentina. Una vez all¨ª, le retuvieron la documentaci¨®n y tuvo que pagar un plan de deudas imposible de saldar entre billetes, alojamiento, comida y multas por ausentismo y demoras. "Si el cliente se quejaba, le devolv¨ªan la plata y nos la descontaban a nosotras", recuerda en una entrevista telef¨®nica desde Ushuaia. La explotaci¨®n sexual se prolong¨® durante m¨¢s de 15 a?os, hasta que fue rescatada en 2012 junto a otras seis v¨ªctimas de trata durante un allanamiento en el cabaret Sheik.
Con 40 a?os y madre de seis hijos, Kinan ha llevado a juicio a los due?os del local y espera una sentencia inminente. Tambi¨¦n demanda al Estado, al que considera responsable de facilitar el funcionamiento de la red de trata. "Una parte del Estado fue c¨®mplice. La Municipalidad cobraba impuestos a los prost¨ªbulos y exped¨ªa una libreta sanitaria que inclu¨ªa exudado vaginal y test de HIV que mostraba que ¨¦ramos objetos, carne apta para ser consumida", dice. Los due?os del cabaret, Pedro Montoya e Ivana Garc¨ªa, contaban tambi¨¦n con protecci¨®n policial, a?ade la querellante.
En Argentina hay 380 personas condenadas por trata, pero Anita y Alika Kinan son las dos primeras v¨ªctimas en impulsar querellas por este delito y adem¨¢s de la condena penal exigen una reparaci¨®n econ¨®mica. Comparten tambi¨¦n su procedencia de familias vulnerables. "El sistema prostibulario en el que se da la trata necesita de una mujer pobre para existir", expone a EL PA¨ªS el titular de la Procuradur¨ªa de Trata y Explotaci¨®n de Personas (Protex), Marcelo Colombo.
Anita hab¨ªa sido maltratada y abusada por las distintas parejas de su madre antes de caer en la red de trata de su hermanastro. Quintana y Gerez la obligaron tambi¨¦n a actuar como carnada para otras ni?as que iban a buscar al norte del pa¨ªs, en especial a Chaco y Formosa. Promet¨ªan a los padres que les dar¨ªan trabajo y estos las entregaban a cambio de una suma de dinero. "Para la red de trata es una situaci¨®n perfecta porque nadie est¨¢ pidiendo por ellas, los padres no denuncian su desaparici¨®n", apunta la abogada de Anita, Laura Selene Chaves Luna, quien revel¨® el caso primero al portal Cosecha Roja. "Es un sistema perverso que deja sin salida a esa persona para que pueda tener un reclamo y un acceso a justicia", agrega Colombo. No se trata de un ejemplo aislado sino de una pr¨¢ctica tan com¨²n que en la Ley de trata de personas aprobada en 2008 est¨¢ penada "la recepci¨®n de dinero de una persona mayor de edad que pueda tener ascendencia sobre la v¨ªctima", indica el fiscal.
Rastrear el dinero del crimen organizado
Demostrar la connivencia del crimen organizado con las instituciones es uno de los caballos de batalla del Protex. "El 7% de los condenados por trata son funcionarios p¨²blicos", se?ala. En algunas causas penales se logra condenar "al primer anillo de protecci¨®n, los inspectores y polic¨ªas", pero es m¨¢s complicado llegar m¨¢s arriba. "Hay intendentes de localidades que protegen abiertamente a los prost¨ªbulos", afirma. Otro de los objetivos es rastrear el dinero que mueven las redes de trata, decomisar y expropiar sus bienes y subastarlos para entregarlos a v¨ªctimas y organizaciones de ayuda a v¨ªctimas de trata.
Kinan pelea para que se haga justicia, pero tambi¨¦n por todas las mujeres cautivas en redes criminales que, como ocurri¨® en su caso, no se reconocen como v¨ªctimas. "Yo pensaba que la trata de personas era el secuestro con la camioneta, que las chicas eran secuestradas y drogadas con sonda. Hay casos as¨ª, pero son los menos. La realidad mayoritaria de la trata es otra. Muchas chicas llegan enga?adas y vienen de situaciones de extrema vulnerabilidad", describe la querellante. Gracias al apoyo de psic¨®logos, activistas de los derechos de la mujer y a la lectura de la Ley de Trata, Kinan se dio cuenta de que ella hab¨ªa sido v¨ªctima de ese delito, decidi¨® denunciar a sus captores y cre¨® el Instituto de G¨¦nero Sapa Kippa, que asesora a mujeres que han pasado por la misma situaci¨®n.
Anita desea tambi¨¦n que se haga justicia, pero lamenta no haber podido ayudar a las otras chicas, que no quisieron o se atrevieron a escaparse con ella y de las que no ha vuelto a saber nada desde entonces. "Si la Justicia hubiese actuado antes, las hubiese encontrado. Yo para que se haga justicia he tenido que esperar diez a?os", declar¨®, a punto de romper a llorar, ante el Tribunal Oral en lo Federal 5 de Buenos Aires. A la espera de conocer las sentencias, las dos luchan para rehacer sus vidas.
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