Los tres entierros de Fidel
El mundo empez¨® a despedirse del hist¨®rico l¨ªder cubano hace una d¨¦cada
A Fidel Castro lo intentaron asesinar m¨¢s de 600 veces y fue enterrado al menos tres. La primera, hace ya una d¨¦cada, en los d¨ªas y semanas y hasta meses transcurridos tras el anuncio oficial en la noche del 31 de julio de 2006 de que d¨ªas antes hab¨ªa sufrido una grave hemorragia intestinal y que delegaba, provisionalmente, los poderes su hermano Ra¨²l, cinco a?os menor. Fidel no muri¨®, pero la prensa internacional afil¨® todos sus obituarios, que ya no volver¨ªan al caj¨®n en mucho tiempo. Y los cubanos iniciaron una era en la que, su hasta entonces omnipresente comandante, dej¨® de estar en todas partes con su sempiterno uniforme verde olivo. Fidel se convirti¨®, sobre todo para la generaci¨®n m¨¢s joven de cubanos, en una figura cada vez m¨¢s distante que aparec¨ªa de vez en cuando unos minutos en televisi¨®n, casi siempre en un ch¨¢ndal Adidas que se convirti¨® en el nuevo uniforme de ese nuevo Fidel.
En febrero de 2008 lleg¨® su segundo entierro, el pol¨ªtico, que se encarg¨® de anunciar el propio Fidel en una ¡°reflexi¨®n¡±, largos art¨ªculos que, desde su enfermedad, publicaba de forma m¨¢s o menos regular opinando de lo que fuera y que eran le¨ªdos por los corresponsales ¡ªy m¨¢s de un cubano¡ª como un parte m¨¦dico, as¨ª como un baremo de su grado de satisfacci¨®n con la forma en que su hermano llevaba las riendas del poder. El 19 de febrero, Fidel explic¨® en ese art¨ªculo, adelantado de madrugada por un Internet que en esa ¨¦poca era un lujo a¨²n m¨¢s escaso que ahora en Cuba, que renunciaba a ser elegido presidente en las elecciones de ese mismo mes y que renunciaba incluso al t¨ªtulo de comandante en jefe. El comandante Castro, a sus 81 a?os, se hab¨ªa convertido en el ¡°compa?ero Fidel¡±.
Su tercer entierro, esta vez el real, llega tambi¨¦n tras una muerte anunciada nuevamente con nocturnidad y sorpresa. En esta ocasi¨®n fue el propio Ra¨²l Castro el que dio la noticia en una noche de viernes en la que buena parte de los cubanos se encontraban festejando o descansando en v¨ªsperas de un fin de semana que ya no fue como nadie imagin¨®. El que s¨ª sab¨ªa c¨®mo quer¨ªa acabar fue el propio Fidel, que supervis¨® en vida su largo funeral que concluy¨® el domingo en un mausoleo erigido en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, cerca de donde todo empez¨® y muy cerca, tambi¨¦n, de donde descansa Jos¨¦ Mart¨ª, el h¨¦roe nacional indisputado de todos los cubanos, tanto fidelistas como los anticastristas. Tuvo toda una d¨¦cada para cuidar todos los detalles.
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