¡°Todos los misiles de Ucrania apuntaban a EE UU¡±
El primer l¨ªder de la Ucrania independiente narra c¨®mo fue la disoluci¨®n de la URSS y la sucesiva relaci¨®n con Rusia
Ni Crimea ni el destino de las armas nucleares de la URSS fueron motivo de conflicto entre los tres dirigentes eslavos ¡ªel ruso Boris Yeltsin (ya fallecido), el bielorruso Stanislav Shushkevich y el ucranio Leonid Kravchuk¡ª cuando el 8 de diciembre de 1991, dieron el tiro de gracia a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en el frondoso bosque poblado de bisontes de Belovezhska, en el oeste de Bielorrusia.
Este oto?o, en su despacho del centro de Kiev, Kravchuk, el primer presidente de Ucrania, comparti¨® con EL PA?S sus recuerdos sobre aquella cita hist¨®rica de hace 25 a?os en Viskul¨ª, una zona de dachas reservada para los dirigentes, donde los tres l¨ªderes disolvieron el Tratado de la Uni¨®n (TU), el documento por el que se fund¨® el Estado sovi¨¦tico en 1922.
Los rusos tomaron Crimea y ahora no pueden con ella, porque resulta una pesada y costosa carga
¡°Sobre Crimea no se habl¨® en Belovezhska¡±, subraya Kravchuk, refiri¨¦ndose a la pen¨ªnsula del mar Negro que pertenec¨ªa a Ucrania desde 1954 y que fue anexionada por Rusia sesenta a?os m¨¢s tarde.
¡°Sab¨ªa que Rusia no dejar¨ªa Crimea, que intentar¨ªa recuperarla, pero no cre¨ª que fuera de esa manera, por medio de su Ej¨¦rcito, con una flagrante violaci¨®n del derecho internacional y aprovechando el Maid¨¢n [las revueltas populares], cuando en Ucrania no hab¨ªa autoridad ni orden ni se pod¨ªan tomar decisiones estatales¡±, dice Kravchuk.
Crimea es una ¡°idea fija¡± para Rusia, opina el veterano estadista. ¡°Yo esperaba que Rusia llegar¨ªa a plantear un debate sobre esta cuesti¨®n a Ucrania y admit¨ªa incluso la posibilidad de un refer¨¦ndum, pero no de un refer¨¦ndum a punta de pistola¡±. ¡°Cada vez que el Parlamento ruso aprobaba decisiones sobre Crimea, Yeltsin, que no quer¨ªa conflictos con Ucrania, les quitaba importancia y dec¨ªa que la posici¨®n oficial era la del presidente y el ministerio de Exteriores¡±. ¡°Los rusos tomaron Crimea y ahora no pueden con ella, porque resulta una pesada y costosa carga¡±, comenta. Kravchuk cita al yerno de Nikita Jruschov, el periodista Alex¨¦i Adzhub¨¦i, seg¨²n el cual los dirigentes ucranios fueron obligados a incorporar Crimea a su territorio para aliviar las penurias y la escasez que sufr¨ªan los rusos enviados a la pen¨ªnsula para reemplazar a los t¨¢rtaros deportados en 1944. Los Parlamentos de Rusia y Ucrania aprobaron la decisi¨®n de la c¨²pula del partido comunista de la URSS.
Toda Ucrania vot¨® por la declaraci¨®n de independencia y ni uno solo de nuestros territorios vot¨® en contra
En agosto de 1991, un grupo de altos funcionarios de la URSS intent¨® un golpe de Estado e impidi¨® as¨ª la firma de un nuevo Tratado de la Uni¨®n, para sustituir al de 1922. En oto?o, las tres rep¨²blicas sovi¨¦ticas del B¨¢ltico se hab¨ªan independizado y otras dos daban la espalda a Mosc¨², pero a¨²n hab¨ªa diez rep¨²blicas (de las quince que integraban la URSS hasta agosto) dispuestas a negociar con Gorbachov sobre una renovaci¨®n del Estado. El list¨®n de sus reivindicaciones hab¨ªa subido, y en noviembre aspiraban ya como m¨ªnimo a una confederaci¨®n de Estados en vez del estado federal con el que se conformaban en agosto. Ucrania hab¨ªa suspendido su participaci¨®n en las discusiones que se celebraban en la dacha oficial de Novoogariovo, en las cercan¨ªas de Mosc¨², hasta que se conociera el resultado del refer¨¦ndum de independencia convocado para el 1 de diciembre.
El Estado sovi¨¦tico se tambaleaba. ¡°En octubre de 1991, cuando Yeltsin y yo le propusimos formar una confederaci¨®n, Gorbachov nos pregunt¨® qui¨¦n ser¨ªa el presidente de la misma y Yeltsin sali¨® del paso diciendo que lo ser¨ªamos por turno, pero a Gorbachov aquello no le gust¨®. Creo que hubiera estado de acuerdo en formar una confederaci¨®n si le hubieran garantizado la presidencia¡±, explica Kravchuk.
En largas reuniones en las afueras de Mosc¨², Gorbachov intentaba salvar al Estado y a s¨ª mismo. Cuenta Kravchuk que su paciencia y la de Yeltsin se agotaron cuando el presidente de la URSS, sin informar a los l¨ªderes de las rep¨²blicas federadas, invit¨® tambi¨¦n a los debates a los l¨ªderes de sus autonom¨ªas (unidades subordinadas a las rep¨²blicas federadas en la estructura escalonada del Estado sovi¨¦tico). La participaci¨®n de estos l¨ªderes en la firma del Tratado de la Uni¨®n inclinaba la balanza a favor de Gorbachov. El presidente de la URSS ¡°cre¨ªa que las autonom¨ªas estaban por la conservaci¨®n de la URSS y esa era la verdad. Por eso, invit¨® en secreto a sus l¨ªderes para ponernos frente a los hechos consumados, a saber, que los firmantes del tratado no s¨®lo ser¨ªan las rep¨²blicas de la URSS sino tambi¨¦n sus autonom¨ªas¡±, dice Kravchuk.
¡°Los debates se estancaron. Todos est¨¢bamos insatisfechos. Yeltsin quer¨ªa saber si hablaba en nombre de toda Rusia o parte de ella. Objetaba que, si cada territorio de Rusia interven¨ªa en su propio nombre, entonces ?en nombre de qui¨¦n interven¨ªa ¨¦l? Las autonom¨ªas no conoc¨ªan el texto del Tratado de la Uni¨®n que nadie les hab¨ªa distribuido antes y en el que nosotros llev¨¢bamos tiempo trabajando¡±.
Los tres l¨ªderes eslavos decidieron reunirse en Belovezhska a espaldas de Gorbachov, aprovechando un viaje oficial de Yeltsin a Bielorrusia. Kravchuk se hab¨ªa reforzado gracias a su elecci¨®n como presidente de Ucrania y al refer¨¦ndum en el que el 1 de diciembre los ucranios se pronunciaron masivamente a favor de independizarse de la URSS. Mientras esperaba a Yeltsin, el ucranio fue de cacer¨ªa. ¡°Hac¨ªa un fr¨ªo horrible y yo no llevaba el calzado ni iba vestido de forma adecuada¡±, recuerda. El 7 de diciembre por la noche Yeltsin lleg¨® a Viskul¨ª. Al d¨ªa siguiente, los reunidos redactaron dos textos en los que constataban que ¡°la URSS hab¨ªa dejado de existir como sujeto de derecho internacional y realidad geopol¨ªtica¡± y que, en su lugar, fundaban la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
La delegaci¨®n rusa hab¨ªa ido a Belovezhska con la idea de conservar el Estado y ¡°quer¨ªa una declaraci¨®n que constatara la necesidad de una ¡°nueva visi¨®n¡± del mismo, explica Kravchuk. ¡°Antes de empezar a trabajar en los textos, Yeltsin me plante¨® dos preguntas en nombre de Gorbachov. Quer¨ªa saber si el Parlamento de Ucrania estar¨ªa de acuerdo en aprobar un nuevo Tratado de la Uni¨®n en caso de que se recogieran sus propuestas. Tambi¨¦n quer¨ªa saber si yo estaba de acuerdo en firmar el Tratado de la Uni¨®n si se contemplaban mis propuestas¡±. Gorbachov llegaba tarde. ¡°Si me hubieran planteado estas preguntas un mes antes, me hubiera marchado a Kiev a consultar con el Parlamento, pero ahora ni yo ni el Parlamento pod¨ªamos resolverlo, porque el pueblo de Ucrania, por un 91% hab¨ªa decidido la independencia y me hab¨ªa elegido presidente de ese Estado independiente¡±.
¡°Toda Ucrania vot¨® por la declaraci¨®n de independencia y ni uno solo de nuestros territorios vot¨® en contra¡±, subraya con energ¨ªa. A favor de la independencia vot¨® tambi¨¦n Crimea, con un 55%, recalca. ¡°Ahora se olvidan de esto¡±, subraya. Yeltsin y su equipo emprendieron una d¨¦bil defensa del Estado com¨²n, pero pronto se dejaron convencer por los ucranios. El acuerdo de Belovezhska y otros que siguieron se registraron aquel mismo mes de diciembre en la ONU.
Protecci¨®n por misiles
Al desintegrarse la URSS en el territorio de Ucrania hab¨ªa 165 misiles estrat¨¦gicos, cada uno con cinco cabezas nucleares, y de ellos 118 con combustible l¨ªquido y el resto con combustible s¨®lido. Kravchuk dice que no se plante¨® quedarse con ellos. ¡°Soy realista. No tom¨¦ la decisi¨®n yo solo. Invit¨¦ a los especialistas, cient¨ªficos y militares y les pregunt¨¦ si pod¨ªamos conservar aquellos misiles en disposici¨®n de combate y dirigirlos y ellos respondieron negativamente. El control de las armas nucleares situadas en suelo ucranio estaba en Rusia. Todas las cabezas nucleares de misiles estrat¨¦gicos, con combustible l¨ªquido y s¨®lido, envejec¨ªan e iban a estar caducadas para 1997. Se convert¨ªan en un peligro y hab¨ªa que sustituirlas, pero nosotros no pod¨ªamos hacerlo¡±.
¡°Si adem¨¢s de nuestro alto potencial t¨¦cnico-cient¨ªfico, hubi¨¦ramos tenido dinero, no excluyo que tal vez hubi¨¦ramos podido organizar la producci¨®n de nuestras propias cabezas nucleares¡±, razona. Y agrega: ¡°Otra cosa es c¨®mo hubiera reaccionado el mundo. Los presidentes de EE UU, George Bush y Bill Clinton, y el vicepresidente, Al Gore, me dijeron directamente que Ucrania deb¨ªa sacar los misiles nucleares de su territorio, porque todos los 165 misiles estrat¨¦gicos, sin excepciones, apuntaban a EE UU¡±. Los americanos estaban inquietos y los ucranios tambi¨¦n, porque ¡°el bot¨®n estaba en Rusia¡±, pero si ¡°se atacaba a los norteamericanos desde nuestro territorio, la respuesta ser¨ªa contra nosotros¡±. As¨ª se lleg¨® al memorando de Budapest (1994), por el que Rusia, EE UU y el Reino Unido daban garant¨ªas a Ucrania a cambio de la renuncia a sus armas nucleares. Ahora dicen que no hay mecanismo para cumplir aquel memorando, pero yo digo que lo que no hay es deseo ni voluntad pol¨ªtica¡±.
Kravchuk no lamenta su renuncia a las armas nucleares. ¡°?C¨®mo puedo lamentar el haber perdido algo que se estaba oxidando?¡±, dice y admite que en plenas turbulencias provocadas por la ruptura de v¨ªnculos econ¨®micos, del sistema financiero, por la inflaci¨®n, lleg¨® a preguntarse ¡°si no hubiera sido mejor avanzar paulatinamente hacia la independencia a trav¨¦s de la confederaci¨®n¡±. ¡°Pero ahora pensar as¨ª no tiene sentido. Existe Ucrania, que se desarrolla por la v¨ªa democr¨¢tica por un camino muy dif¨ªcil, con contradicciones y conflictos, pero avanza y conserva su independencia. Lo que siento ahora es que nuestros diputados no se ponen de acuerdo para poner orden en su propia casa, teniendo en cuenta la guerra que Rusia mantiene contra nosotros¡±.
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