Un pa¨ªs muy raro (Atanasio Girardot, Medell¨ªn)
Este a?o ha sido un largo recordatorio de que no hay nada resuelto ni hay nada superado aqu¨ª en la Tierra
Este a?o ha sido un largo recordatorio de que no hay nada resuelto ni hay nada superado aqu¨ª en la Tierra: Ankara, Bruselas, Bagdad, Kabul, Mosul, Alepo, Niza, Inglaterra, Estados Unidos, Colombia. Y el accidente con pinta de asesinato masivo del vuelo LaMia 2933 es un cl¨ªmax perturbador si el drama que se nos ha estado contando es la tragedia de una especie que no logra librarse de la tentaci¨®n de aniquilarse: todo indica que la tripulaci¨®n prefiri¨® ahorrarse los 5.000 d¨®lares de la parada t¨¦cnica en Bogot¨¢, y una multa de al menos 25.000, a salvarles la vida a las 71 personas que murieron sin despedirse 17 kil¨®metros antes de llegar al aeropuerto de Rionegro, Antioquia.
Se sabe que el vuelo empez¨® a fallar desde su plan. Que el piloto Quiroga Murakami era tambi¨¦n accionista de aquella aerol¨ªnea precaria que s¨®lo ten¨ªa un avi¨®n funcionando. Que el Chapecoense, ese peque?o club brasilero que viajaba a Medell¨ªn a jugar contra el Nacional la final de la Copa Suramericana de f¨²tbol, no era el ¨²nico equipo que hab¨ªa tomado esos vuelos inciertos para ahorrarse unos gastos. Que ese 2933 se estrell¨® contra el cerro Gordo, en Antioquia, a las 9:55 p.m. del lunes 28 de noviembre. Que murieron diecinueve jugadores, seis integrantes del cuerpo t¨¦cnico, veinte periodistas, diecinueve acompa?antes y siete miembros de la tripulaci¨®n. Y ¡°lo humano¡±, cuando es sin¨®nimo de violencia o de miseria o de codicia, fue la primera moraleja.
Noticias RCN, el exitoso noticiero de televisi¨®n que ha sido enemigo del acuerdo de paz con las Farc, se declar¨® sin pudores el ¡°primer medio de comunicaci¨®n en llegar al siniestro a¨¦reo en Antioquia¡±: felicitaciones.
Pero luego vinieron la indignaci¨®n y la compasi¨®n y la solidaridad y el duelo por los pr¨®jimos sin nombre: vino ¡°lo humano¡±. Y 45.000 hinchas antioque?os pose¨ªdos por la piedad ¨Cque es el amor, de golpe, por todo esto¨C llenaron el estadio Atanasio Girardot de Medell¨ªn, el lugar en donde iba a jugarse la final, desde las 6:45 p.m. del mi¨¦rcoles 30 de noviembre, y llevaron camisetas, velas, palomas blancas, para despedir al equipo y para consolar a su gente, y fue un funeral para un a?o mucho mejor que este. Sucedi¨® porque el mundo del f¨²tbol es como el mundo de los vuelos: el mundo de los negocios. Pero record¨® que es posible conmoverse ante los dramas ajenos, s¨ª: qu¨¦ importan la ideolog¨ªa o el pasado o la fe o la ruindad de las v¨ªctimas.
Y consigui¨® que Medell¨ªn no fuera la guarida del cartel de Narcos, sino la ciudad m¨¢s solidaria del planeta: hoy es com¨²n encontrar en los aeropuertos brasileros el letrero ¡°?Gracias Colombia!¡±.
Cada quien por su cuenta le hizo el reclamo a la tragedia: ¡°pero es que ya iban a jugar la final¡¡±. Pero muy pronto, desde la orilla que defiende el acuerdo de paz como un acuerdo por las v¨ªctimas, y desde las redes de ¡°genios¡± que siempre van m¨¢s all¨¢ ¨Cfelicitaciones¨C, aparecieron las cr¨ªticas a una sociedad tan humana que no ha podido librarse de prejuicios para estremecerse ante la barbarie del conflicto, pero tan humana que es capaz de llenar un estadio para llorar una cancha vac¨ªa: s¨ª, es un pa¨ªs muy raro.
De vez en cuando sucede algo ¨Cun accidente, una p¨¦rdida, un a?o bisiesto¨C que detona lo humano, que pone en su sitio los discursos y las teor¨ªas y las parrafadas de Facebook. Y qu¨¦ importa si el compa?ero de Apocalipsis es de derecha cuando se ve obligado a opinar. Si el mundo se viene encima literalmente no se le pregunta al pasajero de al lado, ni a la madre de cualquiera de los muertos, qu¨¦ tan grande debe ser el Estado o qu¨¦ opina de un acuerdo de paz.
Habr¨ªa que vivir como si el avi¨®n se estuviera cayendo. Pero ser colombiano ¨Cser humano¨C es creer que los que caen son los otros.
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