Un superviviente: ¡°No notaba la sangre, pero la herida era escandalosa¡±
Jos¨¦ Antonio Flores, mec¨¢nico de Tultepec, estaba a punto de entrar al mercado cuando escuch¨® una explosi¨®n. Despu¨¦s recuerda cascotes y ladrillos volando
El p¨¢rpado de Jos¨¦ Antonio Flores es un homenaje a la elasticidad de la piel. En vez de un ojo parece que guarda una pelota de b¨¦isbol. ¡°Si te digo la verdad¡±, dice, ¡°no se qu¨¦ me peg¨®¡±. Pudo ser un ladrillo, un bloque de hormig¨®n, un trozo de fierro. Cualquier artefacto de los miles que volaron este martes tras la explosi¨®n del mercado de cohetes de Tultepec.
Jos¨¦ Antonio es mec¨¢nico y uno de los supervivientes de la explosi¨®n, que hasta el momento deja 31 muertos. Su taller est¨¢ a una calle del mercado. Cuenta que a la hora de comer hab¨ªa salido con su hijo y otro de los mec¨¢nicos a buscar el carro de uno de los comerciantes del mercado. ¡°Estaba como a 50 metros de la puerta cuando escuch¨¦ la primera explosi¨®n. Sal¨ª corriendo. Algo me golpe¨® en la espalda y en la cara, pero la inercia te hace correr¡±.
Esta es la situaci¨®n. Mientras corre, Jos¨¦ escucha dos explosiones m¨¢s, muy seguidas. Luego se refugia en un restaurante. O se queda en la puerta, no sabe bien. Siente la sangre cay¨¦ndole del p¨¢rpado y de la nariz. Siente dolor en la espalda. ¡°No notaba la sangre, pero la gente me ve¨ªa: la herida era escandalosa¡±. Ignora d¨®nde han ido su hijo o Jos¨¦ Fabi¨¢n, el otro mec¨¢nico. A los minutos se levanta. Se queda parado y mira a todos lados por si los ve. No sabe cu¨¢nto tiempo pasa hasta que los encuentra. ¡°Veo personas muy da?adas¡±, explica, ¡°una persona con el pie perforado¡±.
El martes por la noche, Jos¨¦ Antonio espera que le den de alta en una silla de ruedas en un hospital cerca de Tultepec. Hace muecas de dolor por el golpe que ha recibido en la espalda. ¡°Vi volar ladrillos¡±, dice. Calla. Se?ala un cuarto del hospital y a?ade. ¡°Vi estructuras met¨¢licas m¨¢s grandes que un puesto de tacos a 200 metros de donde estaban¡±.
Jos¨¦ Fabi¨¢n le acompa?a esta noche. ?l est¨¢ bien. Ni un golpe, ni un rasgu?o. El hijo de Jos¨¦ Antonio tambi¨¦n est¨¢ bien. Cuando las explosiones, Jos¨¦ Fabi¨¢n sali¨® corriendo. Lo mismo, vio volar lo que no vuela: l¨¢minas de zinc, ladrillos, tabiques. ¡°Lo primero que recuerdo es una se?ora que le cae una piedra en la oreja derecha. Muy grande, as¨ª¡±, dice. Cierra su pu?o y lo muestra. ¡°El golpe le hace un hoyo y ahora s¨ª, le sacan los sesos¡±.
Despu¨¦s de las explosiones, Jos¨¦ Fabi¨¢n dej¨® de correr. ¡°Entonces empiezan a sonar los cohetes, como si fuera fiesta¡±. Los cohetes sonaron durante una hora. Al principio son s¨®lo eso, cohetes. Luego empezaron a escucharse gritos desde dentro. Todos miraban desde fuera, sin atreverse a entrar. Despu¨¦s llegaron las primeras pipas de agua. Cuando las pipas entraban a lo que quedaba del mercado, Jos¨¦ Fabi¨¢n y un grupo de vecinos fueron detr¨¢s. ¡°Los bomberos iban apagando el fuego y nosotros quit¨¢bamos los cascotes¡±, relata. ¡°?bamos sacando a la gente¡±.
A los dos Jos¨¦ les extra?a que solo sean 31 muertos. De hecho, Jos¨¦ Fabi¨¢n ha elaborado una lista de los muertos que ha visto con sus propios ojos. ¡°Est¨¢ la mujer con el hoyo en el cr¨¢neo; luego hay una se?ora que estaba as¨ª¡±. Cruza sus piernas. ¡°Yo me imagino que la explosi¨®n la agarr¨® sentada¡°. M¨¢s tarde topa con otra se?ora, la cara quemada. ¡°Solo ten¨ªa el sost¨¦n: se la habr¨ªa quemado la blusa¡±. Luego un muchacho con la pierna izquierda deshecha. Luego otro con media cara chamuscada. Y un se?or totalmente calcinado que le sal¨ªa humo de los pies. ¡°Ya le hab¨ªan echado agua, pero aun sal¨ªa¡±, cuenta. Si solo ¨¦l ha visto esos muertos, ?c¨®mo puede ser que no haya m¨¢s?
No hablan mucho entre ellos. Mencionan los videos que han grabado, las fotos que han sacado, las explosiones anteriores en el mercado ¨Clas hubo, dicen, una en 2006 y otra en 2007-, de que parec¨ªa Siria, de c¨®mo se queda el ¡°cuerito¡± cuando se quema. ¡°Con burbujitas¡±, dice Jos¨¦ Fabi¨¢n. No tienen idea de c¨®mo ha podido pasar lo que ha pasado.
A 10 metros de ah¨ª, un grupo de polic¨ªas estatales organiza la fila de gente que ha llegado al hospital con vendas, guantes, agua oxigenada, cat¨¦teres. El doctor Osm¨¢n ?lvarez, urgenci¨®logo, dice que ahora ya baj¨® el ¡°rush¡±. A los heridos graves los transfirieron a otros hospitales, a los leves los van dando de alta. El hospital Vicente Villada, de Cuautitl¨¢n Izcali, ha atendido a unos 25.
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