La m¨¢s barroca de las confusiones: Donald Trump y la lucha profesional
El semi¨®logo franc¨¦s Roland Barthes dio sin saberlo claves del fen¨®meno Trump en un ensayo de los 50
No importan el argumento ni las razones: s¨®lo el espect¨¢culo. En el mundo del pressing catch todo es exageraci¨®n y caos, todo es simulaci¨®n y enga?o, teatralidad hiperb¨®lica sin nobleza ni reglas m¨¢s all¨¢ del show por el show.
¡°Al p¨²blico le da completamente igual si el combate est¨¢ trucado o no, y tiene raz¨®n: conf¨ªa en la primera virtud del espect¨¢culo, que consiste en abolir todo m¨®vil y toda consecuencia: lo que importa no es lo que cree, sino lo que ve¡±, escribi¨® en los a?os cincuenta el semi¨®logo franc¨¦s Roland Barthes. Muchas de sus reflexiones sobre le catch, como llamaba a este espect¨¢culo en el libro de ensayos Mythologies, sirven hoy para entender a Donald Trump, el magnate neoyorquino que, desafiando todas las leyes de la pol¨ªtica y con un estilo histri¨®nico y falt¨®n, el 8 de noviembre gan¨® las elecciones presidenciales de EE UU.
Se ha intentado buscar las claves del fen¨®meno Trump en su carrera como constructor, que le sirve para alardear de su talento como empresario. Tambi¨¦n se ha estudiado su experiencia como presentador del programa de telerrealidad El aprendiz.
Hay otro aspecto en el pasado de Trump al que se ha prestado menos atenci¨®n: su paso por el mundo de la lucha de entretenimiento, organizada por la empresa World Wrestling Entertainment (WWE), con la que el presidente electo estuvo vinculado.
Trump patrocin¨® dos WrestleManias, la celebraci¨®n anual de este espect¨¢culo en el que los luchadores son personajes que combaten ¡ªo simulan que combaten¡ª ante un p¨²blico enfervorizado. Ha figurado como personaje de este espect¨¢culo. Est¨¢ en el Sal¨®n de la fama del WWE.
El presidente electo lleg¨® a participar en 2007 en la batalla de los multimillonarios, que le enfrent¨® con Vince McMahon, jefe de la WWE. En el ring peleaban dos luchadores profesionales por delegaci¨®n, aunque los dos multimillonarios intercambiaron algunos golpes. Al perdedor, McMahon, le cortaron el pelo al cero, operaci¨®n en la que particip¨® el propio Trump. Y ahora Trump ha nombrado a la esposa de McMahon, Linda McMahon, para dirigir en el Gobierno federal la Administraci¨®n de las Peque?as Empresas.
En la lucha-espect¨¢culo, los papeles est¨¢n bien definidos, como ha escrito Chris Kelly, coautor de El Donald: c¨®mo Trump convirti¨® la pol¨ªtica presidencial en lucha profesional. ¡°La lucha profesional es una obra de teatro moral en la que el h¨¦roe (carani?o o simplemente cara) combate con un villano (el despreciable)¡±, explica Kelly. ¡°El despreciable recibe abucheos ¡ªuna reacci¨®n negativa del p¨²blico¡ª porque insulta a sus enemigos y a la audiencia, hace trampas en cada momento y alega que el juego est¨¢ ama?ado en su contra¡±.
Es, como escribi¨® Barthes sesenta a?os antes, ¡°esencialmente un inestable, que admite las reglas s¨®lo cuando le son ¨²tiles¡¡± ¡°Es un hombre imprevisible y, por tanto, asocial¡±, contin¨²a. ¡°Se refugia detr¨¢s de la ley cuando cree que le es propicia y la traiciona cuando hacerlo le resulta ¨²til; tan pronto niega el l¨ªmite formal del ring y contin¨²a golpeando a un adversario protegido legalmente por las cuerdas, como restablece este l¨ªmite y reclama la protecci¨®n de lo que un instante antes no respetaba¡±.
As¨ª ha actuado Trump en la campa?a: quej¨¢ndose de que el sistema estaba ama?ado cuando las cosas le iban mal para defenderlo cuando iban bien, ofendiendo a sus rivales y al p¨²blico y sobre todo ofreciendo un espect¨¢culo trepidante. ?Eran real? ?O fingido? Si sus m¨ªtines lograron hipnotizar a medio pa¨ªs, es porque nunca se sab¨ªa que otro l¨ªmite romper¨ªa en la siguiente frase. Sus rivales jugaban con unas normas determinadas; ¨¦l las reventaba cada d¨ªa.
¡°En la actual campa?a, Trump se comporta como un luchador profesional mientras que los oponentes de Trump act¨²an como en un combate de boxeo. Mientras que el resto de contendientes se prepara para el siguiente golpe, Trump les lanza una silla met¨¢lica en la cabeza¡±, escribi¨® en 2015, en la publicaci¨®n Think Progress, Judd Legum, uno de los primeros en recuperar el ensayo de Barthes sobre el catch para explicar a Trump.
Trump sab¨ªa que la audiencia quer¨ªa espect¨¢culo y sab¨ªa c¨®mo d¨¢rsela. No ha cambiado desde el 8 de noviembre. Sus mensajes en la red social Twitter ¡ªesta semana, por ejemplo, atacando al expresidente Bill Clinton, marido de su rival en noviembre, Hillary Clinton; y disputando de nuevo la ventaja que Clinton obtuvo en el total de votos¡ª son propios de un luchador de catch.
Al contrario que en el boxeo, aqu¨ª no hay normas. O mejor dicho: la norma final es el entretenimiento. ¡°El ritmo del catch¡±, escribi¨® Barthes, ¡°es completamente diferente, puesto que su sentido natural es el de la amplificaci¨®n ret¨®rica: el ¨¦nfasis de las pasiones, la renovaci¨®n de los paroxismos, la exasperaci¨®n de las r¨¦plicas naturalmente solo pueden desembocar en la m¨¢s barroca de las confusiones¡±.
La m¨¢s barroca de las confusiones: Barthes anticip¨® sin saberlo la presidencia de Trump.
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