Guatemala sigue sin conocer la concordia
En el 20? aniversario de la firma de la paz, el pa¨ªs centroamericano ha erradicado la criminalidad pol¨ªtica. Sin embargo, con la pobreza al alza, permanece entre los m¨¢s violentos del planeta
Ante la mirada del mundo, el 29 de diciembre de 1996 el Estado de Guatemala y la guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG, de inspiraci¨®n marxista) firmaron una paz que pon¨ªa fin a 36 a?os de confrontaci¨®n interna ¡ªla segunda m¨¢s larga de Am¨¦rica, s¨®lo detr¨¢s de la de Colombia¡ª que dej¨® un saldo estimado en 250.000 muertos, 50.000 desaparecidos y m¨¢s de un mill¨®n de desplazados. Se abr¨ªa as¨ª una ventana a la esperanza. Los guatemaltecos visualizaban una oportunidad cierta para empezar a construir un pa¨ªs m¨¢s equitativo en todos los ¨®rdenes, particularmente en lo socioecon¨®mico.
Transcurridas dos d¨¦cadas, la esperanza ha dado paso al desencanto, a pesar de logros innegables en campos como las libertades pol¨ªticas. Ya no hay asesinatos por expresar ideas contrarias al establishment. Los antiguos guerrilleros pasean libremente por las calles y pueden beber una cerveza en cualquier bar, mientras los diarios y espacios radiof¨®nicos est¨¢n llenos de columnistas y tertulianos que expresan abiertamente su oposici¨®n a las pol¨ªticas dominantes, sin temor de ser secuestrados y desaparecidos, aunque la violencia com¨²n se cobra un promedio de 28,3 homicidios por cada 100.000 habitantes, la tercera tasa del istmo s¨®lo por detr¨¢s de El Salvador y Honduras.
En esta apreciaci¨®n coinciden dos protagonistas de primera fila de la firma de la paz, como el expresidente ?lvaro Arz¨², y el comandante de la antigua guerrilla Pablo Monsanto, todav¨ªa adversarios irreconciliables. Arz¨² pasar¨¢ a la historia como el gobernante que firm¨® la paz, y en declaraciones a EL PA?S subray¨® este extremo como uno de los mayores logros. ¡°Indudablemente, muchas cosas se superaron con creces. Se critica mucho la violencia com¨²n que nos castiga, pero esto es un problema mundial. Lo que es indudable es que ya no hay muertos por razones ideol¨®gicas. Es muy importante que ya no jalemos el gatillo por un conflicto ideol¨®gico que nunca entendimos. Por una guerra fr¨ªa en la que nosotros pusimos los muertos calientes¡±. ¡°Es cierto que hoy en d¨ªa no se asesina al que piensa de manera diferente de quienes viven de este sistema injusto que han mantenido a sangre y fuego. Esto es algo positivo¡±, comenta Monsanto, el ¨²nico de los firmantes de los acuerdos que, tras d¨¦cadas de clandestinidad, todav¨ªa vive.
En el otro lado de la balanza est¨¢n los rezagos. Aquellos acuerdos que se firmaron y se quedaron en papel mojado. Muchos analistas independientes afirman que solo se han hecho efectivos un 30% de los 12 puntos firmados. ¡°Y los que se han cumplido han sido los que no afectan a los poderosos. Lejos de avanzar, hay retrocesos: Guatemala es ahora un pa¨ªs intervenido, algo inconcebible si se hubiera cumplido lo pactado¡±, dice Monsanto. ¡°Ocurre que se distorsion¨® completamente el objetivo. En el af¨¢n de quedar bien con todo el mundo ¡ªno conozco el secreto del ¨¦xito, pero si el del fracaso: tratar de quedar bien con todos¡ª, y eso fue lo que pas¨®. De los acuerdos pactados, simples pero que se pod¨ªan explicar en su plenitud, las comisiones paritarias introdujeron tantos agregados que su cumplimiento se hizo imposible¡±, argumenta Arz¨².
Lo innegable, lo que se puede palpar en el d¨ªa a d¨ªa de los guatemaltecos, es el incumplimiento de acuerdos que buscaban convertir a Guatemala en un pa¨ªs moderno, incluyente, sin apartarse del modelo econ¨®mico en vigencia. Persiste el racismo y no se ha logrado poner en marcha un acuerdo fiscal. Esta naci¨®n centroamericana mantiene la carga tributaria m¨¢s baja del hemisferio, con una tasa equivalente al 13% del PIB frente al 21,3% promedio de la regi¨®n, seg¨²n la CEPAL.
Esto se traduce en una de las llagas purulentas m¨¢s dolorosas, y que las estad¨ªsticas reflejan en toda su dimensi¨®n. Lejos de disminuir, en Guatemala ¡ªque tiene una de las tasas de fertilidad m¨¢s altas del mundo¡ª la pobreza ha aumentado. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), la pobreza lleg¨® al 59,3% en 2015, con un incremento de 8,1 puntos porcentuales respecto a la medici¨®n de 2006. Son cifras aproximadas, porque ni siquiera hay un censo poblacional reciente en una naci¨®n en la que 9,7 millones de personas se debaten entre la pobreza y la miseria. La mitad de los ni?os sufre desnutrici¨®n cr¨®nica y la educaci¨®n y la sanidad p¨²blica andan por la calle de la amargura.
Todo ello, en medio de una corrupci¨®n generalizada que ahoga, antes de nacer, cualquier intento por mejorar la situaci¨®n. Un estudio del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac) subraya entre los problemas irresolubles, el ¡°desmantelamiento del Estado¡± ¡ªsu cooptaci¨®n por mafias de diversa cala?a¡ª, la negaci¨®n de la justicia y el aumento de la conflictividad social, como el resurgimiento de los cuerpos clandestinos de seguridad, palpables a partir de la vuelta al poder de los militares con el Gobierno de Otto P¨¦rez Molina (2012-2015, cuando se vio obligado a renunciar ante la escandalosa corrupci¨®n de su r¨¦gimen) y, de manera solapada pero eficaz, durante la actual administraci¨®n de Jimmy Morales.
?Se puede revertir esta situaci¨®n y convertir a los Acuerdos de Paz en una agenda de Estado como fue su vocaci¨®n original? El expresidente Arz¨² es m¨¢s bien pesimista: ¡°La sociedad guatemalteca es muy conservadora. Y los que m¨¢s, las comunidades ind¨ªgenas, que no quienes cambios sino mejor¨ªas. Lo entend¨ª demasiado tarde, pero proponer un cambio dr¨¢stico en esta sociedad resulta ser inaceptable para todos los estratos sociales¡±. El exguerrillero Monsanto s¨ª ve una salida: ¡°Ahora existe un estado de conciencia de parte de la poblaci¨®n que permite empujar los cambios. La poblaci¨®n sabe que es necesario cambiar el sistema. Esto, fruto de la frustraci¨®n y el agravamiento de la situaci¨®n social y econ¨®mica, permite sentar bases para el surgimiento de un movimiento que rescate los contenidos fundamentales de los acuerdos y, con base en ello, elabore programas de desarrollo. Hay que crear un nuevo Estado que debe iniciar con la convocatoria a una Constituyente plurinacional que garantice a los pueblos originarios la defensa de su territorio y sus recursos naturales y estrat¨¦gicos. Un estado de conciencia que no exist¨ªa cuando se firm¨® la paz y que permite empujar esos cambios.
El an¨¢lisis del soci¨®logo H¨¦ctor Rosada, uno de los negociadores de la paz, resulta demoledor: ¡°?convertir los Acuerdos en una agenda de Estado, para qu¨¦?¡±, se pregunta. ¡°Tenemos un Estado de ¨¦lite, que se protege a s¨ª mismo, sin importarle el bienestar de la mayor¨ªa¡±. Recuerda que al inicio del proceso se ignor¨® el tema fundamental, las causas que generaron la guerra. As¨ª, a?ade, retomar los acuerdos sacar¨ªa a luz las causas que las ¨¦lites generaron a lo largo de 500 a?os. Causas que persisten y que nadie quiere tocar. ¡°La negociaci¨®n solo fue un recurso para terminar la guerra pol¨ªtica pero que nos condujo a otra que mata a gente que no tiene nada que ver con la problem¨¢tica de este Estado de mierda, que tiene a una juventud sin trabajo ni futuro, convertida en maras (pandillas juveniles), en un contexto que imposibilitar¨ªa cualquier intento por retomar los Acuerdos: narcoactividad, corrupci¨®n e impunidad¡±.
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