La revancha de la Guerra Fr¨ªa
Es ir¨®nico que ahora sea la superpotencia quien sufra y se lamente por interferencias electorales
Siempre ha habido interferencias pol¨ªticas. Son parte de la pol¨ªtica exterior de cualquier pa¨ªs. Y tambi¨¦n interferencias electorales, sobre todo de los grandes respecto a los chicos.
La iron¨ªa contempor¨¢nea es que sea la superpotencia quien las sufra y se lamente. Que las documente la CIA, paradigma de la organizaci¨®n dedicada a interferir. Y que la interferencia en la elecci¨®n m¨¢s trascendente termine en un ¨¦xito clamoroso.
Para algunos, se habr¨ªa hecho realidad la ficci¨®n narrativa de Philip Roth en el Complot contra Am¨¦rica, en la que Hitler sit¨²a en la Casa Blanca a un agente suyo, el aviador Charles Lindberg, chantajeado gracias al secuestro de su hijo para que no entre en la Guerra Mundial e instale, adem¨¢s, un r¨¦gimen af¨ªn en Am¨¦rica.
Las sospechas y conjeturas bastar¨ªan para despertar la mayor preocupaci¨®n, especialmente ante las elecciones de este a?o en Francia y en Alemania, de las que pende el futuro de Europa. Si la primera superpotencia, con una comunidad de inteligencia tan experta y dotada de medios, no puede neutralizar una interferencia pol¨ªtica y electoral rusa, ?qu¨¦ cabe esperar de la fragmentada y desconcertada Uni¨®n Europea que se enfrenta al Brexit, la crisis de los refugiados y el ascenso de populismos y nacionalismos?
No ser¨ªa el regreso de la Guerra Fr¨ªa, pero s¨ª lo m¨¢s pr¨®ximo a una revancha por el desenlace de la Guerra Fr¨ªa. Ahora, la superpotencia vencedora de aquella contienda, el capitalismo liberal y la democracia parlamentaria se hallar¨ªan en aparente desventaja, como si fueran a sufrir el contragolpe de ¡°la mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo XX¡±, tal como Putin describi¨® la desaparici¨®n del imperio comunista.
La supuesta contribuci¨®n rusa a la victoria de Trump revela que la primera superpotencia, a pesar de su ventaja econ¨®mica, tecnol¨®gica y militar, es sumamente vulnerable. Tambi¨¦n que la globalizaci¨®n, sobre todo la tecnol¨®gica, proporciona nuevas armas asim¨¦tricas a los gobernantes autoritarios para interferir en la vida pol¨ªtica y electoral de las sociedades abiertas. No hace falta que Trump sea un agente ruso para concluir que su victoria se lee como un ¨¦xito del modelo autoritario que Putin encarna. En la ¨¦poca de Wikileaks, las redes sociales y las televisiones soberanas como las que sufragan Rusia, China, Ir¨¢n, Catar o Arabia Saud¨ª, la ventaja es para quien sabe aprovechar las libertades ajenas sin someterse a juicio de la opini¨®n p¨²blica, ni al control de tribunales y parlamentos democr¨¢ticos.
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