A?o I de la era Trump

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Ya en los primeros d¨ªas o semanas de la presidencia Trump, que se inaugura este viernes 20, habr¨¢ que fijarse principalmente en cinco capitales, Ciudad de M¨¦xico, La Habana, Mosc¨², Pek¨ªn y Jerusal¨¦n, para tener un apunte de la nueva pol¨ªtica exterior norteamericana.

En lo que respecta a Ciudad de M¨¦xico el mal parece ya prescrito. Fin de las deslocalizaciones con un regreso al v¨¦tero-capitalismo, lo que el polit¨®logo y gur¨² Ian Bremmer ha llamado ¡°unilateralismo extremo¡± m¨¢s que proteccionismo, que va a dejar a cientos de miles de trabajadores mexicanos del autom¨®vil en la calle. M¨¢s empleo para los ¨¢speros votantes de Trump, pero veh¨ªculos m¨¢s caros para el consumidor local por la diferencia de costes.

Un posible comp¨¢s de espera en La Habana en pugna con Miami, pero el presidente electo ha prometido repetidas veces que el castrismo no saldr¨ªa indemne de su presidencia. Como m¨ªnimo, el embargo de la isla antillana seguir¨¢ para los restos.

Mosc¨² y Pek¨ªn forman, en realidad, un ¨²nico compacto. Ah¨ª Trump parece querer poner en pr¨¢ctica un Nixon al rev¨¦s, el presidente que en 1972 trat¨® de alinear a Pek¨ªn contra Mosc¨², y ahora el empresario pretende aislar a Pek¨ªn en el mar del sur de China, a cambio de reconocer a Rusia vara alta en Siria. Pero la l¨ªnea roja de la Ciudad Prohibida es el principio de que China solo hay una, con lo que toda veleidad de reconocimiento pleno de Taiw¨¢n podr¨ªa ser un casus belli. Por ello, es la partida a m¨¢s largo plazo.

Pero el gran encontronazo se producir¨ªa con el eventual traslado de la representaci¨®n norteamericana de Tel Aviv, donde est¨¢ todo Occidente, a Jerusal¨¦n. Hasta tal punto preocupa a la UE esa posible maniobra que la conferencia del domingo pasado en Par¨ªs, a la que asistieron 70 pa¨ªses para ratificar formalmente el mantra de los dos Estados, israel¨ª y palestino, era una advertencia a Trump para que dejara las capitalidades en su sitio. El reconocimiento de Jerusal¨¦n como ¡°capital ¨²nica e indivisible¡± de Israel equivaldr¨ªa a la liquidaci¨®n formal de la soluci¨®n de los dos Estados y un gran paso para que el Estado sionista se anexionara Judea y Samaria, por otro nombre Cisjordania. Pero la jugada constituir¨ªa tambi¨¦n el reconocimiento de una gran realidad: Washington nunca ha sido un honrado intermediario y su apoyo a Israel absoluto en lo que cuenta, la par¨¢lisis negociadora con la Autoridad Palestina, que es con lo que el primer ministro israel¨ª Netanyahu se conforma como objetivo por tiempo indefinido. E igualmente vinculado a ese New Deal, la probable revisi¨®n del acuerdo nuclear con Teher¨¢n, que har¨ªa el completo de las aspiraciones ultra-israel¨ªes.

Nunca una transici¨®n presidencial norteamericana hab¨ªa sido tan enconada entre un jefe de Estado saliente, Barack Obama, que ha tratado de machihembrar su legado, y uno entrante, Donald Trump, que pretende hacerlo a?icos. Pero, relativ¨ªcese, dif¨ªcilmente la nueva presidencia podr¨¢ ser m¨¢s catastr¨®fica que la de Bush II, alt¨ªsimo responsable de la destrucci¨®n de Irak y del disputado equilibrio sun¨ª-chi¨ª en esa parte del mundo. A?o I de la era Trump.