El quinto jinete del apocalipsis europeo
El trumpismo refuerza a corto plazo a Theresa May y debilita a los 27 para la negociaci¨®n del Brexit
Trump es el quinto jinete del apocalipsis europeo. Primero fue la crisis financiera, que puso en peligro la moneda ¨²nica. Luego fue la anexi¨®n de Crimea por Rusia, que demostr¨® la voracidad de Mosc¨² y la fragilidad de la frontera oriental de la Uni¨®n Europea. A continuaci¨®n la crisis de los refugiados, que hizo saltar por los aires la pol¨ªtica de asilo europea y paraliz¨® los acuerdos de Schengen. Por fin lleg¨® el Brexit, la primera ocasi¨®n en la que la f¨¢brica de paz, prosperidad y estabilidad que era la UE en vez de ensancharse se encoge y pierde una de sus piezas se?eras: 18% del PIB, 13% de la poblaci¨®n, arma nuclear, asiento permanente en el Consejo de Seguridad, la City y el prestigio de la democracia parlamentaria m¨¢s antigua del mundo. La culminaci¨®n es Donald Trump, un presidente m¨¢s propenso a entenderse con Mosc¨² que con Bruselas y en todo caso el primero en 70 a?os que menosprecia a la alianza atl¨¢ntica y prefiere ver a Europa desunida.
Trump anunci¨® que su victoria ser¨ªa ¡°un Brexit multiplicado por tres¡± y se qued¨® corto. El trumpismo es un terremoto de efectos globales mientras que el Brexit es de efectos continentales, con el a?adido de que el terremoto mayor refuerza, naturalmente, el efecto destructivo del menor. Trump y el Brexit son complementarios e incluso afines. Hay afinidad en la crisis de la globalizaci¨®n que est¨¢ en el origen de su ¨¦xito, y m¨¢s concretamente en la pulsi¨®n nacionalista, excluyente e incluso xen¨®foba que ha animado el voto en ambos casos. Tambi¨¦n en la apelaci¨®n a un tiempo pasado de grandeza que ya no volver¨¢. E incluso se puede encontrar, a la vista de las amenazas a Bruselas de los ¨²ltimos discursos de Theresa May, en el m¨¦todo de negociaci¨®n intimidatoria que comparten, juego de suma cero en el que lo que gana uno lo pierde el otro, en vez de cooperaci¨®n sin¨¦rgica entre ganadores, como ha sido el caso de una parte considerable de la cooperaci¨®n multilateral de los ¨²ltimos 70 a?os.
La victoria de Trump es una regalo ca¨ªdo del cielo para May. Obama se?al¨® a los brit¨¢nicos el ¨²ltimo puesto de la cola si quer¨ªan negociar un acuerdo comercial con Washington como alternativa a su salida de la UE, mientras que Trump los ha declarado socios preferentes. La anterior Administraci¨®n presion¨® en contra del Brexit o se manifest¨® a favor de una salida de la UE suave con el argumento de que la principal baza de Londres es la posici¨®n privilegiada que goza dentro de la Uni¨®n y le ha permitido funcionar como puente transatl¨¢ntico y global. Ahora gracias al apoyo y ejemplo de la primera superpotencia, May da la vuelta al argumento y presenta su proyecto de un Reino Unido global, desconectado de la UE y apoyado en la relaci¨®n especial con Washington.
Pero no todo son afinidades, ni la relaci¨®n entre May y Trump tiene por qu¨¦ ser tan id¨ªlica. En primer lugar, porque la idea que tiene Trump de las relaciones internacionales dif¨ªcilmente puede encajar con la tradici¨®n y sutileza del Foreign Office. En el tosco mundo de Trump no hay reglas de juego pactadas multilateralmente sino acuerdos bilaterales en los que se expresa la correlaci¨®n de fuerzas. Concibe las relaciones con los otros pa¨ªses como un simple negocio a corto plazo, en el que se trata de ganar cuanto m¨¢s mejor, sin necesidad de construir afinidades ni compartir valores, ideas y estrategias. Torcer el brazo al otro antes de regatear es una t¨¦cnica habitual para contar con bazas a la hora de obtener acuerdos. Para los socios de menor fuerza y tama?o, como es el caso de Londres, por grandes que sean las aparentes afinidades, ser¨¢ un peligro entrar en tratos bilaterales y sin la cobertura de las reglas y las instituciones multilaterales.
Como ha anunciado ya Merkel, la acumulaci¨®n de crisis obligar¨¢ a los europeos a asumir la responsabilidad sobre su futuro
Tambi¨¦n hay abiertas diferencias entre Trump y el Brexit que la euforia de estos d¨ªas oculta. Los conservadores brit¨¢nicos tienen ideas y valores precisos y reconocidos, que pueden evolucionar pero dentro unos m¨¢rgenes previsibles. Este no es el caso de Trump, capaz de cuestionar piezas fundamentales de la posici¨®n brit¨¢nica en la escena internacional: la Alianza Atl¨¢ntica, el cambio clim¨¢tico, el acuerdo nuclear con Ir¨¢n o la necesidad de contener los reflejos nost¨¢lgicos de Mosc¨². Incluso las promesas proteccionistas de Trump respecto a la industria estadounidense, siguiendo el lema America First, suenan contradictorias con la pretensi¨®n, probablemente excesiva, de la se?ora May de convertir el Reino Unido en la potencia l¨ªder del libre comercio mundial.
En el corto plazo, el trumpismo da alas al Brexit y debilita la posici¨®n negociadora de los 27, aunque presenta un reto ins¨®lito para la UE, acostumbrada a crisis controlables e incluso funcionales, que serv¨ªan de plataforma y est¨ªmulo para los saltos hacia adelante. As¨ª se ha resuelto todav¨ªa la crisis del euro, al menos moment¨¢neamente. Pero las otras cuatro plagas que penden sobre la continuidad del proyecto europeo, y especialmente un Brexit jaleado por Washington, dif¨ªcilmente podr¨¢n enfrentarse con un sistema tan lento y minimalista.
Los 27 han dado respuesta hasta ahora al reto brit¨¢nico con suficiente coherencia y unidad, cerr¨¢ndose en banda a las pretensiones iniciales. Londres quer¨ªa una negociaci¨®n preliminar antes de activar el art¨ªculo 50 por el que se solicita el divorcio. Tambi¨¦n quer¨ªa seguir en el mercado ¨²nico, pero sin libre circulaci¨®n de trabajadores. Ahora, tras el anuncio de un Brexit duro y de corte limpio, May pretende negociar en dos a?os la separaci¨®n, la factura financiera del divorcio y la futura relaci¨®n con la UE, con la que pretende gozar de todas las ventajas de una zona de libre comercio con Europa sin ninguno de los inconvenientes.
Habr¨¢ que ver si ahora los 27 aguantan el desaf¨ªo. De momento no hay efecto domin¨®, aunque habr¨¢ que esperar a las elecciones presidenciales francesas y a las generales alemanas para comprobar si la oleada populista erosiona todav¨ªa m¨¢s la posici¨®n europea. La estrategia brit¨¢nica busca hacer la paz aparte con el mayor n¨²mero de socios europeos posibles para as¨ª debilitar la posici¨®n com¨²n. Todo acompa?ado de insinuaciones amenazantes de May respecto al papel brit¨¢nico en la defensa europea, al estatuto de los europeos que viven en Reino Unido o a la instalaci¨®n de un gigantesco para¨ªso fiscal en las islas a las puertas de la UE.
La respuesta en dos fases de Angela Merkel a esta quinta plaga es concisa y clara. Cuando Trump gan¨® la elecci¨®n presidencial le record¨® los fundamentos del lazo transatl¨¢ntico: ¡°Alemania y Estados Unidos est¨¢n conectados por los valores de la democracia, la libertad y el respeto de la ley y de la dignidad de los seres humanos, con independencia del origen, color de la piel, religi¨®n, g¨¦nero, orientaci¨®n sexual o posiciones pol¨ªticas, y yo ofrezco al pr¨®ximo presidente de EE UU la m¨¢s estrecha cooperaci¨®n en base a estos valores¡±.
Cuando esta semana el nuevo presidente se ha expresado directamente a favor del Brexit y en contra de la UE, Merkel ha dado una respuesta que no se dirige a Trump, sino a sus conciudadanos: ¡°El futuro de la UE est¨¢ en manos de los europeos¡±. Si los 27 le hicieran caso y actuaran en consecuencia, Trump no pasar¨ªa a la historia como el quinto jinete que destruy¨® Europa sino como el revulsivo que, al fin, hizo despertar a los europeos.
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