?La envidia malsana de Donald Trump?
El presidente de EE UU se queja en una carta imaginaria a Putin sobre los l¨ªmites de su poder
¡°He jurado sobre el altar de Dios hostilidad eterna contra todo tipo de tiran¨ªa¡±, Thomas Jefferson.
Querido Vlad,
?Vaya dos semanitas! ?Has visto todo lo que he hecho desde que llegu¨¦ a la presidencia? He cabreado a los chinos, los mexicanos, los iran¨ªes, los europeos y hasta a los australianos. Y ni hablar, claro, de los musulmanes y los jud¨ªos. Nunca me lo he pasado tan bien. Nunca me he sentido m¨¢s potente. ?Pero qu¨¦ te voy a contar a ti, que llevas casi 20 a?os en el poder?
Eso s¨ª, esto no es f¨¢cil. Empiezo ya a entender que ser presidente en un pa¨ªs tan profundamente corrupto como el m¨ªo tiene sus frustraciones. Te admiro, Vlad, pero m¨¢s que nada te envidio.
Ya que eres la persona en el mundo en la que m¨¢s conf¨ªo (s¨ª, m¨¢s incluso que en Melania), te cuento.
Te habr¨¢s enterado de los dolores de cabeza que me ha causado aquel rid¨ªculo supuesto juez que vet¨® mi orden ejecutiva migratoria para proteger a Estados Unidos del terrorismo internacional. Habr¨¢s visto que present¨¦ un recurso al tribunal de apelaciones y, en cuesti¨®n de horas, el tribunal me lo deneg¨®. ?C¨®mo voy a arreglar este destrozado pa¨ªs en semejantes circunstancias?
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Te envidio, Vlad, porque t¨² has logrado quitarte de encima estos absurdos e innecesarios obst¨¢culos legales. Me contaba el otro d¨ªa Steve Bannon, mi brillant¨ªsimo asesor en la Casa Blanca, que al poco rato de tomar el poder castraste a los jueces, que t¨² eres la ley en Rusia. A eso aspiro yo, mi querido Vlad. Y a eso tambi¨¦n aspiran mis votantes, muchos millones m¨¢s, por cierto, de los que votaron por Hillary, cuando descuentas los votos de los muertos y los negros.
Otro problema que tengo y otra raz¨®n para envidiarte: los medios de comunicaci¨®n. Ah¨ª est¨¢n todos los d¨ªas jodiendo, como mosquitos arruin¨¢ndote la barbacoa en una dulce noche de verano. Dicen que soy inseguro y narcisista, que tengo la piel fina. ?Me vuelven loco! No duermo de noche. Me desvelo tuiteando respuestas a las mentiras que dicen sobre m¨ª.
Han empezado incluso a decir que realmente no soy yo el que manda, que Bannon es mi cerebro; que soy el perrito faldero de mi vicepresidente, Mike Pence. No entienden nada esos mediocres como Paul Krugman, el premio Nobel de econom¨ªa que escribe en The New York Times.
T¨², en cambio, tienes a los medios totalmente controlados. Tambi¨¦n a eso aspiro yo. Te mencion¨¦, quiz¨¢ te enteraste, en un discurso que di en diciembre en Michigan. Un periodista listillo me hab¨ªa dicho que t¨² hab¨ªas ordenado el asesinato de algunos reporteros. Yo le contest¨¦, textual: ¡°No har¨ªa eso. Eh, bueno, d¨¦jenme pensar¡ no, no, no lo har¨ªa. No los matar¨ªa. Pero los odio¡±.
Claro, eso lo dije antes de asumir la presidencia; antes de que empezaran a intentar matarme a m¨ª. Los odio m¨¢s que nunca y aunque seguir¨¦ insistiendo en que no los matar¨ªa, no me sorprender¨ªa que uno de mis fans (la enorme mayor¨ªa de los americanos me aman, ?lo sabes, Vlad, no?) tomase la ley en sus manos un d¨ªa de estos. Ya lo dijo Bannon: ¡°La prensa es el enemigo¡±. Tal cual. Si algo pasara, ellos se lo habr¨ªan buscado.
Esos buitres me echar¨ªan la culpa a m¨ª, por supuesto. Pero da igual. Como dije en Iowa durante la campa?a electoral: ¡°Podr¨ªa disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perder¨ªa votos¡±. Mira, siendo honesto, mejor que no hagan da?o a ning¨²n periodista porque me generar¨ªa m¨¢s l¨ªos que a ti, pero en cualquier caso le pedir¨¦ a Bannon que estudie tus m¨¦todos para ver c¨®mo yo tambi¨¦n pueda amaestrar a los medios de comunicaci¨®n. Es importante esto.
Ahora, te voy a confesar algo que no le dir¨ªa a nadie m¨¢s que a ti. Te dije hace un momento que confiaba m¨¢s en ti que en Melania. Pues a veces me pregunto si estoy durmiendo con la enemiga.
Te soy sincero, Vlad. Tiene un cuerpo espectacular, como todas las mujeres que he tenido. Te mandar¨¦ fotos para agregar a la colecci¨®n que tienes de mis visitas a Mosc¨² (?lo digo en broma!). Pero es que Melania ha decidido seguir viviendo en Nueva York y no venir conmigo a Washington. Ahora, a m¨ª personalmente no me preocupa. Hay un par de becarias aqu¨ª en la Casa Blanca con unos traseros de infarto. ?Pero qu¨¦ van a pensar los americanos aut¨¦nticos, los cristianos profamilia que componen el grueso de mis votantes?
Tengo que pensar en las elecciones de 2020 y ser¨ªa un desastre si algunos de ellos se unieran a aquel coro infernal que se pregunta en Facebook si en secreto Melania me odia. No s¨¦ si viste ese maldito v¨ªdeo que recorri¨® las redes mostrando la cara que puso cuando me di la vuelta durante mi ceremonia inaugural. Amargada. Lo que la gente no sabe es que esa es su cara habitual cuando estamos a solas. No significa nada. Nada. Melania me adora. ?C¨®mo no me va a adorar si es la persona que mejor me conoce? Pero a veces me pregunto si se le ocurrir¨¢ alg¨²n d¨ªa ir a los medios, como la princesa Diana (?qu¨¦ ganas tuvo de acostarse conmigo, la pobre!) cuando revel¨® todo sobre su relaci¨®n con Carlos. Claro, mi mejor arma es que en tal caso Melania sabe que la dejo en la calle sin dinero.
Pero tambi¨¦n en esto te envidio, Vlad. ?Divorciado y viviendo en el pa¨ªs, como t¨² bien dijiste, que tiene las mejores prostitutas del mundo!
Bueno, Vlad, me despido, que son las tres de la ma?ana y tengo que componer unos tuits. Pero, hablando de mujeres, una cosa m¨¢s: repite el favor que te ped¨ª durante la campa?a electoral contra Hillary y monta otra ciberguerra, esta vez contra los rivales en las elecciones francesas de nuestra camarada Marine le Pen.
Recuerda nuestra consigna, Vlad: ?Dictadores del mundo, un¨ªos! Ja, ja.
Saludos fraternales,
Donald
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