El pinball no quiere morir
El cl¨¢sico juego recreativo busca una segunda vida con las nuevas tecnolog¨ªas
¡®Bola extra¡¯, una expresi¨®n de j¨²bilo, de placer inesperado cuando ya no se esperaba nada y la partida estaba a punto de terminar. El pinball, tambi¨¦n llamado flipper, por el nombre que reciben las dos paletas cubiertas de goma que impulsan la bola de hierro por el tablero, lucha por ponerse al d¨ªa. La cl¨¢sica m¨¢quina de las recreativas es un objeto de la cultura pop, todav¨ªa reconocible y con un toque vintage. En Silicon Valley no hay empresa tecnol¨®gica de nuevo cu?o que no tenga una sala con una hilera de m¨¢quinas para liberar el stress, pero ya no se encuentran en bares con la misma frecuencia.
Gary Stern (Filadelfia, 1945) es el ¨²ltimo fabricante industrial de estas m¨¢quinas que, aunque se fabrican en serie, mantienen mucho de artesan¨ªa: desde los motivos tem¨¢ticos, a detalles en la decoraci¨®n. ?l es el m¨¢ximo responsable de Stern Machines. Lleg¨® a este oficio por tradici¨®n familiar. Su padre comenz¨® en los a?os 30 como distribuidor en Chicago para otro fabricante, un sello que todav¨ªa llevan los modelos m¨¢s antiguos, Williams. Siguen en la misma zona, pero cerca del aeropuerto, para poder cargar los pedidos.
A Stern le enorgullece dar empleo a 300 personas, pero sabe que va a ser complicado mantenerlo si no se suman a las nuevas tecnolog¨ªas. Seg¨²n sus c¨¢lculos son un total de 3.000 los empleos que genera su factor¨ªa.
La demanda baja y aunque el precio es alto, no da para mantener la plantilla mucho tiempo. Una m¨¢quina de pinball cuesta entre 5.500 y 8.500 d¨®lares, seg¨²n la calidad de los acabados, detalles y dificultad de la trama. ¡°Tenemos Pro, Premium y Alley. Tres niveles de detalle y complejidad que determinan el coste de fabricaci¨®n. Si tienen m¨¢s rampas, recovecos, bolas m¨²ltiples...¡±, detalla. El pinball tambi¨¦n tiene sus fetiches. La versi¨®n Pro inspirada en el grupo Aerosmith es la m¨¢s cotizada. ¡°Pero hay dos superh¨¦roes que compiten por el trono, Batman y Spiderman. Tuvo mucho ¨¦xito una edici¨®n especial de la serie Los Soprano, pero en cuanto a pel¨ªculas Indiana Jones y la Familia Adams son las que tienen m¨¢s adeptos¡±, relata como si hablase de sus propios hijos.
Sus clientes suelen ser coleccionistas, bares con toque vintage, espacios dedicados a la nostalgia y empresas. En ocasiones tambi¨¦n se los piden en pel¨ªculas como decorado. ¡°Nos ha surgido una modalidad que no contempl¨¢bamos, las m¨¢quinas patrocinadas. Una marca nos encarga varias con sus logos y con temas relacionados. Nos ha pasado con Pabst Blue Ribbon, una cerveza muy popular, que lleva nuestras m¨¢quinas en sus eventos de promoci¨®n¡±, explica.
Una m¨¢quina de pinball cuesta entre 5.500 y 8.500 d¨®lares, seg¨²n la calidad de los acabados, detalles y dificultad de la trama
En 2016 vendieron un 20% m¨¢s que en 2015, pero no se conforma con esa cifra. Tampoco le valen como aval de futuro los m¨¢s de 40.000 miembros de la Flipper Pinball Association. En Espa?a gozan de bastante salud: ¡°Llevo muchos a?os de relaci¨®n con Cirsa, nuestro distribuidor, y los encargos se mantienen¡±.
Stern tiene un plan para que no pase de moda el juego, que sea barato y mantenga toda su emoci¨®n, la realidad virtual. Durante CES, la mayor feria de electr¨®nica de consumo, Stern alquil¨® un espacio para desvelar sus planes. Junto a sus creaciones m¨¢s reconocibles contaban con un buen n¨²mero de tabletas para probar sus primeros experimentos en digital.
Sabe que el camino no es f¨¢cil. Para empezar, tiene que cambiar de forma de venta. Ahora se dirige directamente al cliente final, enganchado a Internet, acostumbrado a pagar por descargar bienes digitales y dispuesto a vivir nuevas experiencias sin moverse de casa.
Su ¨²ltimo movimiento ha sido asociarse con Farsight Studios, que han hecho la adaptaci¨®n a Oculus, las gafas inmersivas m¨¢s populares. El resultado sorprende, al tomar el mando, similar al de una consola, y ponerse el casco, se consigue sentir algo muy parecido a la nostalgia. Est¨¢ tan logrado, que es f¨¢cil perder el equilibrio pasados unos minutos.
Stern cree que con el tiempo har¨¢ menos objetos f¨ªsicos, habr¨¢ menos mec¨¢nica, pero cree que las sensaciones ¨²nicas que produce este juego pueden tener larga vida en el mundo digital.
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