?Qui¨¦n gobernar¨¢ en un mundo roto?
Intelectuales europeos y norteamericanos ven con pesimismo el futuro de Occidente
La palabra es pesimismo. 2017 ha arrancado con los ecos del a?o anterior, en el que el populismo, la polarizaci¨®n y la xenofobia pusieron el mundo patas arriba. El Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca son percibidos por los grandes gur¨²s solo como el principio de una etapa de incertidumbre y desconfianza. Debemos prepararnos para peores noticias, para un escenario de riesgo de ruptura pol¨ªtica, econ¨®mica y social.
Lejos de tranquilizar al mundo, el discurso de toma de posesi¨®n de Trump y las primeras actuaciones del 45? presidente de Estados Unidos han confirmado la deriva hacia el populismo, el nacionalismo y el caudillismo, que busca enemigos dentro y fuera de su pa¨ªs para hacerse fuerte. China, M¨¦xico, la Uni¨®n Europea, el islam, los emigrantes, las mujeres, los periodistas¡, el presidente dispara contra todo y contra todos, con el riesgo de provocar un incendio incontrolado.
Dirk Helbing, profesor suizo de inform¨¢tica y ciencias sociales, plante¨® la pregunta fat¨ªdica durante un encuentro en Z¨²rich (Suiza) la semana pasada: ¡°?Qui¨¦n gobernar¨¢ en un mundo roto?¡±. Y la cosa no qued¨® ah¨ª; dos minutos m¨¢s tarde, lanz¨® otra bomba de profundidad: ¡°?C¨®mo responder a los riesgos de inestabilidad total?¡±. El silencio fue la primera respuesta de los asistentes a la ?reuni¨®n, seguida inmediatamente por una profunda sensaci¨®n de pesimismo que invadi¨® la sala.
¡°No solo se cuestionan las ¨¦lites¡±, afirma Elif Shafak, ¡°sino el sistema. El pueblo parece preferir un l¨ªder que los gu¨ªe, y eso es peligroso¡±
Esto sucedi¨® el d¨ªa anterior a la inau?guraci¨®n del Foro de Davos, en el Gotlieb Duttweiler Institute (GDI), en Z¨²rich. Este instituto organiz¨® una reuni¨®n sobre ¡°el futuro del poder¡± y convoc¨® a media docena de los m¨¢s destacados intelectuales del momento. Figuras de Estados Unidos y de Europa acostumbradas a debatir sobre el futuro de la humanidad y que no pudieron evitar su enorme preocupaci¨®n ante el rumbo que ha tomado el mundo en el siglo XXI.
Adem¨¢s de Helbing, participaron en la jornada (m¨¢s de cuatro horas de intenso debate) Mois¨¦s Na¨ªm (autor del libro El fin del poder), Branko Milanovic (economista experto en desigualdad), Robert D. Kaplan (del Centro para una Nueva Seguridad de Washington), Nathan Gardels (cofundador del Berggruen Institute) y Elif Shafak (polit¨®loga turca miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores).
Los asistentes a esta sesi¨®n de tormenta de ideas salimos apesadumbrados ante la falta de soluciones posibles frente a un mundo en el que el poder ¡°est¨¢ cambiando, mutando y decayendo y se ha convertido en algo f¨¢cil de adquirir, duro de ejercer y f¨¢cil de perder¡± (Na¨ªm). Palabras como populismo, incertidumbre, irracionalidad, militarismo, polarizaci¨®n, desconfianza¡ se repitieron una y otra vez sin que se viera una luz al final del t¨²nel en el que parece inmerso el mundo en este nuevo siglo.
La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos forma parte de una tendencia global que puede seguir esparci¨¦ndose por todo el mundo desarrollado. En 2017 hay elecciones presidenciales en Francia y legislativas en Alemania y Holanda, entre otros. El poder ya no es lo que era. La democracia representativa est¨¢ en entredicho por el propio descontento de los ciudadanos, que se dejan llevar por las promesas de falsos mes¨ªas. La gente se moviliza enarbolando los m¨¢s bajos instintos agitados por los l¨ªderes populistas.
¡°El poder est¨¢ en crisis¡±, recalc¨® Mois¨¦s Na¨ªm, ¡°ante la revoluci¨®n de las tres emes: la del m¨¢s (hay m¨¢s de todo), la de la movilidad (desde cualquier sitio) y la de la mentalidad (la poblaci¨®n es cada vez m¨¢s inconformista y exigente)¡±. El problema es que esa enorme masa est¨¢ siendo dirigida por nuevos caudillos que fomentan una nueva lucha de clases: el pueblo contra las ¨¦lites.
Ese movimiento empieza a ser peligroso, a juicio de Robert D. Kaplan. ¡°Se evitan las tragedias pensando de forma tr¨¢gica¡±, afirma para justificar su temor ante un enfrentamiento mundial. ¡°En el siglo XXI no es previsible una gran guerra nuclear que lo destruya todo¡±, a?ade Kaplan, ¡°pero EE UU, Rusia y China est¨¢n desarrollando armas no nucleares para una posible guerra; eso sin olvidar los ataques cibern¨¦ticos que pueden destruir los cimientos de los pa¨ªses en conflicto¡±. Esas guerras ya est¨¢n vivas, como se ha demostrado en la reciente campa?a electoral norteamericana.
Nathan Gardels insisti¨® en la pregunta de Helbing, aunque con matices: ?c¨®mo se gobierna despu¨¦s del fin del poder? Aqu¨ª surge el gran debate sobre el papel que deben jugar unas ¨¦lites deslegitimadas por los ciudadanos que siguen a los grandes l¨ªderes populistas. ¡°El exceso de informaci¨®n pone en riesgo a las ¨¦lites¡±, dijo Gardels, ¡°separando la influencia del conocimiento¡±. Aunque no hay que olvidar que esa supuesta informaci¨®n que circula por Internet y las redes sociales es poco de fiar y suele ser utilizada y manipulada por los nuevos caudillos populistas.
¡°No solo se cuestionan las ¨¦lites¡±, dijo Elif Shafak, ¡°sino el sistema y la propia democracia representativa. El pueblo parece preferir un l¨ªder que los gu¨ªe, y eso es muy peligroso¡±.
La pensadora turca fue especialmente cr¨ªtica con la nueva cultura que surge de Internet: ¡°Crea una especie de pancake del conocimiento; poco profundo y muy desparramado, lo que genera una cultura superficial y que proviene de las mismas fuentes, que suelen ser poco fiables¡±. Na¨ªm fue un paso m¨¢s all¨¢: ¡°Internet iba a ser una herramienta de liberaci¨®n, pero los dictadores y el poder los usan para controlar, partiendo de las mentiras¡±.
Branko Milanovic ofreci¨® una opini¨®n menos pesimista, basada en datos sobre los efectos positivos de la globalizaci¨®n sobre los pa¨ªses m¨¢s poblados del planeta: China, India y el resto de Asia, en donde la desigualdad se ha reducido de forma notable en lo que va de siglo. Aunque reconoci¨® que los grandes perdedores de la crisis de 2008 fueron las clases medias de Estados Unidos y Europa. Helbing le apoy¨® en la visi¨®n optimista, ¡°siempre y cuando Occidente sepa afrontar esta nueva era con tres transformaciones profundas: ecol¨®gica, digital y financiera¡±.
El intento de ambos por levantar el ¨¢nimo no tuvo demasiado ¨¦xito. La velocidad a la que se est¨¢n transformando las sociedades y, sobre todo, el rumbo elegido ofrecen pocas razones para el optimismo. Shafak destac¨® las razones para ser pesimistas: ¡°Cuando los pueblos se dirigen desde el miedo y la antiintelectualidad, el peligro acecha, y cuando los populistas llegan al poder, se aprovechan de ¨¦l y se fortalecen¡±. O, como dijo el papa Francisco en la entrevista publicada por EL PA?S el domingo pasado: ¡°El peligro es que en tiempos de crisis busquemos un salvador¡±.
Los rasgos del populismo
Mois¨¦s Na¨ªm defini¨® el populismo no como una ideolog¨ªa, sino como una estrategia para llegar al poder, y enumer¨® los principales rasgos de esa tendencia ahora global:
- Nosotros frente a ellos: el pueblo contra las ¨¦lites.
- Catastrofismo: el pasado es terrible.
- Ellos son el enemigo, interno y externo, que hay que criminalizar.
- Militarismo frente a diplomacia.
- Deslegitimar a los expertos por formar parte de las ¨¦lites.
- Deslegitimar a la prensa.
- Debilitar los checks and balances (control y equilibrio).
- Aproximaci¨®n mesi¨¢nica: la soluci¨®n soy yo.
- Esta definici¨®n vale tanto para los l¨ªderes populistas de la ultraderecha como los de la izquierda radical. Los extremos se tocan.
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