El futuro que vuelve
Trump no cumple a¨²n su primer mes en la presidencia y su relaci¨®n con M¨¦xico sigue empeorando
El despreciable Donald Trump no cumple a¨²n su primer mes en la presidencia de los Estados Unidos de Norteam¨¦rica y la desordenada coreograf¨ªa con la que pretende ejercer sus pol¨ªticas p¨²blicas han arrojado al menos un rid¨ªculo gui¨®n de tragicomedia: la pat¨¦tica relaci¨®n con el gobierno de M¨¦xico. Dejemos de lado el ominoso proceso con el que ha impuesto (¡°apenitas¡±, como se dice en M¨¦xico o ¡°por los pelos¡± como se dice en Espa?a) a la terror¨ªfica n¨®mina de quienes conforman su gabinete y dejemos de lado la penosa restricci¨®n para impedirle hablar en el Parlamento brit¨¢nico o el vergonzoso zafarrancho migratorio que por ahora se ampara en el sano juicio de un Juez Federal para impedir temporalmente la demencial prohibici¨®n de libre tr¨¢nsito a ciudadanos con visa, residencia e incluso trabajo norteamericano por venir de los siete pa¨ªses que Donald ha declarado ya enemigos de su particular imagen de pa¨ªs y dejemos de lado la demencial posibilidad de que incluso llegue a fabricar un supuesto peligro terrorista para justificar sus fines y paranoias o abiertamente, la urgencia que parece transpirar entre l¨ªneas por armar cuanto antes una guerra que le brinde p¨¢rrafos de ¨¦pica de la peor cinematograf¨ªa al otrora conductor de un reality show bastante malo.
M¨¢s del autor
Se equivocan absurdamente quienes crean que M¨¦xico no es uno de los principales temas anidados en el hipot¨¢lamo de Donald Demente. El asombroso d¨¦ficit comercial que justificadamente preocupa al palad¨ªn de las finanzas falsas y a su equipo de expertos comerciales confirma la imprevisible vuelta de la tortilla que le supo dar M¨¦xico al mentado Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte; ese acuerdo que ahora llama Donald ¡°el peor tratado en la historia de los Estados Unidos¡± naci¨® llam¨¢ndose equivocadamente NAFTA y en una ¨¦poca y circunstancias en las que el M¨¦xico en lejan¨ªsimas v¨ªas de desarrollo llevaba todas las de perder ante sus gigantescos vecinos de habla inglesa y a poco m¨¢s de veinte a?os de su promulgaci¨®n resulta en el debe y el haber que Donald interpreta como fracaso y pretende cambiar de dedazo, sin reconocer que significa que M¨¦xico es y sigue siendo el principal socio comercial de su pa¨ªs, el principal y prioritario territorio de codependencia laboral y tanto, que en su obnubilada necedad por abrir una nueva era de deportaciones incluye en el tiradero de la frontera con M¨¦xico, allende el Muro que ya proyecta su megaloman¨ªa, no s¨®lo la devoluci¨®n de ciudadanos mexicanos sino un alud panamericano de hondure?os, salvadore?os, guatemaltecos y todas las naciones con ? que ¨¦l y su gobierno ya etiquetan como indeseables e incluso ¡°ilegales¡±, cuando en realidad no son m¨¢s que indocumentados (que no es lo mismo).
Aunque miente abiertamente cuando asegura que ¡°ama a los mexicanos¡±, el testarudo Trump cree que olvidamos que su campa?a electoral inici¨® precisamente sobre la convencida plataforma de que se lanzaba a la grande con el af¨¢n de cerrarle la puerta a los mexicanos (¨²nica ciudadan¨ªa que menciona a gritos), asegurando su hartazgo de que ¡°M¨¦xico s¨®lo ha enviado violadores y asesinos¡± a su ut¨®pica idealizaci¨®n de pa¨ªs propio. Aqu¨ª la primera escena de El futuro que vuelve: no hay un solo latino en el vuelo del DeLorean, esa m¨¢quina del tiempo que logra evadir a velocidad supers¨®nica un ataque de supuestos terroristas musulmanes en el parking desolado para regresar en el tiempo a un peque?o pueblo id¨ªlico de rubios, pecositos que beben malteadas de fresa y bailan rock & roll sin La Bamba.
La tragicomedia se complica cuando el Bully Biff con su melena amarilla y su piel anaranjada no se cansa de propinarle coscorrones al padre de Marty McFly, un alfe?ique de 48 kilos en desesperada necesidad del M¨¦todo Muscular de Charles Atlas que se anunciaba en los viejos c¨®mics. Ahora resulta que Bully Biff logr¨® que el arrodillado pap¨¢ de Marty lo invitara como si fuera Jefe de Estado a la sede misma del poder del gobierno de M¨¦xico, cuando no era m¨¢s que inconcebible candidato de un partido que en el fondo lo detesta y ese error result¨® hist¨®rico (am¨¦n de sencillamente pat¨¦tico si consideramos que no se logr¨® recibir en las mismas condiciones a la otra candidata) y Bully Biff --habiendo aprovechado notablemente aquella invitaci¨®n, con las recrecidas bravatas y peroratas donde asegura que se habl¨® del pago por parte de M¨¦xico del megaloman¨ªaco y demencial Muro Fronterizo (tres mil kil¨®metros que no son la l¨ªnea recta que ¨¦l imagina durante sus horas en la camilla del bronceado)¡ªinaugura su inconcebible mandato con la feliz sorpresa de que funcionario mexicano que ide¨® su provechosa visita a M¨¦xico (por lo cual fue destituido como Ministro de Hacienda) es ahora reinstalado como Ministro de Relaciones Exteriores (aceptando ante Embajadores y Diplom¨¢ticos de Carrera que llega para aprender); es decir, Donald Demente o Bully Biff inicia su versi¨®n del Futuro que Vuelve con el alivio de contar como principal interlocutor con M¨¦xico, el vecino inc¨®modo, a un cercano amigo de su yerno reinstalado como Marty McFly tocando ¡°Johnny B. Goode¡± para hacerle el quite a su propio padre en el baile de la coreograf¨ªa ins¨ªpida donde ha de ligarse para bien o para mal a la chica de sus sue?os.
Absorto en la pornograf¨ªa que le¨ªa a escondidas, Bully Biff sab¨ªa quiz¨¢ desde la lejana d¨¦cada de los a?os cincuentas que llegar¨ªa el d¨ªa en que podr¨ªa casarse y descasarse de cuanta modelo rubia y pechugona se le cruzara en el camino y absorto en el tesoro del Almanaque deportivo que le garantiza ganar todas las apuestas posibles en el (para ¨¦l) incomprensible mundo del b¨¦isbol, en los siglos y los siglos del Super Bowl y en el arreglado azar de las carreras de caballos, Bully Biff se peina la ola amarilla del copete hasta lograr la utop¨ªa anaranjada de este Futuro que Vuelve: una Pax Americana de casinos, prostituci¨®n, sexismo, fetichismo, racismo, obesidad, banalidad, autoritario y agresivo, de himnos en banderas y Charlton Heston partiendo las aguas contra todo Darwinismo, el American Way of Life del Nacional Populismo donde el nuevo F¨¹hrer repite aquello de las glorias del pret¨¦rito, la perorata de que todo enemigo siempre viene de afuera, el espacio vital allende todos los Muros, y la ir¨®nica construcci¨®n de m¨¢s y m¨¢s muros o alambradas, trincheras o zanjas con la consecuente quema de libros, redefinici¨®n arbitraria de ¡°cultura¡± o cualquier palabra que se le parezca y la vasta desolaci¨®n lunar de todas las fronteras que apenas hace menos de un mes parec¨ªan florecer en el arco iris de una inclusi¨®n ecum¨¦nica y global, polifon¨ªa ya casi callada por tanta verborrea de mentiras o ¡°hechos alternativos¡±, mientras la m¨¢quina del tiempo, el veh¨ªculo en el que viajamos todos, parece s¨®lo abrevar de la basura de la ignorancia, la adrenalina de la banalidad y el contagio de las mentiras como m¨¢gico combustible para su trayecto de terror. Si acaso esperamos los espectadores un alivio a tanta desolaci¨®n ser¨¢ que recordamos ¨Ctanto en el pasado como en la esperanza de futuro¡ªque al Bully Biff siempre le cae encima una monta?a de esti¨¦rcol.
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