La hoguera y las sombras
Adem¨¢s de presunto brib¨®n, hay quienes parecen haber visto en Toledo a un chivo expiatorio de dise?o
Con el a?o, empez¨® la etapa de encarcelar presidentes en el caso Lava Jato, ahora ya continental. Y parece que el primero, en una potencialmente larga lista latinoamericana, no ser¨¢ brasile?o sino el peruano Alejandro Toledo.
Las evidencias contra Toledo son considerables. Ha sido delatado con precisi¨®n minuciosa por el exsuperintendente de Odebrecht en Per¨², Jorge Barata ¡ªcon quien, a tenor de la delaci¨®n, pact¨® una coima a plazos que alcanz¨® los 20 millones de d¨®lares¡ª. En el proceso habr¨ªan participado, seg¨²n la confesi¨®n, tanto el asesor israel¨ª de seguridad de Toledo, Avi Dan On, como el entonces poderoso y ahora infortunado magnate Yosef Maiman, igualmente israel¨ª.
Para quienes hemos seguido de cerca el caso Lava Jato, no hubo sorpresa. La periodista Rosa Mar¨ªa Palacios ya hab¨ªa escrito semanas atr¨¢s, por ejemplo, art¨ªculos en los que pregunt¨® porqu¨¦ no se arraig¨® en el pa¨ªs a Toledo cuando este lleg¨® a pasar las fiestas de a?o nuevo en Per¨². Para Palacios exist¨ªan ya razones sobradamente suficientes para imponer medidas limitativas a Toledo: arraigo en el pa¨ªs, comparecencia judicial o prisi¨®n preventiva.
Toledo pudo, sin embargo, salir sin problemas; y unas pocas semanas antes pas¨® igual con Jorge Barata, que lleg¨® al Per¨² luego de su primera ronda de delaciones en Brasil, sac¨® a su familia (como fue el caso con los otros superintendentes de Odebrecht en Latinoam¨¦rica) y regres¨® a Brasil, a salvo de extradiciones.
Pero, por m¨¢s que las cutras [ese elocuente peruanismo] de Toledo/Lava Jato resultaran una hip¨®tesis confirmada, las reacciones fueron de una intensidad tal que monopolizaron agenda, cobertura y discusi¨®n p¨²blicas. En parte es muy explicable: la decepci¨®n, rabia, tristeza y depresi¨®n de quienes lucharon el a?o 2000 por derrocar a la dictadura mafiosa de Fujimori y Montesinos, en un movimiento de oposici¨®n democr¨¢tica que tuvo a Toledo como l¨ªder.
Que un movimiento que supuso tanto esfuerzo y esperanza ¡ªterminar con una cleptocracia para iniciar una democracia honesta y austera¡ª fuera tan t¨®xicamente burlado por quien lo encabez¨® entonces, indign¨® y afligi¨® a muchos cuando se pas¨® de la presunci¨®n a la certeza. En una entrevista radial, por ejemplo, la congresista de izquierda Marisa Glave, una mujer recia y articulada, no pudo evitar el llanto al describir su decepci¨®n.
Por el otro lado, el de los fujimoristas y los nada escasos p¨ªcaros que viven de sus corruptelas y cortesan¨ªas, que hoy se llama lobby, en esta antigua sede de virreinato, hubo un schadenfreude desatado. Adelant¨¢ndose a los carnavales, algunos ensayaron hasta poses y discursos catonianos.
Lo sorprendente fue la reacci¨®n oficial. Luego que el juez decretara una prisi¨®n preventiva de 18 meses contra Toledo (sin antes haberlo siquiera conminado a presentarse), el gobierno del presidente Kuczynski se lanz¨® a un frenes¨ª persecutorio.
El ministro del Interior puso a Toledo en la lista de criminales por cuya captura se ofrece recompensa. La lista completa de fugitivos es de 1127 personas, pero ah¨ª tambi¨¦n hay jerarqu¨ªas. La recompensa m¨¢xima es de 100.000 soles (cerca de 30.000 d¨®lares) y en ese nivel solo hay cinco criminales: un sicario, un homicida, tres narcotraficantes (uno ya capturado)... y Toledo. En el programa no figuran ninguno de los c¨®mplices de Fujimori, incluyendo su hermana y cu?ado, que llevan varios a?os pr¨®fugos.
Mientras el frecuentemente desaforado ministro del Interior hablaba y se desment¨ªa, el presidente Kuczynski se contact¨® con el gobierno de Israel para pedir que no recibieran a Toledo y luego pidi¨® a Trump, en conversaci¨®n telef¨®nica, que lo deporte al Per¨².
Lo llamativo del asunto es que Kuczynski fue ministro de Econom¨ªa y primer ministro del gobierno de Toledo, cuando se firmaron los contratos abiertamente favorables a las empresas brasile?as (en cuyo proceso se desestim¨® las objeciones del entonces contralor de la Rep¨²blica). El actual primer ministro, Fernando Zavala, fue ministro de Econom¨ªa con Toledo. Y, en el Ministerio del Interior, por lo menos un viceministro y un jefe de prensa trabajaron para Odebrecht, en un empleo anterior, cuando el caso Lava Jato era ya ampliamente p¨²blico.
No son los ¨²nicos. Adem¨¢s de presunto brib¨®n, hay quienes parecen haber visto en Toledo a un chivo expiatorio de dise?o. Cuando presidente, su nula capacidad de contraataque lo convirti¨® en la pi?ata ideal. Ahora, el evidente atropello a elementales derechos de defensa, muestra que la idea t¨¢cita es hacer un auto de fe con pira al expresidente (cuya incompetencia garantiza una colaboraci¨®n involuntaria con sus perseguidores) y tratar (como se hizo luego del fujimorato) que el tama?o de la hoguera contraste con sombras lo suficientemente densas como para encubrir a los otros bribones en ellas.
Casi todo indica (aunque falta un juicio justo que lo confirme y sentencie) que Toledo fue sobornado por Odebrecht. Y probablemente por otros. Pero casi todo indica tambi¨¦n que no fue el ¨²nico presidente peruano (aparte de ministros y empresarios) en recibir coimas de las empresas brasile?as a cambio de muy lucrativas preferencias y sobrecostos que los peruanos pagar¨¢n. Toledo es el primero, pero no el ¨²nico ni quiz¨¢ el mayor. Lo peor que puede suceder ahora es un linchamiento que a trav¨¦s del abuso socave la validez de los hechos y sirva de encubrimiento a los pillos que falta procesar.
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