Propaganda sucia desde ya (Salvador, Bah¨ªa)
Odebrecht: una versi¨®n previsible, y de bajo presupuesto, y colombiana, de la espeluznante 'House of Cards'
Breve gu¨ªa de la pol¨ªtica colombiana de hoy: es exactamente lo que se ve en House of Cards, pero con el agravante de que los protagonistas no tienen la gracia de Kevin Spacey o Robin Wright. Por estos d¨ªas, por causa de los sobornos de Odebrecht, que se tomaron el continente desde Salvador, Bah¨ªa, como una cat¨¢strofe nuclear, han empezado a v¨¦rsele las costuras al juego: los unos enlodando a los otros para que no quede nadie limpio en el partidor de las presidenciales del 2018. Tanto la virulencia como su inutilidad recuerdan el quejido ¡°trae tu abogado que yo traer¨¦ el m¨ªo¡± de una canci¨®n de George Harrison sobre las peleas de los Beatles: Sue Me, Sue You Blues. Estos pol¨ªticos colombianos, los que adoran al expresidente Uribe y los que siguen al presidente Santos, antes de odiarse fueron de una misma banda.
Breve gu¨ªa de la campa?a presidencial un a?o antes de que empiece: la senadora L¨®pez, que no le debe nada a nadie, se lanza bajo la premisa de que ahora ¨Csin el pretexto de las guerrillas¨C el enemigo a vencer es la corrupci¨®n; el excandidato uribista Zuluaga se ve obligado a responderle a ¡°la opini¨®n¡±, que es lo que antes se llamaba ¡°la justicia¡±, pues los soplones de Odebrecht juran haberle dado 1,6 millones de d¨®lares al estratega de su campa?a; el excongresista Bula es capturado por haber recibido un soborno de 4,6 de la constructora brasilera ¨Cque al parecer hac¨ªa otras cosas aparte de sobornar pol¨ªticos¨C, pero la noticia es que el reo, cercano a un primo de Uribe, jura haberle dado parte del dinero maldito a la campa?a de Santos.
Por supuesto, este lodazal, este blues del ¡°Yo te enlodo, t¨² me enlodas¡±, empez¨® en las pasadas presidenciales. Cuando el uribista Zuluaga perdi¨® las elecciones, Uribe asegur¨® que la campa?a reeleccionista de Santos hab¨ªa recibido 12 millones de d¨®lares del narcotr¨¢fico, pero no fue a la Fiscal¨ªa a dar las pruebas, sino a embolarse los zapatos: el da?o estaba hecho. Cuando se descubri¨® que un hacker del proceso de paz trabajaba en la campa?a de Zuluaga ¨Cque cuando est¨¢ en problemas no es la campa?a uribista sino la de Zuluaga¨C, la disciplinada ultraderecha denunci¨® que el esp¨ªa era un infiltrado de la oficina de inteligencia del gobierno de Santos: la Fiscal¨ªa concluy¨® que era una calumnia, pero toda calumnia es impugnada cuando ya ha cebado a los ¡°odiadores¡± del calumniado.
Fue el propio Fiscal quien cont¨® el mi¨¦rcoles pasado que aquel reo uribista ¡°habr¨ªa¡± ayudado a financiar la campa?a santista con plata de Odebrecht. Y, cuando el esc¨¢ndalo ya hab¨ªa embotado al pa¨ªs y los troles de las redes ya hab¨ªan proferido sus condenas y compulsado copias a miles de jueces ¨Cy ah¨ª estaban las fotos falsas que lo probaban¨C, fue el Fiscal mismo quien sali¨® a aclarar que s¨®lo estaba diciendo lo que dicen. Semejante absurdo s¨®lo tuvo sentido dentro del juego. Y as¨ª ha sido y va a ser y se va a poner peor ¨Cuna pesadilla mediocre, una campa?a permanente con incesante propaganda negra¨C de aqu¨ª a que las redes sociales sean domadas: multiplique por la pol¨ªtica las ansias de tener seguidores, y como resultado obtendr¨¢ el infierno.
Todos los d¨ªas suceden las noticias que ser¨¢n la Historia: la marcha de las Farc hacia el desarme, por ejemplo. Pero estas campa?as de humo s¨®lo nos dejan ver el presente: consciente de que a los politiqueros de siempre les sonar¨¢ falsa la lucha contra la corrupci¨®n ¨Cla bandera de la senadora L¨®pez¨C el senador Gaviria, que fue de la ultraizquierda a la ultraderecha en una sola vida, ya est¨¢ prometiendo a los incautos que el uribismo cambiar¨¢ el acuerdo de paz en caso de volver a la presidencia.
Como en una versi¨®n previsible, y de bajo presupuesto, y colombiana, de la espeluznante House of Cards.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.