La hormiga Europa ante la cigarra Trump
La Uni¨®n Europea se ha puesto en marcha para contrarrestar o mitigar el nuevo desaf¨ªo proteccionista

La hormiga es previsora, humilde y solidaria. La cigarra es inmediatista, agresiva y ego¨ªsta. As¨ª nos lo ense?¨® la f¨¢bula de La Fontaine. Hoy la hormiga es Europa y la cigarra, la Am¨¦rica de Donald Trump.
Frente a su desaf¨ªo proteccionista, la Uni¨®n Europea se ha puesto en marcha para contrarrestarlo o mitigarlo. Muy a su modo de los ¡°peque?os pasos¡±, a¨²n sin una estrategia global para salvar el orden liberal-democr¨¢tico global, y mejorarlo. Y sin una clara ambici¨®n de reemplazar, siquiera en parte, al hasta hoy hegem¨®n.
Pero camina. La reciente aprobaci¨®n del acuerdo comercial UE-Canad¨¢ (CETA, por sus siglas en ingl¨¦s) por el Parlamento Europeo simboliza esa voluntad de movilizaci¨®n. Y es un signo de que lo que iba a ser el ¨²ltimo pacto de la era anterior ¡ªgracias a las paralizantes presiones desde ambos extremos ideol¨®gicos¡ª pueda convertirse en el primero de una nueva fase, m¨¢s equilibrada, de la globalizaci¨®n comercial, como propugn¨® en Estrasburgo el prometedor Justin Trudeau. Una fase en la que Europa deber¨¢ hilvanar un patchwork con m¨²ltiples piezas.
La primera es el pacto con Canad¨¢. El CETA no rellena el vac¨ªo del ag¨®nico acuerdo comercial con EE UU (TTIP, en sus siglas en ingl¨¦s). Pero es sustantivo: abate aranceles, armoniza est¨¢ndares industriales (esas barreras de enchufes, conexiones, modelos), facilita inversiones, crea un in¨¦dito sistema p¨²blico para dirimir conflictos, protege el modelo social. Y sustancioso. Deber¨ªa incrementar el PIB europeo en 12.000 millones de euros, un 10% de lo previsto para el TTIP (119.000 millones, el 1% de la econom¨ªa continental).
La segunda es M¨¦xico. El presidente Enrique Pe?a Nieto y la comisaria Cecilia Malstr?m han pactado ¡°acelerar el proceso de modernizaci¨®n¡± del Tratado bilateral de 2000: ya hay una agenda urgente. Dar¨¢ aire a un acuerdo que en tres lustros ha triplicado el comercio mutuo; ha incorporado a M¨¦xico a las cadenas de valor industrial europeas y ha arrojado un super¨¢vit para la UE, ahora su tercer socio comercial: en torno al 10%. Lejos de EE UU (80%), pero m¨¢s que la nada anterior.
La tercera es Asia. La retirada de Trump del Acuerdo de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (TPP, en sus siglas inglesas) en el que no estaba China (se hab¨ªa urdido para presionarla), es estramb¨®tica, si pretende atornillar a Pek¨ªn. Debilita al eje pac¨ªfico.
Pero deja espacio a Europa, que ya est¨¢ negociando pactos con la mayor¨ªa de los socios del TPP. Tambi¨¦n, desde 2012, con China. Desde 2016, la UE es su primer socio comercial, pese a las barreras que traban el acceso al mercado chino. Pero el presidente Xi Jinping, en Davos, ech¨® el guante a los europeos. Y la canciller Angela Merkel lo recogi¨®. Ser¨¢ lento y dif¨ªcil. Pero es un horizonte.
De las otras piezas, la m¨¢s ardua ser¨¢ proteger a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio de las medidas de Washington. A¨²n se ignora si ser¨¢n los aumentos de aranceles que prometi¨® Trump o el m¨¢s, digamos, sofisticado plan de la C¨¢mara republicana de un ¡°ajuste fronterizo¡± por un bill¨®n de d¨®lares en 10 a?os, desgravando exportaciones de las bases imponibles y cargando a las importaciones. El per¨ªmetro del pleito multiplicar¨ªa por 100 al mayor de la historia de la instituci¨®n.
Junto al comercio, la diplomacia. La visita a EE UU de la alta representante Federica Mogherini ha sido dialogante pero firme en el paradigma Merkel: ¡°Trabajaremos para desarrollar nuestra relaci¨®n en base a nuestros principios e intereses¡±. Ojal¨¢ siga con audacia. Bruselas no puede estar solo en Washington. Europa debe instalarse tambi¨¦n en las primeras 50 ciudades de EE UU, como ya hace M¨¦xico.
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