Holanda mide el poder en las urnas de la extrema derecha en Europa
El extravagante Geert Wilders es el primero en someterse el mi¨¦rcoles al juicio de las urnas
Holanda se prepara para medir en las urnas la fuerza del populismo en Europa. Animados por el Brexit y la victoria de Donald Trump, los partidos de extrema derecha han acabado imponiendo en la agenda los discursos antinmigraci¨®n y de fobia que amenazan el proyecto com¨²n. El extravagante Geert Wilders, un pol¨ªtico dispuesto a prohibir el Cor¨¢n y cerrar mezquitas, es el primero en someterse el mi¨¦rcoles al juicio de las urnas y saber si cuenta con los apoyos para empezar a construir, junto a Marine Le Pen y otros partidos radicales, una Europa diferente
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles tendr¨¢ lugar la primera gran votaci¨®n en un a?o en el que habr¨¢ tambi¨¦n elecciones en Francia y Alemania, donde los sondeos pronostican la mayor victoria de los derechistas desde la Segunda Guerra Mundial. Sin olvidar a Italia, que acudir¨¢ a las urnas entre septiembre y mediados de 2018. All¨ª ha brotado en los ¨²ltimos tiempos un sentimiento antieurope¨ªsta m¨¢s o menos oculto hasta ahora. Tambi¨¦n ha aparecido el presidente ruso Vlad¨ªmir Putin, la figura que sobrevuela todas las consultas por sospechas de una posible injerencia de Mosc¨² ¡ªuna intromisi¨®n que ha llevado a Holanda a recuperar el recuento manual de papeletas para evitar cualquier pirateo¡ª y que acaba de firmar un acuerdo de colaboraci¨®n con la xen¨®foba Liga Norte de Matteo Salvini.
Volendam es un pintoresco pueblo del norte de ?msterdam de calles adoquinadas y veleros amarrados en el muelle. Los patrones de las embarcaciones descienden y echan unas monedas en el parqu¨ªmetro. Los negocios de la calle principal venden anguilas ahumadas, queso y gofres. Las garzas comen de la mano de los turistas. Esta acomodada villa de pescadores y comerciantes con casitas frente al mar es uno de los bastiones del PVV (Partido por la Libertad), la formaci¨®n de Wilders, que se ha dejado caer por la ciudad por sorpresa en un par de ocasiones. No hay rastro de inmigrantes por estos lares, pero sus habitantes creen que su estilo de vida est¨¢ amenazado. Sobre todo por un motivo: el islam ¡ªreligi¨®n que profesa alrededor del 6% de la poblaci¨®n¡ª.
¡°Antes ven¨ªan espa?oles a trabajar y nos parec¨ªa bien. Ahora llegan islamistas que vienen a imponer sus leyes. Nos roban las tradiciones. Voy a votar a Wilders, es el ¨²nico pol¨ªtico que defiende a Holanda y a su gente¡±, dice Don Caruso, un se?or de 75 a?os con nombre de tenor. Vende helados junto al mar y cree que el Gobierno holand¨¦s ¡°regala casas y prestaciones por desempleo¡± a todo el que llega. Caruso expande su descontento hacia Bruselas: ¡°La odio. Odio Europa. El dinero se va a Turqu¨ªa, a rescatar a Grecia. Horroroso¡±. Est¨¢ convencido de que una victoria de Wilders frenar¨ªa esta progresiva p¨¦rdida de identidad y salvar¨ªa a su peque?a localidad de 35.000 habitantes de sufrir lo mismo. Los b¨¢rbaros, seg¨²n la visi¨®n de Caruso, est¨¢n llamando a la puerta.
Lo que ha prometido Wilders es trancar la puerta. Su programa electoral cabe en un folio, pero ha hecho suya la idea de que Europa ha sido invadida por un islam radical que quiere cambiar las costumbres y los valores locales, y es el momento de hacer algo. Hasta hace unas semanas, con esto era suficiente para liderar la intenci¨®n de voto, pero en los ¨²ltimos d¨ªas ha perdido fuelle en favor del actual primer ministro, Mark Rutte, liberal de derechas. Tras medir la temperatura del agua, lanz¨® un doble lema electoral que suena wilderiano: ¡°Holanda tiene que seguir siendo Holanda¡± y ¡°Nuestros valores deben ser protegidos¡±. Rutte es el candidato que menos invierte en educaci¨®n, seg¨²n su programa, y quiere cerrar las fronteras externas europeas.
Antes ven¨ªan espa?oles a trabajar y nos parec¨ªa bien. Ahora llegan islamistas que vienen a imponer sus leyes. Nos roban las tradiciones. Voy a votar a Wilders, es el ¨²nico pol¨ªtico que defiende a Holanda y a su gente Don Caruso, vecino de 75 a?os
De todos modos, ninguno de los dos podr¨¢ gobernar sin el apoyo de otras fuerzas y nadie con peso real parece dispuesto a querer a Wilders de socio. Con los socialdem¨®cratas casi en fuera de juego por su incapacidad de conectar con la problem¨¢tica de la nueva sociedad, los analistas pol¨ªticos prev¨¦n un Gobierno de tres o cuatro partidos (de los 28 que se presentan) sin contar con ¨¦l, aunque fuese el que m¨¢s votos sacara. El pol¨ªtico socarr¨®n y de verbo f¨¢cil que nunca se anda por las ramas a la hora de expresar una idea puede quedar inhabilitado por un cord¨®n sanitario.
Tras las elecciones en Holanda, llegar¨¢ el turno a Francia y Alemania, pero Adriaan Schout no cree que los resultados de unos comicios vaya a influir en los otros. El investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Clingendael de La Haya, asegura que se votar¨¢ en clave nacional aunque con ¡°problemas paralelos¡± que han abonado el repunte del populismo como la inseguridad, la globalizaci¨®n, la p¨¦rdida de empleos por los avances tecnol¨®gicos o la integraci¨®n de los musulmanes.
Problemas paralelos
Schout resta importancia a Wilders. ¡°Ese 20% de apoyo que parece tener es el mismo que hay en otros pa¨ªses hacia la extrema derecha. Miremos a Le Pen, B¨¦lgica, Suecia, Austria, Dinamarca... No es un fen¨®meno exclusivo de Holanda¡±, reflexiona al tel¨¦fono. A su juicio, el pol¨ªtico que vive a salto de mata por miedo a un ataque no tiene opciones de llegar al Gobierno: ¡°mucha gente le da la raz¨®n en el tema de la inmigraci¨®n pero no quieren marcharse de Europa, como propone Wilders. ?Es m¨¢s radical que sus propios votantes!¡±.
Los holandeses sienten que el mundo nunca les hab¨ªa prestado tanta atenci¨®n. La contradicci¨®n de que una sociedad abierta, liberal, de exploradores navales y banqueros internacionales pueda caer en la tentaci¨®n de encerrarse alimenta el morbo. ¡°Nos jugamos el rumbo del pa¨ªs. Son las elecciones m¨¢s importantes que hemos tenido. No es un debate sobre econom¨ªa y leyes. No importa el dinero. Nos jugamos la paz, el bienestar¡±, dice Linde Jooesten, una dise?adora gr¨¢fica de 30 a?os que los fines de semana trabaja en un restaurante de ensaladas y zumos org¨¢nicos.
Jooesten va a votar al partido animalista, en las ant¨ªpodas de Wilder. Ella y el vendedor de helados Don Caruso viven a una decena de kil¨®metros de distancia, nacieron en el mismo pa¨ªs, ven los mismos programas y puede que hasta se crucen a veces en alg¨²n centro comercial, pero habitan en dos realidades diferentes. Holanda decidir¨¢ el mi¨¦rcoles qu¨¦ direcci¨®n toma.
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