Bloqueo comercial como arma de guerra en el Este de Ucrania
Kiev apoya a los activistas que impiden el transporte de mercanc¨ªas desde las regiones insurgentes y el resto del pa¨ªs
Unas cincuenta personas montan guardia junto a un tendido de ferrocarril en la regi¨®n de Donetsk, en el Este de Ucrania. Est¨¢n en un descampado, a medio camino entre dos estaciones ¡ªBajmut y Kurdi¨²mivka¡ª situadas ambas al norte de la ciudad de Donetsk (controlada por los secesionistas). Sobre las v¨ªas, han colocado una vieja locomotora y unos sacos de arena, cuya funci¨®n es asegurar el bloqueo del tr¨¢fico de mercanc¨ªas entre las autodenominadas rep¨²blicas populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL, ocupando un tercio de las provincias del mismo nombre) y el resto de Ucrania.
El grupo de activistas est¨¢ formado en su mayor¨ªa por veteranos del ATO (Operaci¨®n Antiterrorista, tal como Kiev denomina oficialmente la guerra contra los insurgentes apoyados por Rusia). En una elevaci¨®n del terreno, los activistas han establecido un campamento, cercado de alambre de espino y obst¨¢culos de madera. El recinto parece una versi¨®n rural de los que se montaban en Kiev o en otras ciudades ucranias durante el ¡°maid¨¢n¡± (la revoluci¨®n callejera de 2013 y 2014). Hay aqu¨ª el mismo tipo de provisiones (sopa de coles o ¡°borsh¡±, tocino o ¡°sal¨®¡± y conservas de verduras) con la misma abundancia y la misma hospitalidad hacia los visitantes que hab¨ªa entonces. Tambi¨¦n hay neum¨¢ticos de coche, por si hubiera que quemarlos para producir humareda, y ¡°c¨®cteles M¨®lotov¡±, alineados con cuidado en un caj¨®n, como los vimos en Kiev y tambi¨¦n en poder de quienes ocuparon la administraci¨®n de Donetsk hace tres a?os.
¡°No financiamos terroristas ni el comercio con los ocupantes y no negociamos sobre la sangre¡±, reza un letrero a la entrada del campamento, al que llegamos cuando dos sacerdotes castrenses se disponen a oficiar unas plegarias colectivas ante un pintoresco altar con las im¨¢genes de Jesucristo y la Virgen Mar¨ªa.
¡°Los veteranos del ATO le han dado un ultim¨¢tum no solo a el presidente de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, sino tambi¨¦n a el presidente de Ucrania, Petr¨® Poroshenko, porque este hace ver que lucha con Rusia, pero en realidad comercia con ella¡±, afirmaba Semen Semenchenko, fundador del batall¨®n Donb¨¢s y hoy diputado de la Rada Suprema (parlamento estatal). Semenchenko pertenece al grupo parlamentario Samopomich, una fuerza surgida del ¡°maid¨¢n¡±, que apoy¨® el bloqueo. Los llamados ¡°batallones¡± de voluntarios creados en la primavera y verano de 2014 acabaron siendo integrados en el Ej¨¦rcito o el Ministerio del Interior de Ucrania. Sin embargo, los veteranos de aquellas unidades creadas para luchar contra los insurgentes mantienen sus v¨ªnculos y parecen haber encontrado una causa com¨²n en el bloqueo.
¡°Por esta v¨ªa pasaban cada d¨ªa 5 convoyes con un total de 300 vagones y ahora ya no pasan¡±, afirma el diputado Semenchenko, se?alando hacia los rieles que se pierden en el horizonte. Semenchenko opina que el resultado del bloqueo es ¡°muy bueno¡±. El 16 de marzo, Poroshenko promulg¨® un decreto que convert¨ªa en pol¨ªtica de Estado la l¨ªnea a favor del bloqueo adoptada la v¨ªspera por el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (CNSD). De este modo, la administraci¨®n ucrania aclar¨® las ambig¨¹edades que caracterizaron la pol¨ªtica oficial de Kiev ante la acci¨®n iniciada por los veteranos a fines de enero.
Los insurgentes de la RPL y RPD respondieron a principios de marzo al bloqueo con la incautaci¨®n de casi una cincuentena de empresas situadas en su territorio, entre ellas las pertenecientes al holding de Rinat Ajm¨¦tov, el hombre m¨¢s rico de Ucrania. El grupo de Ajm¨¦tov ha anunciado esta semana que no controla los activos que le han sido ¡°arrebatados¡± en la zona insurgente, entre los que se incluyen empresas metal¨²rgicas, minas, dos hoteles y el estadio Donb¨¢s Arena, entre otras cosas. Oficialmente, el tr¨¢fico de mercanc¨ªas con el territorio conflictivo queda suspendido hasta que las empresas intervenidas por los secesionistas vuelvan a someterse a la jurisdicci¨®n ucrania.
¡°En total hay seis puestos (de bloqueo), cuatro de ferrocarril y dos de carretera¡±, afirma Semenchenko. Hasta que se organiz¨® el bloqueo, el carb¨®n de las minas situadas en las zonas no controladas por Kiev era transportado a la industria metal¨²rgica del resto del pa¨ªs. ¡°Con lo que se pagaba por ese carb¨®n, se financiaba la compra de municiones y se sosten¨ªa a los terroristas¡±, dice el diputado, seg¨²n el cual el comercio con las zonas insurgentes ¡°adem¨¢s de darles la posibilidad de matar a los nuestros, enriquece a los oligarcas y a nuestros corrompidos dirigentes¡±. ¡°Por si fuera poco, tambi¨¦n supone una fuente de contrabando de drogas, alcohol y tabaco hacia Europa¡±, afirma el diputado. El bloqueo, dice, ¡°ha dividido a quienes est¨¢n por Ucrania y quienes est¨¢n por su bolsillo¡±. ¡°En el pa¨ªs hay tres fuerzas, la primera el Ej¨¦rcito, que defiende a Ucrania, la segunda los servicios de seguridad que se han transformado en un Ej¨¦rcito particular de nuestros pol¨ªticos y el tercero, la sociedad que se ha despertado tras tres a?os de letargo¡±, afirma Semenchenko.
El bloqueo distorsiona los intercambios entre empresas complementarias en el territorio ucranio y supone adem¨¢s de la p¨¦rdida de recaudaci¨®n fiscal y de beneficios por exportaci¨®n. La mayor¨ªa de los economistas consideran que la medida se traducir¨¢ en p¨¦rdidas de miles de millones de d¨®lares, y que puede tener un efecto negativo sobre la moneda nacional, la grivna, adem¨¢s de frenar el crecimiento econ¨®mico.
¡°A diferencia de Kiev donde hay muchos ladrones que socavan el Estado, aqu¨ª todos estamos por el Estado ucranio¡±, dice Semenchenko, que naci¨® en Sebastopol y vivi¨® en Donetsk. Preguntamos sobre su procedencia a varios miembros del campamento. En su mayor¨ªa parecen venir de otras regiones del pa¨ªs, pero tambi¨¦n hay oriundos del Este, como un exempleado de una f¨¢brica textil de Makievka, de 63 a?os, que abandon¨® a su familia para ¡°luchar por la causa de Ucrania¡±. ¡°No me entienden ni mi mujer ni mis dos hijos, ni tampoco mi hermano que est¨¢ emigrado en Espa?a y que me dice que deje esto y me vuelva a casa¡±. ¡°Vengo aqu¨ª porque me siento a gusto entre los m¨ªos¡±, afirma Ruslana, de 18 a?os, que naci¨® en Lviv y lleva una d¨¦cada viviendo en la regi¨®n de Donetsk. Confiesa la muchacha que la mayor¨ªa de sus compa?eros de clase no apoyan al gobierno de Kiev, pero callan sobre sus convicciones pol¨ªticas.
¡°Va a ser dif¨ªcil que Kiev se gane la lealtad de la gente con medidas como las subidas de las tarifas de gas y electricidad que resultan pr¨¢cticamente impagables para muchos¡±, afirma un ciudadano local, refiri¨¦ndose a cantidades que en muchos casos superan las pensiones de jubilaci¨®n o los ingresos de familias enteras, que malviven ahora en esta regi¨®n cada vez m¨¢s arruinada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.