La batalla de la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s en Malta
La legalizaci¨®n de la pastilla poscoital es el ¨²ltimo choque entre ultraconservadores y reformistas en el ¨²nico Estado de la UE que a¨²n proh¨ªbe totalmente el aborto
En Malta, el ¨²nico pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que proh¨ªbe el aborto en todos sus supuestos ¡ª?incluidos los de violaci¨®n y peligro para la vida de la mujer¡ª?, la interrupci¨®n del embarazo sigue siendo el gran tab¨² mientras decenas de maltesas visitan cada a?o las cl¨ªnicas de Londres o Sicilia para abortar. Los cambios en el pa¨ªs con m¨¢s cat¨®licos de Europa son visibles pero lentos: el archipi¨¦lago fue el ¨²ltimo Estado de la UE en aprobar el divorcio hace seis a?os, dio a las uniones civiles del mismo sexo los mismos derechos que los de un matrimonio en 2014 y legaliz¨® la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s hace tres meses en la ¨²ltima victoria de los partidarios de renovar un sistema legal apegado a la religi¨®n cristiana.
Miriam Sciberras coloca su m¨®vil sobre la mesa y pulsa el bot¨®n de grabar. "A veces los periodistas me cambian las palabras", se excusa desconfiada. La principal l¨ªder antiabortista maltesa es dentista, y acaba de realizar un empaste en su cl¨ªnica de Zabbar, una peque?a localidad de la que fue vicealcaldesa situada a 10 kil¨®metros de la capital, La Valeta. Basta observar a su alrededor para encontrar pistas sobre sus convicciones. Un crucifijo en recepci¨®n, revistas cristianas en la sala de espera o una imagen religiosa tras el asiento del paciente. Como responsable de la Life Network Foundation ¡ª?Fundaci¨®n Red de Vida¡ª? ha acudido a los tribunales para revocar la legalizaci¨®n de la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s argumentando que incumple el c¨®digo penal y la ley de protecci¨®n del embri¨®n. "No es contracepci¨®n sino una forma de aborto encubierto. Y eso en Malta es ilegal", zanja.
La llegada del anticonceptivo a las farmacias del pa¨ªs con mayor porcentaje de cat¨®licos de Europa ¡ª?m¨¢s del 90% de su poblaci¨®n¡ª? tiene la firma de la Women Rights Foundation ¡ª?Fundaci¨®n por los Derechos de las Mujeres¡ª?. El pasado verano 102 mujeres se unieron en torno a la asociaci¨®n para hacer causa com¨²n por su legalizaci¨®n. Su combate llev¨® a las autoridades m¨¦dicas a aprobarla y se ha convertido en s¨ªmbolo de cambio. Al frente de todas ellas est¨¢ la abogada Lara Dimitrijevic. "Los agradecimientos que hemos recibido han sido apabullantes. Ha empezado un proceso imparable: las mujeres maltesas se han dado cuenta de la sociedad patriarcal en la que vivimos".
El discurso optimista de Dimitrijevic recuerda al del diputado laborista Evaristo Bartolo poco despu¨¦s de que Malta se convirtiera en el ¨²ltimo Estado de la UE en decir s¨ª al divorcio hace tan solo seis a?os, en un ajustad¨ªsimo refer¨¦ndum ¡ª?en todo el mundo solo Filipinas y el Vaticano mantienen la prohibici¨®n¡ª?. "El sol est¨¢ brillando en la isla", anunci¨® entonces el parlamentario. La ley maltesa solo permite a las parejas pedir el divorcio si llevan separadas al menos cuatro a?os, pero supuso un aut¨¦ntico terremoto para un pa¨ªs poco acostumbrado a dar barniz humano a un sistema legal de arquitectura divina. La aprobaci¨®n de las uniones civiles de parejas del mismo sexo, que las equipar¨® a las casadas ¡ª?posibilidad de adoptar incluida¡ª? en 2014 supuso otro hito para los defensores de derechos, y el Gobierno ha anunciado que estudia cambiar el t¨¦rmino para pasar a llamarlo matrimonio.
Pero los rayos encuentran todav¨ªa densas nubes que traspasar en Malta, el Estado m¨¢s peque?o de la UE con apenas 420.000 habitantes repartidos en sus tres islas ¡ª?similar a la poblaci¨®n de Murcia¡ª?. La Iglesia rechaza cualquier cambio en la restrictiva ley del aborto, y los laboristas malteses, que en el Parlamento Europeo forman parte del Grupo Socialista y llevan en el poder desde 2013, no han mostrado intenci¨®n alguna de cambiar una norma que obliga a sus ciudadanas a hacer las maletas si deciden no seguir adelante con la gestaci¨®n a pesar de que su primer ministro, Joseph Muscat, prometi¨® liderar "el Gobierno m¨¢s feminista" de la historia del pa¨ªs, que actualmente ostenta la presidencia de turno de la UE.
La influencia de las organizaciones antiabortistas es indiscutible. Sciberras compara la interrupci¨®n del embarazo con el holocausto nazi, deslegitima su legalidad entre los vecinos europeos ¡ª?"la esclavitud tambi¨¦n era legal"¡ª?, y responde as¨ª ante la posibilidad de que alguien pueda no arrepentirse de haber abortado: "Tambi¨¦n hay asesinos en serie que no tienen remordimientos". Pese a ello, esgrime su t¨ªtulo de m¨¢ster en Bio¨¦tica para peregrinar por los colegios malteses dando charlas en escuelas p¨²blicas y privadas a estudiantes de 15 y 16 a?os con el consentimiento de las autoridades para explicar los efectos nocivos de abortar. Aunque lleva a?os haci¨¦ndolo con periodicidad a veces semanal, en los ¨²ltimos tiempos algo ha cambiado: el runr¨²n de protestas de padres que lo consideran adoctrinamiento ha llevado al Gobierno a iniciar una investigaci¨®n para determinar si las lecciones de la l¨ªder antiabortista tienen base cient¨ªfica. "Explico sus consecuencias objetivamente. Son falsas pol¨¦micas. No he recibido quejas", se defiende Sciberras.
Los tab¨²es siguen siendo notorios en Malta, y los silencios, sonoros. Ni siquiera la asociaci¨®n que ha impulsado la legalizaci¨®n de la p¨ªldora se atreve a apoyar p¨²blicamente la despenalizaci¨®n de la interrupci¨®n del embarazo en caso de violaci¨®n o peligro para la vida de la mujer en el pa¨ªs con las leyes m¨¢s restrictivas de la UE por delante de Polonia e Irlanda. Solo la peque?a organizaci¨®n Malta Pro-Choice ha reclamado cambiar la ley para acabar con el impacto que la norma tiene en la salud f¨ªsica y mental de mujeres que pueden sumar al trauma de la violaci¨®n el viaje a un pa¨ªs extranjero para someterse a la intervenci¨®n.
Divisi¨®n en las farmacias
En una sociedad que no reconoce el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, el estigma persigue a las compradoras de la p¨ªldora, que en ocasiones buscan farmacias alejadas de sus casas para que nadie las reconozca con el riesgo de encontrar un no por respuesta en el mostrador. Aunque la p¨ªldora est¨¢ disponible en la mayor¨ªa de establecimientos desde el 14 de diciembre, algunos farmac¨¦uticos rechazan venderla acogi¨¦ndose a la cl¨¢usula de conciencia. La ley lo permite siempre y cuando informen a la interesada de d¨®nde pueden adquirirla, algo que tampoco complace a los antiabortistas. "Deber¨ªan dar informaci¨®n en lugar de decir d¨®nde comprarla, que es lo mismo que venderla t¨²", lamenta Sciberras.
La posibilidad de objetar puede provocar que en un mismo local un farmac¨¦utico venda la p¨ªldora y su compa?ero no. La caza de brujas ya tiene instigadores: otro grupo ultraconservador ha pedido a sus seguidores en Facebook que les env¨ªen datos sobre las farmacias que la distribuyen y las que no para crear una aplicaci¨®n que facilite el boicot a las que venden la p¨ªldora.
Para muchos de sus socios europeos, la situaci¨®n de indefensi¨®n legal de las mujeres maltesas ofrece una sensaci¨®n de lejano d¨¦j¨¤ vu: la proporci¨®n que acude a cl¨ªnicas de Reino Unido para interrumpir su embarazo ¡ª?unas 60 cada a?o seg¨²n las autoridades brit¨¢nicas, sin incluir a las extranjeras que viven en el pa¨ªs¡ª? representan un porcentaje similar al de espa?olas que abortaba en tierras brit¨¢nicas en 1976, poco despu¨¦s de la muerte del dictador Francisco Franco.
La fuerte herencia cat¨®lica que hunde sus ra¨ªces en la medieval orden de Caballeros de Malta o su condici¨®n insular son algunas de las explicaciones que buscan dar respuesta a la excepcionalidad maltesa en materia de derechos reproductivos, aunque las percepciones est¨¢n cambiando. "La iglesia ten¨ªa hasta hace poco mucha influencia en la sociedad, tal vez hoy no tenga tanta", opina la defensora de los derechos de las mujeres Lara Dimitrijevic. ?Cree que alg¨²n d¨ªa se legalizar¨¢ el aborto en el archipi¨¦lago? "Todo es posible, pero trataremos de educar para que no suceda", advierte la antiabortista Sciberras.
El sol todav¨ªa no brilla con intensidad en estas peque?as islas del Mediterr¨¢neo situadas 90 kil¨®metros al sur de la costa siciliana, pero ya lo avis¨® tras la legalizaci¨®n de las uniones homosexuales la ministra laborista de Libertades Civiles, Helena Dalli. "El caso de Malta demuestra que incluso pa¨ªses a menudo se?alados como poco proclives al progreso pueden cambiar r¨¢pidamente".
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