Molenbeek, a?o I: m¨¢s radicales, m¨¢s vigilados
Doce meses despu¨¦s de los atentados, la desesperanza cunde entre los j¨®venes mientras crece la presi¨®n policial
El miedo en Bruselas es, a veces, un pasajero desconocido rumbo al trabajo en metro. Mochilas olvidadas que provocan evacuaciones y falsas alertas. Un conductor que no se detiene en un sem¨¢foro con una bombona de gas para uso dom¨¦stico en el maletero y minutos despu¨¦s est¨¢ rodeado de artificieros.
Un a?o despu¨¦s de los atentados que dejaron 32 muertos y m¨¢s de 300 heridos, el miedo de la capital europea es tambi¨¦n una mirada de reojo hacia Molenbeek. Hacia lo que ocurre en Molenbeek. No son pocos los que temen que de sus entra?as salga el pr¨®ximo Salah Abdeslam, el siguiente Abdelhamid Abaaoud, el nuevo monstruo oculto sin biograf¨ªa conocida. Los precedentes sit¨²an al barrio como una guarida yihadista en Europa, y los trabajadores sobre el terreno ya han dado la voz de alarma. ¡°El n¨²mero de j¨®venes que se adhieren sin complejos a discursos radicales aumenta¡±, advirti¨® el responsable antiradicalizaci¨®n de Molenbeek, Olivier Vanderhaegen, en una comparecencia ante diputados a comienzos de este mes.
El aniversario de los ataques al metro y el aeropuerto toma a B¨¦lgica en pleno esfuerzo para evitar la gestaci¨®n de nuevas amenazas terroristas en su seno. El plan del Gobierno para acabar con el radicalismo en Molenbeek ha obtenido ¨¦xitos medibles en el ¨²ltimo a?o: la presencia policial ha aumentado en 50 agentes, se ha frenado en seco la marcha de combatientes a las filas del Estado Isl¨¢mico, y las fuerzas de seguridad han pateado el distrito para llamar a la puerta de las asociaciones y comprobar que su actividad es real y no una tapadera que oculte centros ligados al radicalismo islamista.
Ese mayor celo ha permitido destapar que al menos 102 entidades de las 1.600 registradas ten¨ªan prop¨®sitos criminales, y la mitad de ellas son sospechosas de mantener lazos terroristas. El trabajo de campo no acab¨® ah¨ª: en el ¨²ltimo a?o m¨¢s de 6.000 personas fueron identificadas por esos nuevos polic¨ªas, y en total 22.668 fueron investigadas, se comprob¨® la propiedad de miles de veh¨ªculos y viviendas, y hubo 167 detenidos por diversos delitos en un aut¨¦ntico barrido policial que trae a la memoria las palabras del ministro de Interior, Jan Jambon, tras los atentados de Par¨ªs del 13-N. ¡°Vamos a limpiar Molenbeek¡±, prometi¨® despu¨¦s de saber que varios de los terroristas proced¨ªan del barrio.
Pero la obsesi¨®n securitaria tambi¨¦n ha provocado efectos secundarios y retrocesos en el concepto de sociedad abierta que predomina en Occidente. Su ejemplo m¨¢s claro es la prohibici¨®n de que m¨¢s de tres personas se re¨²nan a partir de las nueve de la noche en algunas zonas por medio de una ordenanza municipal. ¡°Hay muchas restricciones. Es triste para los j¨®venes. No se puede decir que la situaci¨®n haya mejorado en el ¨²ltimo a?o¡±, opina Fouad Ben Abdelkader, educador social que trabaja a diario con adolescentes del barrio para evitar su deriva extremista.
Para muchos, la labor policial es solo un sedante bajo el que laten enfermedades sin tratar. Y el despertar puede ser duro. ¡°El desempleo entre los j¨®venes sube al 52% en ciertos enclaves de Molenbeek. Para ellos, vender hach¨ªs es dinero f¨¢cil. Pueden ganar 2.000 euros al mes sin ir al colegio ni buscar trabajo¡±, explica Christophe Lamfalussy, coautor de Molenbeek sur djihad ¡ªLa yihad en Molenbeek, sin traducci¨®n al espa?ol¡ª. Los v¨ªnculos entre la peque?a delincuencia y la posterior radicalizaci¨®n son de sobra conocidos. El recorrido vital traficante-preso-yihadista es una l¨ªnea temporal ya explorada por otros antes y documentada por las autoridades: la mitad de los combatientes belgas alistados al Estado Isl¨¢mico en Siria ten¨ªa antecedentes penales.
La debilidad del ISIS y las dificultades crecientes del viaje hasta Siria han despojado de atractivo la arena y la p¨®lvora del campo de batalla, pero eso no conjuga la amenaza. B¨¦lgica no controla el discurso de los 41 centros de culto musulm¨¢n que operan en Molenbeek, de los 46 retornados de Siria solo cinco reciben la atenci¨®n de un funcionario experto en desradicalizaci¨®n, y la desesperanza de los j¨®venes de Molenbeek los convierte en los candidatos perfectos para los reclutadores. ¡°Son cada vez m¨¢s receptivos a las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y desafiantes¡±, avisa el responsable antiradicalizaci¨®n. ¡°A una compa?era polic¨ªa, musulmana no practicante, la insultaron por fumar en la calle¡±, ejemplifica Hamid B¨¦nichou, argelino, que hace tres d¨¦cadas se convirti¨® en el primer agente de origen inmigrante en Bruselas.
Enfadados con el sistema
En la narrativa sobre la vida en el barrio chocan dos visiones: la que niega la presencia radical y acusa a los medios de comunicaci¨®n de estigmatizar a toda la poblaci¨®n ¡ªunos 100.000 habitantes¡ª, y la que cree que no se puede ignorar que el barrio es lugar de origen de algunos de los autores de los peores atentados que ha sufrido Europa. "Existen sectores que no desean ver y denunciar el islamismo radical que se ha instalado en el barrio. Son los que agitan sin autocr¨ªtica la bandera de las discriminaciones ¨¦tnicas y religiosas", defiende Jos¨¦ Luis Pe?afuerte, autor del documental Molenbeek, generaci¨®n radical.
Algunas voces defienden que el nacimiento de esa conciencia radical no tiene por qu¨¦ derivar en islamismo violento. ¡°Hay m¨¢s j¨®venes radicales, pero no siempre lo enfocan en la religi¨®n. La mayor¨ªa est¨¢n enfadados con el sistema, con la falta de oportunidades, con el racismo y con los privilegios de la gente de dinero¡±, apunta el educador Ben Abdelkader. ¡°Molenbeek ha retomado un ritmo de vida normal. Se ha presentado nuestro distrito como un nido de yihadistas, y no es as¨ª aunque s¨ª hemos notado que cada vez m¨¢s j¨®venes se distancian de la pol¨ªtica¡±, estima el n¨²mero dos del Ayuntamiento, Ahmed El Khannouss.
Para Ben Abdelkader, nacido y criado en Molenbeek, ¡ªcomo sus padres y su abuelo¡ª, el ritmo de vida normal ya no es el que era antes de aquel 22 de marzo. ¡°Cuando estoy en el metro a veces miro alrededor y pienso: ?en cualquier momento puede explotar! Y eso da miedo".
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