El Papa alerta del riesgo de muerte de la UE
El Pont¨ªfice ofrece un discurso muy cr¨ªtico ante los l¨ªderes europeos y alerta sobre los populismos, la gesti¨®n de la inmigraci¨®n y la negligente gesti¨®n de la pobreza en las periferias
El escenario y el momento constitu¨ªan el propio guion de un discurso esperado. Celebraci¨®n de los 60 a?os de los Tratados de la Uni¨®n Europea y todos sus l¨ªderes reunidos en el Sal¨®n Regio del Palacio Apost¨®lico del Vaticano ante el papa Francisco, el primer pont¨ªfice no europeo de la era moderna. De este modo, Jorge Mario Bergoglio, en un minucioso y cuidado discurso pol¨ªtico ha desgranado este viernes todos los males que asolan al club comunitario: populismo, empobrecimiento, dejadez en el conflicto de la inmigraci¨®n y tendencia a homogeneizar las diferencias. Un organismo pol¨ªtico, dijo, en plena madurez, pero ¡°llamado a un replanteamiento, a curar los inevitables achaques que vienen con los a?os y a encontrar nuevas v¨ªas para continuar su propio camino¡±. Un tir¨®n de orejas, pero con el elemento constructivo y de esperanza al que obliga un aniversario.
El discurso del Papa ha comenzado tras las intervenciones del primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, y del presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, que han reconocido los problemas por los que atraviesa la UE y la necesidad de buscar soluciones a nuevos desaf¨ªos. ¡°Europa no siempre ha mostrado su mejor cara al mundo¡±, ha admitido el primer ministro Italiano ante el resto de l¨ªderes europeos. Unas palabras que anticipaban y parec¨ªan aceptar las culpas respecto a las cr¨ªticas que iban a llegar a continuaci¨®n.
El discurso, detalladamente descriptivo de la situaci¨®n actual, ha comenzado invocando a los padres fundadores de la UE ¡ªcon referencias a Adenauer o al Ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s Pineau¡ª para interrogarse por hasta qu¨¦ punto se han respetado o traicionado sus ideas y los riesgos que entra?ar¨ªa la desorientaci¨®n. ¡°Cada organismo que pierde el sentido de su camino, que pierde este mirar hacia delante, sufre primero una involuci¨®n y al final corre el riesgo de morir¡±.
Pero especialmente, el Pont¨ªfice ha rebuscado en el pasado para constatar lo lejos que, cada vez m¨¢s, est¨¢n las instituciones de la gente a la que representan. ¡°A menudo se tiene la sensaci¨®n de que se est¨¢ produciendo una separaci¨®n afectiva entre los ciudadanos y las Instituciones europeas, con frecuencia percibidas como lejanas y no atentas a las distintas sensibilidades que constituyen la Uni¨®n. [¡] Los Padres fundadores nos recuerdan que Europa no es un conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos que seguir. Es una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad trascendente e inalienable¡±.
Los tiempos de la fundaci¨®n no son los que corren hoy. Un periodo que el Pont¨ªfice defini¨® como una ¨¦poca de crisis ¡ª¡°de la familia, econ¨®mica, de la inmigraci¨®n¡¡±¡ª que, sin embargo, puede interpretarse como un tiempo de desaf¨ªo y oportunidad para desarrollar las herramientas que subyacen en los tratados como la solidaridad: ¡°El mejor ant¨ªdoto contra los modernos populismos. Los populismos, al contrario, florecen precisamente por el ego¨ªsmo [¡]. Es necesario volver a pensar en modo europeo, para conjurar el peligro de una gris uniformidad o, lo que es lo mismo, el triunfo de los particularismos. A la pol¨ªtica le corresponde ese leadership ideal, que evite usar las emociones para ganar el consenso¡±.
La ¨²ltima vez que el Papa se hab¨ªa encontrado con los l¨ªderes europeos, les reprendi¨® duramente por la crisis humanitaria desencadenada por la torpe gesti¨®n de la inmigraci¨®n. Hoy ha insistido en una cuesti¨®n que no debe tratarse como ¡°si fuera s¨®lo un problema num¨¦rico, econ¨®mico o de seguridad¡±. ¡°Ahora se discute sobre c¨®mo dejar fuera los peligros de nuestro tiempo: comenzando por la larga columna de mujeres, hombres y ni?os que huyen de la guerra y la pobreza, que s¨®lo piden tener la posibilidad de un futuro para ellos y sus seres queridos.
Al final de su discurso, Jorge Mario Bergoglio, un Papa llegado del fin del mundo, como el mismo dijo, se ha acordado de las periferias: culturales, sociales y econ¨®micas. ¡°No existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz all¨ª donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno. No hay paz en las periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga y la violencia¡±. Al final del acto, todos los l¨ªderes se han hecho la foto de grupo en la Capilla Sixtina, con el simb¨®lico tel¨®n de fondo del Juicio Final.
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