Francia persigue de nuevo unas reformas para salir del malestar
Los candidatos presentan recetas contra el estancamiento opuestas en la recta final de la campa?a electoral francesa
Francia en declive o Francia optimista. La Francia que cae o la que cree poder competir a¨²n en primera l¨ªnea. La campa?a para las elecciones presidenciales del 23 de abril y el 7 de mayo encara su tramo final con diagn¨®sticos y recetas opuestas. Quienes ven al pa¨ªs al borde de un abismo proponen medidas de choque. Es el caso, con diferencias de fondo, de los candidatos de la derecha, Fran?ois Fillon y Marine Le Pen. Quienes, como el centrista Emmanuel Macron, se muestran menos catastrofistas, proponen otro tratamiento, una reforma quiz¨¢ profunda, pero sin precipitaci¨®n ni ruptura.
Cada cinco a?os las reformas ¡ªsu urgencia o su rechazo¡ª centran la campa?a electoral en Francia, y cada vez el difuso malaise o malestar franc¨¦s ¡ªmalestar por el estancamiento econ¨®mico y por las inseguridades identitarias y geopol¨ªticas¡ª monopoliza los debates.
El malaise y el malheur ¡ªla infelicidad¡ª son casi tan franceses como la baguette o la torre Eiffel. La bibliograf¨ªa es nutrida. En 2003 el economista e historiador Nicolas Baverez public¨® La Francia que cae, y 14 a?os despu¨¦s el juicio es ampliamente compartido. El fil¨®sofo Marcel Gauchet public¨® hace unos meses el libro Entender la infelicidad francesa. Gauchet reflexiona sobre por qu¨¦ los franceses ¡°diab¨®licamente perseveran en su negativismo¡± y ¡°contin¨²an melanc¨®licos y crey¨¦ndose infelices¡±.
A principios de la d¨¦cada pasada, Alemania, sometida al esfuerzo de la reunificaci¨®n, era el pa¨ªs que cargaba con la etiqueta de ser el enfermo de Europa, la potencia econ¨®mica irreformable que frenaba al resto del continente. Hoy, con una Alemania reformada y consolidada como primus inter pares de la Uni¨®n Europea, es Francia la que arrastra el lastre patol¨®gico. Ning¨²n debate, ninguna propuesta ¡ªaun las m¨¢s continuistas en el contenido¡ª escapa a la ret¨®rica del cambio de rumbo, del ahora o nunca.
Francia mira de reojo a Alemania. La preocupaci¨®n por c¨®mo la ven desde la otra orilla del Rin es obsesiva. Los candidatos visitan a la canciller Angela Merkel y algunos se disputan su voto; o directamente plantean la campa?a como una refutaci¨®n de sus pol¨ªticas, econ¨®micas o migratorias. Se vio hace unos d¨ªas en un encuentro de un grupo de periodistas con Henri de Castries, uno de los capitanes del capitalismo franc¨¦s, jefe de la aseguradora AXA hasta el pasado septiembre y hoy consejero de Fillon, candidato de Los Republicanos.
¡°Si Francia no es capaz de reformarse profundamente, jam¨¢s Alemania se la creer¨¢¡±, dijo de Castries.
Fillon, en dificultades por su imputaci¨®n judicial en el caso de los supuestos empleos ficticios de su esposa e hijos, propone una sacudida al modelo franc¨¦s. Entre otras promesas, un choque fiscal de acentos reaganianos destinado aliviar la carga impositiva de los m¨¢s ricos para reactivar las inversiones. Es el ¨²nico que quiere acabar con las 35 horas semanales, y el ¨²nico que desea aumentar la edad de jubilaci¨®n de los 62 a los 65 a?os. Marine Le Pen, la candidata del partido de la extrema derecha francesa, el Frente Nacional, quiere rebajarla a los 60 a?os. Es una de las muchas medidas econ¨®micas y sociales?¡ªalgunas, en sinton¨ªa con la izquierda alternativa del candidato Jean-Luc M¨¦lenchon¡ª que, unidas a propuestas de ruptura como la salida del euro y de la UE supondr¨ªa un electrochoque, no el sentido liberal de Fillon sino en el opuesto.
¡°A los franceses no les gusta hacer esfuerzos¡±, dice de Castries. No les gusta porque, en parte, pueden permit¨ªrselo, admite: el bienestar franc¨¦s es un incentivo para aplazar los cambios. ¡°Si estuvi¨¦semos en un desierto de pedruscos, no har¨ªamos las tonter¨ªas que hacemos. Pero [los franceses] no creen en las propuestas de Le Pen de la jubilaci¨®n a los 60 a?os". Otra propuesta impopular de Le Pen es la salida del euro y el regreso al franco franc¨¦s.
El equipo de Macron es reacio a prometer resultados inmediatos con un programa que incluye rebajas fiscales, la reducci¨®n del d¨¦ficit e inversiones en la formaci¨®n profesional.
¡°Somos modestos en nuestras proyecciones. Hoy hay un escepticismo enorme en Francia¡±, dijo hace unos d¨ªas en un encuentro con varios corresponsales Jean Pisani-Ferry, jefe del equipo econ¨®mico de Macron y excomisario de France Strat¨¦gies, el think tank interno del Gobierno franc¨¦s. ¡°Cuando se habla de una tasa de desempleo de 7% [desde el nivel actual, cerca del 10%], la gente no se lo cree. As¨ª que el problema es, de entrada, devolver la confianza sobre etapas que puedan alcanzarse¡±.
Existe un desajuste entre la percepci¨®n de los franceses sobre su situaci¨®n y la realidad, como demuestra un informe reciente, precisamente de France Strat¨¦gies. Los franceses son, por ejemplo, los europeos que perciben mayores tensiones entre ricos y pobres, pero tambi¨¦n uno de los pa¨ªses con una tasa de pobreza m¨¢s baja. Y las percepciones no son iguales entre los votantes de Le Pen o de Macron, posibles rivales en la segunda vuelta. Un estudio acredita que los primeros son m¨¢s pesimistas, incluso m¨¢s infelices sobre su situaci¨®n personal y la del pa¨ªs. La Francia infeliz, la de las ciudades perif¨¦ricas y el campo, contra la feliz, la de las metr¨®polis globalizadas: la fractura no es s¨®lo econ¨®mica, o ¨¦tnica.
Entre la par¨¢lisis y el electrochoque, Francia decidir¨¢ en estas elecciones si seguir discutiendo unas d¨¦cadas m¨¢s de las reformas repetidamente prometidas y aplazadas, o pasar a la acci¨®n. Una vez, el pensador Raymond Aron le dijo al general De Gaulle que los franceses eran un pueblo que de vez en cuando hace revoluciones, pero nunca, nunca reformas. De Gaulle le corrigi¨®: ¡°Francia s¨®lo hace reformas en el curso de una revoluci¨®n¡±.
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