Estados Unidos en la guerra siria: de los titubeos de Obama a la agresividad de Trump
El presidente rompe con la cautela de su predecesor con el ataque a¨¦reo al Ej¨¦rcito de El Asad
En la entrevista m¨¢s completa sobre su doctrina en pol¨ªtica exterior, Barack Obama lanz¨® una frase que marcar¨¢ su legado. ¡°Estoy muy orgulloso de ese momento¡±, dijo en marzo de 2016 a la revista The Atlantic en referencia a su decisi¨®n en septiembre de 2013 de cancelar a ¨²ltima hora una campa?a de bombardeos contra posiciones del r¨¦gimen sirio por el uso de armas qu¨ªmicas contra civiles.
El presidente dem¨®crata hab¨ªa asegurado que el uso de esas armas era una ¡°l¨ªnea roja¡± que alterar¨ªa su estrategia ante el r¨¦gimen de Bachar el Asad, pero finalmente lleg¨® a un acuerdo con Rusia para que el Gobierno sirio entregara su arsenal qu¨ªmico. En la entrevista, explic¨® que temi¨® que los ataques no eliminaran las armas qu¨ªmicas y la posibilidad de que El Asad saliera ¡°fortalecido¡±.
Tres a?os y medio despu¨¦s, una matanza de civiles en el norte de Siria ha evidenciado que el r¨¦gimen de Damasco no entreg¨® todo su material t¨®xico. Y ha propiciado una respuesta mucho m¨¢s contundente del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, que el jueves aprob¨® el lanzamiento de misiles contra la base a¨¦rea donde se cree que se almacenaban las armas qu¨ªmicas.
Los titubeos ante la guerra civil siria ¡ªla peor crisis humanitaria en d¨¦cadas y que ha causado centenares de miles de muertes desde 2011¡ª fueron el term¨®metro que mejor midi¨® la filosof¨ªa exterior de Obama, basada en el pragmatismo, la cautela militar y la diplomacia.
Posiblemente lo mismo ocurra con Trump, que combina la defensa de un papel m¨¢s aislacionista de Washington en la arena internacional ¡ªabanderado en su emblema ¡°Am¨¦rica primero¡± y sus cr¨ªticas a aventuras b¨¦licas fallidas, como la guerra de Irak¡ª con una mayor contundencia militar. El republicano quiere hacer del miedo y la imprevisibilidad un activo disuasorio. Y ha promovido el mayor aumento del gasto en defensa en una d¨¦cada.
Trump asegur¨® el mi¨¦rcoles que su opini¨®n sobre El Asad ¡°ha cambiado mucho¡± despu¨¦s del ataque qu¨ªmico y que, para ¨¦l, ¡°hab¨ªa cruzado muchas l¨ªneas¡±. Era una alusi¨®n a la ¡°l¨ªnea roja¡± de Obama, al que atribuy¨® el caos en Siria por incumplir su promesa de actuar ante el uso de armas qu¨ªmicas.
El de Trump fue un viraje may¨²sculo y abrupto. La semana pasada, e incluso el martes, la Casa Blanca declinaba pedir la dimisi¨®n del presidente sirio, rompiendo con la posici¨®n del anterior Gobierno. Durante la campa?a electoral, el magnate inmobiliario sugiri¨® que la salida de El Asad no deb¨ªa ser una prioridad y abog¨® por cooperar con Rusia, el principal valedor del dictador sirio y que lo apoya militarmente. ¡°Siria NO es nuestro problema¡±, escribi¨® el republicano el a?o pasado en Twitter.
Pese a lo que afirma ahora, Trump pidi¨® en 2013 a Obama que no bombardeara al r¨¦gimen sirio tras el ataque qu¨ªmico en que murieron cerca de 1.400 civiles. ¡°No hay ning¨²n lado positivo y uno tremendamente negativo. Ahorra la p¨®lvora para otro (y m¨¢s importante) d¨ªa¡±, escribi¨® en Twitter.
El enfoque de Obama
¡°Continuo creyendo que fue el enfoque correcto teniendo en cuenta lo que, siendo realistas, podr¨ªamos hacer sin una decisi¨®n [consensuada] de adentrarnos de una forma m¨¢s significativa. Y eso creo no habr¨ªa sido sostenible ni bueno para el pueblo americano¡±, dijo Obama el pasado diciembre, en su pen¨²ltima rueda de prensa como mandatario.
El polvor¨ªn sirio descoloc¨® desde el principio a Obama, acusado de pasividad ante la carnicer¨ªa en el pa¨ªs ¨¢rabe. En agosto de 2011, tras cinco meses de protestas opositoras, pidi¨® la renuncia de El Asad. El dem¨®crata, que prometi¨® acabar con las guerras de su predecesor, el republicano George W. Bush, fue reticente a armar a los opositores sirios. Su tesis era que las lecciones de Libia, Irak y Afganist¨¢n aconsejaban ser prudente.
Desde entonces, han naufragado todos los intentos de Washington de hallar una salida diplom¨¢tica a la guerra y de reforzar a la d¨¦bil amalgama de rebeldes moderados. Las atrocidades del r¨¦gimen de El Asad no convencieron a Obama de intervenir militarmente, pero s¨ª lo hicieron un a?o despu¨¦s las del Estado Isl¨¢mico.
El auge en 2014 del ISIS ¡ªlas siglas inglesas del grupo yihadista¡ª forz¨® a EE UU a actuar: inici¨® una campa?a de bombardeos contra los extremistas, pero no contra el r¨¦gimen. En 2015, Rusia entr¨® activamente en la guerra en apoyo de El Asad y EE UU empez¨® a desplegar a militares ¡ªahora hay unos 900¡ª sobre el terreno en Siria. Su objetivo sigue siendo asesorar en la lucha contra el ISIS y mantenerse al margen del Ej¨¦rcito sirio.
Seg¨²n se enquistaba la guerra en los ¨²ltimos seis a?os, Siria se ha adentrado cada vez m¨¢s en un laberinto, en el que intervienen casi todas las potencias mundiales en una telara?a de intereses cruzados internacionales, regionales y sectarios.
Trump es ahora el ¨²ltimo en intentar hallar una salida al laberinto, pero corre el riesgo de quedarse atrapado en ¨¦l. La inc¨®gnita es si el bombardeo del jueves es un hecho puntual, como todo parece indicar, o responde a una estrategia continuada de atacar al r¨¦gimen sirio para tratar de poner fin al conflicto.
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